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Festival de Cannes

Albert Serra fascina y parte Cannes en dos: "No es que no supiera hacer una trama, es que no me daba la gana"

  • Entrevista con el único cineasta español en competición por la Palma de Oro, que presenta Pacifiction, participada por RTVE
  • En su cinta más narrativa, acompaña a un alto funcionario francés en una intriga dentro de la atmósfera alucinada

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El actor Benoit Magimel (izquierda) junto a  Albert Serra en la alfombra roja de Cannes.
El actor Benoit Magimel (izquierda) junto a  Albert Serra en la alfombra roja de Cannes.

Albert Serra es puro Cannes. El festival puede presumir de haber acogido y premiado películas rompedoras y Pacifiction juega a eso: una cinta a contracorriente dentro del panorama audiovisual general -e incluso de la competición de este año en el festival, poco dada a la sorpresa-. Cine hipnótico, una gema de originalidad en la que perderse y con la que Serra ya ha partido el festival en dos: los que le dan la Palma de Oro y los que se encogen de hombros.

Asociado a un cine puramente visual, antinarrativo, cercano a lo museístico, el director catalán se agarra esta vez al hilo de una trama política para sumergir al espectador en una envolvente, confortable y malsana, atmósfera en la polinesia francesa. Al representante político del estado francés (un magnético Benoît Magimel) le llega la preocupación de la población local sobre nuevos experimentos nucleares del ejército francés. Y comienza a buscar respuestas dando vueltas por Tahití –no sabe si en círculos o en espiral- mientras comprende con extrañamiento que solo es un peón insignificante.

Autoproclamado mejor director del cine de autor en España, Serra celebra su llegada a la competición por la Palma de Oro, paso lógico tras pisar todas las secciones del festival. ¿Una segunda Palma de Oro para un cineasta español en Cannes tras la de Luis Buñuel por Viridiana en 1961? No es imposible, aunque el propio Serra, consciente de ser una isla, lo cree poco probable. En una playa de la Croisette, confiesa que le da igual. Como casi todo, menos la originalidad y el futuro de las imágenes. Es difícil separar al teórico del cine del niño grande. Albert Serra merece ser escuchado esta semana.

PREGUNTA.: Pacifiction es tu película más narrativa: hay una trama de intriga, una progresión, una evolución en el personaje principal.

RESPUESTA.: Sí, ¿Qué se pensaba la gente? ¿Qué no sabía hacerlo? No es que no supiera, es que no me daba la gana.

P.: El primer pase ha dejado la impresión de que es la película más original de la sección oficial hasta ahora.

R.: Es mi obsesión: la originalidad. Intentar pensar imágenes del futuro en el sentido de que no se asemejen a la tele, ni a las plataformas, ni a las series, ni a lo que era el cine antes. ¿Qué puede aportar el cine? Unas imágenes que justifiquen todavía que la gente pague 10 euros y vaya a la sala en lugar de tener por 10 euros en casa 300.000 películas. Hay que dar algo diferente, otro tipo de experiencia donde esté la complejidad, la ambigüedad, el viaje. Modestamente, pienso que la película intenta esto.

'Pacifiction', de Albert Serra: la película española que opta a la Palma de Oro en Cannes

P.: ¿Y crees que el público cada vez demanda menos esto?

R.: Puede ser. Diría que ese es otro tema, con el que estoy de acuerdo, pero quizá también es que las cualidades de esta película son sutiles. Son cosas finas que no son evidentes para todo el mundo. Hay que entender un poco de entrada y tener muy buena predisposición. Y, segundo, entender qué te está ofreciendo de diferente. El impacto, un poco físico, de estar delante de una cosa más original lo puede experimentar todo el mundo, pero exactamente ver por qué esas imágenes son importantes es más sutil. Al público contemporáneo se le ofrece el tipo de adicción que se genera en las teleseries, donde todos los significados son inmediatos, evidentes, donde hacen lo que sea para captar permanentemente su atención. ¿Hasta qué punto puede entender esto? No lo sé, pero no voy a parar nada.

