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Conflicto palestino-israelí

Un año de la última guerra entre Israel y Hamás: una frágil tregua tras los últimos atentados

  • El intercambio de ataques dejó un rastro de destrucción todavía visible en barrios enteros de Gaza
  • Doce meses después, la tensión ha crecido en las últimas semanas y nadie descarta que la chispa prenda de nuevo

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La tensión crece en Gaza, un año después de la última guerra entre Israel y Hamás

Fueron once días en los que Israel bombardeó la Franja de Gaza intensamente: unas 1.500 bombas mataron a 230 palestinos, la mayoría civiles. Once días en los que Hamás y la Yihad Islámica lanzaron más de 4.300 cohetes hacia territorio israelí, matando a 13 personas.

Ataques que dejaron también un rastro de destrucción que todavía hoy, un año después, es visible en barrios enteros en Gaza, donde unos 12.000 edificios fueron destruidos o seriamente dañados.

La mayor escalada bélica entre Israel y las facciones palestinas gazatíes en siete años no estalló de la noche a la mañana. Semanas antes de que el 10 de mayo comenzaran abiertamente las hostilidades la tensión había ido a más en varios frentes.

Uno de ellos fue el barrio del este de Jerusalén Sheij Jarrah, ocupado por Israel y donde decenas de familias palestinas iban a ser desalojadas de forma inminente en favor de una organización judía. Allí los choques eran habituales, al igual que en la puerta de Damasco -centro de reunión de muchos jóvenes palestinos frustrados por la ocupación- y, sobre todo, en la explanada de las Mezquitas.

La incursión de fuerzas israelíes en la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar más sagrado para los musulmanes, hizo que el vaso de la paciencia rebosara. Hamás terminó cumpliendo su amenaza y por primera vez en muchos años lanzó cohetes sobre Jerusalén (habitualmente sus proyectiles alcanzan ciudades israelíes cercanas a la Franja).

Pronto la violencia se extendió a Cisjordania y, por primera vez en años, a las llamadas ciudades mixtas israelíes, donde la convivencia entre árabes e israelíes siempre ha sido muy difícil.

Algunos analistas apuntan a que nadie esperaba que la situación degenerara tanto, pero la situación política lo propició. Por aquel entonces, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu trataba de formar Gobierno sin conseguirlo tras cuatro elecciones generales fallidas. Una ofensiva en Gaza serviría para mostrar fortaleza ante sus potenciales socios, en un momento en el que su imagen estaba lastrada tras 12 años en el poder y por los casos de corrupción.

Hamás, que gobierna de facto la Franja desde 2007, también aprovechó las circunstancias. Enfrentado a Fatah y a la Autoridad Palestina -que gobierna Cisjordania-, quería erigirse como los defensores de la Ciudad Santa. El presidente Mahmoud Abbas había cancelado las elecciones palestinas y el descontento entre muchos sectores de su pueblo iban a más. Su imagen de debilidad fue aprovechada por los dirigentes de Hamás, que después de la escalada bélica ganaron en popularidad tanto en la Franja como en Cisjordania.

Aumenta la tensión en las últimas semanas

Tras once días de enfrentamiento bélico, la mediación de Egipto consiguió un alto el fuego que se mantiene hasta hoy con más o menos dificultades.

En estos 12 meses, Israel ha empezado una nueva etapa política. El nuevo Ejecutivo, una coalición de ocho partidos -incluido uno de corte islamista- se ha marcado como principal objetivo la recuperación económica tras la pandemia de coronavirus.

Sin embargo, es imposible evitar el conflicto con Palestina, como ha podido comprobar en los últimos meses. Porque han vuelto los atentados en ciudades israelíes y se han incrementado los choques en Cisjordania con decenas de palestinos muertos. También han vuelto los disturbios en la explanada de las Mezquitas.

El Gobierno israelí ha tenido algunos gestos para intentar templar los ánimos. Ha aumentado los permisos de trabajo para los cisjordanos y gazatíes que buscan empleo en Israel y se han multiplicado los contactos al más alto nivel con la Autoridad Palestina. Ha permitido también la vuelta de los fondos de ayudas que países del Golfo envían mensualmente a Gaza. Sin embargo, la tensión va a más en las últimas semanas y nadie descarta que la chispa prenda de nuevo, provocando una nueva confrontación bélica entre Israel y Hamás.