'As bestas', de Rodrigo Sorogoyen, tendrá su estreno en el Festival de Cannes
- Participada por RTVE, se proyectará fuera de competición, dentro de la sección Cannes Premiere
La película hispanofrancesa As bestas, del director Rodrigo Sorogoyen, tendrá su estreno fuera de competición en el Festival de Cannes dentro de la sección Cannes Premiere. La película que cuenta con la participación de RTVE se suma así a las otras películas con participación española: Bora, bora, de Albert Serra, que competirá por la Palma de Oro, y El agua, de Elena López Riera, que competirá en la Quincena de realizadores del Festival de Cannes
RTVE.es asistió en octubre a la proyección de los primeros minutos de la película, en la que Sorogoyen, con trama rural y formalmente más clásico, continúa con su especialidad: el thriller. La película se filmó cerca de Villafranca del Bierzo (León) durante el final de verano y, tras el parón de unos meses para esperar al frío y mal tiempo, durante el final de otoño.
La película muestra a una pareja francesa, interpretada por Denis Ménochet (Custodia compartida) y Marina Foïs (Enorme), instalada en la Galicia interior. Allí cultivan y venden hortalizas y planean renovar casas abandonadas para el turismo rural, pero no cuentan con el apoyo de los vecinos, liderados por Luis Zahera (que ya logró un Goya por El Reino).
Dos aspectos destacan en una primera impresión. Primero, el aspecto rural del proyecto para un director tradicionalmente asociado a lo urbano. “Desde el comienzo era una película gallega. Y hemos encontrado en El Bierzo, que es la quinta provincia gallega, una aldea que reunía todas las características necesarias tanto por producción como por estética”, explicaba Sorogoyen.
El trasfondo económico
El origen de la hostilidad hacia la pareja francesa es su negativa a favorecer la instalación de un parque eólico en la zona. Un aspecto político y económico que no puede faltar en el tándem que forman Sorogoyen y la guionista Isabel Peña, que ya tenían la historia de As bestas antes de rodar El reino.
“No se basa en un caso concreto, es algo que pasa mucho. La gente allí está muy cabreada con el tema de las eólicas porque están poniendo molinos gigantescos que se cargan el medio ambiente y les dan poca pasta, pero la gente va al dinero”, añadía el director y coguionista.
Sobre la trama, con un aire a Perros de paja por la hostilidad y el aislamiento, sobrevuela lo telúrico y una naturaleza entre lo fascinante y amenazante. “Es uno de los temas de la película: la tierra. ¿Quién puede considerar que la tierra le pertenece por haber nacido o no en un lugar? ¿Quién tiene más derecho sobre ella? ¿O nadie tiene derecho?”, enumera. “En esos lugares hay millones de conflictos, aunque sea por una linde enana”.
Sorogoyen rueda como si fuera “un western clásico”
El segundo aspecto que llama la atención es el cambio de estilo del cineasta. Desde Qué Dios nos perdone, Sorogoyen está asociado a los planos secuencias y los grandes angulares que le han servido para generar tensión. La apuesta aquí es otra, aunque el suspense continúe: más planos fijos, menos movimientos de cámara, y más montaje dentro de cada secuencia.
“Sí, nos apetecía cambiar. Y también uno está cansado de que le etiqueten. Pusimos la regla de que no se podían usar los angulares. Había que poner trípode todo el rato y vías para la cámara. Cambiar para tener ese aspecto de película clásica, de western clásico”, explica. “Y es verdad que los planos fijos, para la naturaleza, llaman más la atención”.
Una primera secuencia a cámara lenta con una rapa das bestas (corte de las crines) de caballos salvajes presenta algo que parece estar latente en la película: la domesticación de lo silvestre (o su imposibilidad o inconveniencia). “Lo que está claro es que, aunque haya conflicto, no queríamos hacer una película de los malos contra los forasteros buenos”, avanza.
El cineasta regresa a la coproducción con Francia que ya realizó en Madre y vuelve a contar con su troupe de colaboradores habituales: el director de fotografía Alex de Pablo, Olivier Arson en la composición musical, el director de sonido de Aitor Berenguer y Alberto del Campo en el montaje.