Habrá que ver los próximos cinco años. La gente también se empieza a cansar un poco de las plataformas. Porque son experiencias de consumidor que dejan un vacío. Están basadas en la adicción y es como la droga. Te deja depresión. Parece que entretiene pero te deja asqueado de ti mismo. Y viene la resaca.

Las plataformas están basadas en la adicción: parece que entretienen, pero te dejan asqueado de ti mismo

P.: "La política es una discoteca. Está fuera del tiempo", se dice en la película.

R.: Sí, es una cosa que se retrata bastante bien, algo que vemos constantemente: el poder y el pueblo cada vez están más distanciados. Y de ahí la desafección de muchos ciudadanos respecto a la política y el éxito de muchos populistas: porque vuelven a conectar a la gente. Esa es también la gracia de la película: un alto funcionario que dice lo que piensa, que hace lo que piensa, que está ahí.

P.: ¿Ha crecido tu preocupación política?

R.: No, nunca la he tenido y ahora tampoco. Soy como el personaje de la película, que está fuera del mundo, es decir, me van a pasar por encima. No es que tenga preocupación, pero pienso que es un tema que está cada día en las noticias, que el poder está en un lado y la gente en otro.

P.: Es curioso que trates el tema de las pruebas nucleares y ahora, que llega el estreno, es una preocupación resucitada por la guerra. También se ridiculiza como máxima expresión del nacionalismo.

R.: Sí, ¡visionario! Sale el poder militar, que es una cosa bastante grotesca. Y luego aparece esa idea del pueblo: si realmente es una entidad, si el poder lo defiende. Si el pueblo es una cosa cerrada, de fronteras, o si tendría que ser una cosa más de comunidad.

Fotograma de 'Pacifiction'
Fotograma de 'Pacifiction'

Fotograma de 'Pacifiction' Cannes

P.: Hablando de poder político. Los productores independientes han alertado de que la nueva Ley Audiovisual penaliza al cine de autor

R: ¿Qué quieres que le diga? Parce ya un complot mundial de las grandes empresas y de los intereses para que a la gente se le esclavice y no se permitan proyectos diferentes que, al final, son riqueza. Parece que se tiende al monopolio: todos como corderos viendo lo mismo. La diversidad, a todas luces, es lo más importante, sobre todo cuando se habla de productos culturales. No conozco los detalles de por qué ha ocurrido. Se me escapa. Supongo que hay intereses que hacen ganar o perder elecciones y tienen que darles lo que ellos quieren. Sin esta explicación, sería algo maligno totalmente. Pero, aun así, sería paradójico porque si quieres ganar elecciones en teoría es para hacer el bien. Si luego no lo puedes ejecutar no tiene sentido. La película habla de esto también.

Con muchas cosas que digo no hago amigos, pero lo hago para defender al cine de autor

P.: ¿Te divierte la imagen pública que proyectas cuando afirmas que eres el mejor cineasta español vivo?

R.: Me divierte si lo que digo me divierte a mí mismo. Aunque el fondo de muchas cosas de las que digo no son para defenderme a mí mismo, sino al cine de autor en general. No lo hago para mi propio beneficio porque no haces muchos amigos con lo que digo. Me sacrifico a mí mismo. Pero es para que quede clara la idea de defensa del cine de autor. Otros se aprovecharán sin tener el riesgo.

P.: Volviendo a la película. Cada escena tiene especial cuidado con los diálogos y la dosificación de la información. ¿Hasta qué punto son improvisaciones?

R.: Sí, los diálogos son geniales. Es una cosa, que solo tengo yo, y que cuesta un poco de explicar. Me gusta desestabilizar, no dar nada por sentado respecto a los actores. Benoît Magimel es un actor extremadamente dotado, muy intuitivo. Lo que hacíamos era utilizar un pinganillo y le iba diciendo frases. Otro día le decía que no había pinganillo y que ya veríamos. Otro día le decía frases, pero sin el pinganillo. Otro día le ponía el pinganillo y otra persona le daba órdenes sin él saberlo. Todo era intuición para crear algo orgánico, pero que sea algo que se reinventa constantemente. Y con inocencia.

