Karim El Hayani, de jugar descalzo en las calles de Tánger a correr ultramaratones sin zapatillas
Reportaje Más cerca
- Karim El Hayani se ha convertido en la primera persona en acabar descalzo el Marathon de Sables
- "Me enamoré de correr descalzo y no necesito zapatillas para nada"
Era el año 2016 cuando Karim El Hayani batía la marca mundial de 100 km descalzo en Santander, conseguía su primer récord Guinness. Cinco años después lograba el récord mundial de media maratón sobre nieve y hielo en Canadá, sin zapatillas.
Karim nació hace 28 años en el seno de una familia humilde de Tánger, donde es habitual trabajar entre 10 o 12 horas diarias para llevar algo de comida a casa y pagar el alquiler: "Yo veía que mi padre trabajaba muchísimo para que nosotros tuviéramos un plato de comida, que es algo tan sencillo que debería de tener todo el mundo, pero en algunos países cuesta muchísimo".
De niño, en Marruecos pasaba muchas horas en la calle, haciendo recados para llevar algo de dinero a su casa o jugando a las canicas o al pillapilla con los amigos. Para no estropear sus sandalias se acostumbró a jugar descalzo, así que cuando empezó a correr se dio cuenta de que las zapatillas le estorbaban
Un día, al final del entrenamiento, probó a trotar descalzo y se sintió muy bien: "Sentí una sensación de paz, de estar bien conmigo mismo, sentir el césped, sentir todo con mis pies, era un alivio, fue como quitarme un peso de encima, y desde ese día me enamoré de correr descalzo y no necesito zapatillas para nada".
Su último récord Guinness
Su última marca es del pasado mes de abril, al convertirse en la primera persona en acabar descalzo una de las carreras más duras del mundo, el Marathon de Sables. Son 250 Km en 6 etapas por el desierto del Sáhara, a 50 grados y con el cuerpo al límite.
El libro Guinness tendrá que abrir ahora una nueva página para Karim:"Un día haces 38 km, otro 40 y otro 85 km; y lo más duro de todo es que cuando terminas la etapa, después de todo el cansancio, tienes que ir a buscar palitos para hacer fuego para cocinar".
La organización solo les ofrece agua, el resto lo tienen que llevar los corredores en la mochila. Un reto físico y mental que puede sacar lo mejor de los corredores: "Allí haces amigos para toda la vida, porque estás muerto, no puedes más y viene otro corredor y te ayuda y te motiva, te da agua, gel o comida".
Un compañerismo que ya había vivido Karim El Hayani de niño en las calles de Marruecos: "Cuando vivía en Marruecos estábamos mucho tiempo en la calle, compartíamos una barra de pan con atún entre 10 niños y tocábamos a un poquito, pero te quedabas muy satisfecho".
Con la vista puesta en España
Con solo 10 años empieza a ir al puerto de Tangercon y, con la vista puesta en España, comienza su curiosidadad: "Yo era feliz como niño, pero como tenía que pensar en un futuro siempre veía a adolescentes o chavales en la misma situación que después de haber estado en España durante tres años volvían y bajaban de un coche bien vestidos..."
Un día, sin contarlo a su familia, cruzó a España agarrado a los bajos de un camión, tenía sólo 12 años: "No ves el miedo, aunque te estás jugando la vida. Porque muchos niños mueren intentando venir a España y se ve como algo normal".
Una vez en España pasó por un centro de acogida, un modelo que no le gusta: "Cuando llega un niño a un centro lo primero que ve es a un vigilante de seguridad con una porra que te mira con mala cara. Con eso ya te transmiten violencia y con violencia no se consigue nada positivo, parece una prisión para menores". "Hay que saber ganarse a los niños, darles una educación" añade.
Poco después fue acogido por Aldeas Infantiles SOS en El Escorial, en la sierra de Madrid, y allí descubrió su pasión por la carrera de Montaña. Una etapa que recuerda con cariño porque era lo más parecido a tener un hogar.
Un referente para menores extranjeros
Los menores extranjeros que llegan solos a España son niños que, como Karim El Hayani, se han visto obligados a abandonar sus hogares huyendo de la pobreza, de la guerra o la violencia. Sufren el discurso del odio o la desinformación en los medios de comunicación y las redes sociales.
Karim quiere ahora servir de referente a estos menores dando charlas en los centros de acogida: "Este tío ha estado en un centro de menores en la misma situación que nosotros y después ha ido a Nueva York, a Los Ángeles... A carreras por todo el mundo y les da esa confianza que necesitan para decir: yo también puedo hacerlo".
Después de tantos triunfos, reconoce que pensar en estos y otros menores vulnerables le da energía para llegar a meta en los momentos más duros de las carreras: "Me gustaría poder hacer algo grande para intentar ayudar a los demás y devolver un poco de lo que me han dado. Eso me da energía".