Periodistas amenazados en México: "Llevar escolta no me da ninguna calma. Si van a por ti, van a por ti"
- En todo el país hay 467 comunicadores con medidas de protección
- Desde el año 2000, en México han matado a 152 informadores
En Tijuana, una de las ciudades más violentas del mundo, los periodistas están acostumbrados a convivir con la muerte. Nadie les había preparado, sin embargo, para enterrar a dos de sus colegas en menos de una semana. El asesinato del fotógrafo Margarito Martínez y de la reportera Lourdes Maldonado, ambos en el mes de enero, ha puesto en guardia a todo el gremio. Varios periodistas trabajan ahora con escolta.
Antonio Maya recibe en su teléfono la noticia del hallazgo de un nuevo cadáver: "En las vías del tren, un cuerpo sin vida, envuelto en una cobija". Es media mañana y ya es el segundo muerto del que le avisan. Nada excepcional. Lo raro en esta ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos es un día sin homicidios.
Con 2 millones de habitantes, Tijuana registró el año pasado 1.985 asesinatos, más que en España, Francia y Alemania juntas. Es un terreno fértil para la crónica de sucesos o policiaca, la escuela donde se han curtido la mayoría de periodistas locales.
"Todo lo que sé de policiaca lo aprendí de Margarito Martínez, sobre todo, la prudencia", asegura Maya. El fotógrafo siempre le aconsejaba no firmar las informaciones que podían ponerle en peligro. Por eso, por lo cauteloso que era, le desconcertó tanto su asesinato.
Dos periodistas asesinados en menos una semana
Fue el 17 de enero de este año, a balazos y a las puertas de su casa. Seis días después, también frente a su domicilio en Tijuana, asesinaron de un disparo en la cabeza a la reportera Lourdes Maldonado. "No estábamos preparados para esto", afirma la también periodista Sonia De Anda.
En México han matado a 152 informadores desde el año 2000, pero hacía 15 años que ninguno caía en esta ciudad. "Pensábamos estúpidamente que ya no se metían con nosotros", continúa De Anda, que describe a un gremio en permanente alerta, que sale a trabajar con la psicosis de que la próxima bala puede llevar su nombre.
El 90% de estos crímenes nunca llega a resolverse. Este año, sin embargo, ante la peor ola de asesinatos de periodistas (ya eran 8, a mediados de marzo), el Gobierno parece estar poniendo más empeño en dar con los culpables. Informa semanalmente del avance en las investigaciones y asegura haber detenido a una veintena de sospechosos.
En el caso de Margarito, todo apunta a la delincuencia organizada. Él no era un periodista de investigación, sino un fotógrafo que retrataba escenas del crimen, pero lo vincularon erróneamente con una información que afectaba al grupo criminal. "A Margarito poco menos que lo mataron por chisme", señala Maya, que ha tenido que extremar las precauciones. "La situación es delicada. Si toco un tema policiaco fuerte, lo envío sin mi firma. No sé si estoy exagerando en autocensurarme, pero no vaya a ser...".
Precarios con escolta
Días después de que mataran a Margarito, Antonio recibió primero amenazas y después la visita a su casa de dos tipos sospechosos. El Gobierno local le puso escolta. Un guardaespaldas de pistola en el cincho y arma larga en la camioneta que se ha convertido en su sombra. Su apreciada libertad se ha visto recortada: "Lo que más me gusta del periodismo es que eres dueño de tu tiempo, aunque ganes poco, y ahora tengo que controlar más mis horarios".
El riesgo que asumen no está pagado. El sueldo medio de un periodista en Tijuana es de unos 400 euros. "A veces me entristezco viendo que se gana más en un Kentucky y son menos horas". Despachar pollo frito sale más a cuenta que juntar letras.
"Mi reportero de policiaca es además taxista y tengo colegas que trabajan para media docena de medios diferentes para salir adelante", añade Sonia De Anda, que dirige la página "Esquina 32" en Facebook y es además consejera del Mecanismo de Protección para periodistas de Baja California, la versión a nivel local del organismo que vela por la seguridad de los periodistas a nivel nacional. En todo el país hay 467 comunicadores con medidas de protección.
Sonia también ha recibido amenazas y le han asignado escolta para algunos traslados, pero no ha ganado mucho en tranquilidad. "Vivimos en una ciudad donde han matado a gente en una plaza a plena luz del día. Llevar escolta no me da ninguna calma. Ha habido ocasiones en que primero han matado al escolta y luego a la persona que buscaban. Si van a por ti, van a por ti", señala.
Medidas de protección que no sirven
En los tres años que van de Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador han sido asesinados 33 periodistas, de los cuales nueve de ellos tenían medidas de protección.
"Es evidente que el Mecanismo no funciona", sentencia De Anda. "Margarito había pedido incorporarse a él, pero no lo hicieron a tiempo. Lourdes estaba dentro del Mecanismo, pero la mataron tal y como ella pensaba que la iban a matar. En una reunión del Mecanismo, describió que el momento más vulnerable era cuando llegaba a casa. Y así fue como la mataron", añade.
El Gobierno se ha comprometido a reforzar el Mecanismo, pero De Anda es escéptica. "El Estado no puede protegernos, si no ataca la impunidad". Y señala otra contradicción, basada en un dato de Artículo 19: los principales agresores de la prensa son las autoridades. "Han creado un mecanismo para defendernos de ellos mismos".
Un presidente que estigmatiza a la prensa
La violencia contra los periodistas en México es crónica. Empezó mucho antes de la llegada del Gobierno actual, pero organizaciones y organismos locales e internacionales aseguran que los continuos ataques a la prensa del presidente López Obrador no contribuyen a erradicarla. Desde la mañanera, la conferencia de prensa que ofrece a diario, arremete casi a diario contra periodistas y medios críticos con su Gobierno. La consecuencia, señalan los expertos, es que acaba estigmatizando a toda la profesión.
Su mensaje se replica además a nivel local. "Es un llamado a deslegitimar nuestra labor", señala De Anda, que ve a los funcionarios estatales o de ayuntamientos más envalentonados que nunca en sus ataques a la prensa.
Lourdes Maldonado mantenía una disputa laboral con el empresario, exsenador y exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, de Morena, el partido del presidente. La propia periodista acudió en 2019 a una de las "mañaneras" a pedir ayuda a López Obrador. "Temo por mi vida", le dijo. Cuando la mataron, en enero de este año, la Justicia acababa de fallar definitivamente en contra de Bonilla.
“¿A quién temes más, a los políticos o a los criminales?”, le preguntamos a Antonio.
"A los políticos, definitivamente, porque ellos gozan de impunidad. A los criminales, si se arma mucho escándalo, los acaban deteniendo. A los políticos, no", responde.