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Objetivo Igualdad

Miles de mujeres en América Latina sobreviven a la pandemia gracias a los microcréditos

  • Algunas entidades conceden créditos y asesoramiento a mujeres que sufren vulnerabilidad económica
  • Las emprendedoras pueden optar también a becas universitarias para sus hijos
  • Puedes ver la redifusión de Objetivo Igualdad este lunes a la 1:30 horas y en RTVEplay

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Mujer cosiendo a máquina
Mujer cosiendo a máquina

Olga Nidia Ortiz pidió su primer crédito en 2011. Bancamía, la entidad colombiana de la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), le otorgó 4 millones de pesos (casi 1.000 euros). Con ese dinero pudo hacer su sueño realidad: convertir el puesto de confección que tenía en el mercado de su pueblo, Dabeiba, en un verdadero taller.

“Yo tenía un lugarcito en el mercado donde iba a arreglar prendas. Un día pasó un asesor y me dijo que ellos apoyaban el emprendimiento y que me podrían ofrecer un crédito. No lo dudé. Ahora llevo ya 11 años trabajando con ellos. Y ha sido fundamental”, nos cuenta desde Colombia a través de Skype.

Conseguir autonomía económica a través de microcréditos

Con la ayuda de su hija diseñaba y cosía sobre todo vestidos de fiesta para sus vecinas. Hasta que la entidad financiera que le iba dando créditos ofertó becas de estudios y Kelly Joana la ganó, lo que la ha convertido en una joven feliz de 20 años, a juzgar por su enorme sonrisa durante la entrevista. Durante la conversación nos explica que ha podido conseguir lo que siempre anheló: estudiar Diseño de Moda en la Universidad de Medellín, a 6 horas en coche de Dabeiba.

Mi vida ha cambiado, nunca pensé que pudiera estudiar por falta de recursos económicos

“Gracias a Dios obtuve el primer puesto, gané la beca y ahora me pagan la carrera. Además, me dan un subsidio mensual y todo ello ha cambiado mi vida de manera extraordinaria, porque nunca pensé que pudiera estudiar por falta de recursos económicos”, nos explica también por videoconferencia.

Yunus propone un nuevo modelo económico: una banca solo para pobres y más empresas sociales

La ONU calcula que cuando una mujer gana un dólar gasta el 70% en su familia, una proporción que desciende al 30% en el caso de los hombres. Es lo que llevó a Muhammad Yunus a impulsar el apoyo económico a las mujeres más pobres a finales de los años 70, una iniciativa cuyos resultados espectaculares le valieron el Premio Nobel de la Paz en 2006.

Pérdida de trabajo por la pandemia

ONU Mujeres lleva años trabajando para impulsar los microcréditos como un modo de promover el empoderamiento económico de las mujeres en América Latina, tanto en el medio rural como en el urbano. Calculan que en el tramo de edad entre 25 y 34 años, hay 117 mujeres en extrema pobreza por cada 100 hombres y advierten de que la brecha de género se ha agudizado con la pandemia. El impacto de la crisis generada por el COVID-19 ha sido peor sobre las mujeres con una mayor destrucción de puestos de trabajo o abandono de la actividad informal en la que ellas también se emplean más. La pandemia ha representado un retroceso de 18 años, según la Fundación Microfinanzas BBVA.

“Las mujeres de América Latina tienen una mayor exclusión financiera. Solo el 55% de ellas tiene una cuenta bancaria. Y eso implica que cuando necesitan financiación recurren a familiares o amigos o a la usura con tipos muy altos que no pueden asumir”, detalla Laura Fernández Lord, responsable de Sostenibilidad y Empoderamiento de la Mujer de esta fundación.

Las entidades de la FMBBVA, que opera -además de en Colombia- en Perú, República Dominicana, Chile y Panamá, han desembolsado en 15 años más de 16.500 millones de dólares a 5 millones de emprendedores. El 59% son mujeres, que sufren en mayor medida situaciones de vulnerabilidad económica y pobreza extrema (un 26 % son pobres y un 77% es vulnerable).

“Las mujeres de América Latina tienen una mayor exclusión financiera. Solo el 55% de ellas tiene una cuenta bancaria"

ONU Mujeres insiste en la importancia de incluir a las mujeres en los circuitos financieros, pero sigue existiendo discriminación. Por ejemplo, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), las chilenas tienen un 18% menos de probabilidad que los hombres de que les aprueben un crédito en una entidad bancaria. Y esto que la morosidad es casi inexistente entre las mujeres y diferentes organismos a nivel mundial han calculado que ellas devuelven el 95% de los créditos que reciben frente a un 30% de morosidad masculina.

Asesoramiento y seguimiento, además del crédito

La concesión de los créditos, nos explica Fernández Lord, implica no solo dinero: “Estamos hablando de créditos, pero también de ahorro, de microseguros, etc. No es solo dar un crédito y ya. Hay que enseñar a estas personas a usarlo de manera productiva, les enseñamos a ahorrar, les explicamos por qué es importante hacer presupuestos, llevar una contabilidad… Porque la mayor parte de los emprendedores no saben cómo hacerlo”.

Una de las personas que se encarga de hacer este trabajo es Shirley Torres, que recorre aldeas recónditas de Perú asesorando a las mujeres que quieren montar un negocio o transformarlo. “Antes del crédito tenemos tres reuniones. En la primera les explicamos en qué consiste el producto. En la segunda les damos formación y en la última firmamos los documentos”, dice orgullosa de su trabajo.

Para algunas solicitar un préstamo no es sencillo. Y aquí nos topamos con el machismo. “Muchos hombres se molestan si sus mujeres quieren créditos, porque se preguntan que por qué no les basta con lo que ellos aportan. Y se crean situaciones delicadas. Tanto es así que muchas de ellas lo piden pero lo hacen a escondidas. Y cuando llevan un año le cuentan al marido. Es ahí cuando los hombres empiezan a mirarlas de otra forma”, confiesa Fernández Lord.

A pesar de los muros mentales, tanto las mujeres emprendedoras como las entidades financieras sostienen que sin el empoderamiento de las mujeres es difícil que alcancemos la igualdad de género. Además -dicen-, ayudarlas contribuye no solo a la mejora de la calidad de vida de muchas familias, sino también al progreso de los países.