P.: Al mismo tiempo, al alargar tanto las escenas, aparece el realismo dentro de esa atmósfera mortecina.

R.: Eso es cierto. Estás en el corazón de la escena, tiene algo muy crudo y salvaje. Realmente parece que estés allí en esa realidad. Pero el mismo tiempo, puede durar muy poco o mucho. El desarrollo de la escena es totalmente arbitrario. Es un cine narrativo que no se sabe de qué manera narra. Ni yo mismo lo sé, de hecho.

P.: La sensación es como estar dentro de una gran novela especialmente descriptiva. Críptica y, al mismo tiempo, fácil de seguir.

R.: Correcto. Lo único difícil de la película es el tono y la atmósfera. Mi obsesión eran algunas escenas que creaban imágenes inéditas. Algunos diálogos completamente abstractos, absurdos, al límite de lo grotesco, pero que son emocionantes y funcionan.

P.: Decías antes que estabas fuera del mundo, como el protagonista. Por su dandismo, parece un trasunto tuyo. Y dice ideas que puedes suscribir, como que "la autoficción es una plaga".

R.: Lo del trasunto es muy aventurado. Pero ¡sí!, cuando presenta a la novelista dice: "una lengua extranjera capaz de crear confusión en lugar de esclarecimiento fácil".

El actor Benoit Magime, en la alfombra roja de 'Pacification'.

El actor Benoit Magime, en la alfombra roja de 'Pacification'. SAA/ATA

P.: Y reivindica la libertad de los escritores del siglo XVII y XVIII, alqo que enlaza con Liberté, tu anterior película.

R.: Exacto. Lo hice como pequeño guiño a mí mismo. Pero no se trata de que antes todo era mejor. Hoy es más difícil porque antes las imágenes de cine eran icónicas por sí mismas, porque no había nada más. Ni internet, ni móviles, ni plataformas. Y generaban como una especie de éxito, de reverberación natural y de importancia. Ahora, la importancia la tienes que crear, que buscar, que luchar. Compites con otras muchas imágenes que nos rodean constantemente. Tiene más mérito porque hay que crear algo realmente relevante. Dicho esto, unas imágenes de Buñuel son tan singulares que incluso hoy destacan. Son un mundo aparte. Y esa es la pulsión que también busco.

"La película es también hasta qué punto puedes ser desafiante sin suicidarte tampoco con el riesgo"

P: En esa sobreabundancia, ¿queda algo sagrado en las imágenes?

R.: Más que nada, se está intentando reducir su potencialidad, que es algo que no tienen el lenguaje escrito. Su ambigüedad. La imagen puede describir intuitivamente algo, pero nunca lo puedo atrapar. La literatura lo atrapa, pero la imagen no. Tiene este potencial de ambigüedad, de flujos contantes. Y, en cambio, lo que hacen las imágenes de hoy en día es simplificar: reducir esa ambigüedad para proyectar unos significados que te dejen adicto y estés constantemente atento. Eso hace que mi película sea difícil de explicar. Mi proceso de creación se basa en la inocencia porque hay que compensar toda la autoconsciencia: las herramientas de puesta en escena, el montaje, que son muy efectistas. Por eso busco que le creación tenga algo de genuino, de fundacional. Y eso no es fácil, porque ves imágenes que nacen muertas en el sentido de que ya las has visto 300.000 veces. Es como la historia de amor que hay: me interesa porque es imposible. Hablar de problemas de pareja lo hemos visto ya mil veces.

P.: ¿Qué cine te interesa de tus contemporáneos? ¿Has visto en Cannes algo?

R. Solo el cine de autor que se hace en el mundo. Me gustó la película de Cristian Mungiu (R.M.N). Muchos me gustan. Es verdad que ahora es difícil y mi película es también esto: hasta qué punto puedes ser desafiante sin suicidarte con el riesgo.