Las claves del acuerdo de la UE para abandonar el petróleo de Rusia: excepciones, alternativas y la amenaza de la inflación
- Los Veintisiete pactan un proceso progresivo para dejar de comprar crudo ruso, lo que permitirá buscar nuevos proveedores
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La Unión Europea ha dado este martes un paso más para reducir su dependencia de los hidrocarburos rusos: los líderes de los Veintisiete han alcanzado un acuerdo que, de aquí a final de año, prevé recortar hasta un 90% las importaciones de petróleo desde Rusia, el principal proveedor del bloque. La prohibición de esas importaciones será progresiva, para dar tiempo a encontrar nuevos proveedores, y excluye por ahora el crudo que llega por oleoducto, una exigencia de Hungría para apoyar el acuerdo.
El húngaro no era el único gobierno reticente a una prohibición que desbloquea el sexto paquete de sanciones contra Moscú por la invasión de Ucrania, ya que hay varios socios con una enorme dependencia del suministro ruso. Eslovaquia compra a Moscú cerca del 80% del petróleo y si se considera únicamente el crudo, su dependencia es del 99%. También Finlandia, Polonia o la República Checa dependen enormemente del petróleo ruso y Alemania, la mayor economía del bloque, compra hasta un tercio de todo el que consume.
La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de una dependencia que se extiende a todos los hidrocarburos: en las últimas dos décadas, Rusia se había convertido en el principal proveedor energético de la Unión Europea, gracias a un suministro cercano y barato. Según las estadísticas de Eurostat, en 2020 -último año con datos completos- proporcionaba el 45% del carbón, casi el 40% del gas y cerca del 25% del petróleo que compraron los países comunitarios.
Los Veintisiete ya habían prohibido la importación de carbón ruso, si bien las compras de los contratos en vigor se pueden mantener hasta agosto. Y ahora le ha llegado el turno al petróleo: aunque las importaciones de productos petrolíferos por parte de los socios comunitarios han descendido de forma constante desde 2016, cuando alcanzaron su récord con casi 234 millones de toneladas, el acuerdo de este martes pretende reducir las compras un 75% de forma inmediata, un 90% a final de año y, más adelante, trabajar para eliminarlas por completo.
Reducción progresiva y excepciones
El primer paso será la prohibición de todas las importaciones por barco, que suponen en torno a dos tercios del total, según ha indicado el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, mientras el tercio restante llega a través de oleoductos. Se excluye así, al menos de momento, la tubería Druzhba, que parte de Rusia y recorre el sur de Bielorrusia antes de dividirse en dos ramales: uno al norte, que cruza Polonia y llega a Alemania, y otro al sur, que pasa por Ucrania, Hungría y Eslovaquia antes de terminar en República Checa.
Según fuentes comunitarias citadas por Efe, Alemania y Polonia se han comprometido a detener las importaciones de crudo a través del ramal norte, que transporta unos 25 millones de toneladas, por lo que la excepción solo recoge el tramo sur del oleoducto, por el que transitan otros 12,8 millones de toneladas anuales.
Esta exención era una exigencia de Hungría, que recibe el 65% de su suministro de crudo a través de Druzhba, para apoyar el paquete de sanciones, que requiere de la unanimidad de los Veintisiete. El objetivo, en cualquier caso, es ampliar la prohibición de importar también a los oleoductos en el medio plazo, a medida que se encuentren proveedores alternativos, aunque no hay fecha prevista aún. Por el momento, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha apuntado que en dos meses se va a ampliar la capacidad del oleoducto Adria, que conecta Hungría con Croacia y el mar Adriático.
También se han establecido excepciones para el cese de la importación de productos petrolíferos refinados: según AFP, se ha aceptado la petición de la República Checa de contar con una moratoria de un año y medio, mientras que aún se discute si se conceden los dos años que solicitan Eslovaquia y Bulgaria, ya que los términos definitivos del acuerdo se fijarán en una reunión técnica de los embajadores comunitarios este miércoles.
A la búsqueda de proveedores
La cuestión esencial es qué proveedores disponen de excedentes para proporcionar los 2,7 millones de barriles de crudo diarios -y otros 1,5 millones de productos destilados, sobre todo diésel- que los países de la Unión Europea compraban hasta ahora a Rusia. El principal candidato es Estados Unidos, que ya exporta más de once millones de barriles al día y que podría poner en el mercado por encima de un millón de barriles adicionales, teniendo en cuenta que el precio actual hace rentables las explotaciones más costosas.
Arabia Saudí también cuenta con cerca de un millón de barriles excedentarios y Emiratos Árabes Unidos puede inyectar unos 750.000 barriles diarios más. Ambos, sin embargo, forman parte de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), muy vinculada a Moscú, puesto que Rusia se incluye en la OPEP+, una decena de países productores que no forman parte del cártel aunque colaboran con él. En su última reunión, los miembros de la OPEP decidieron elevar su producción conjunta en 430.000 barriles diarios, un incremento relativamente pequeño que busca mantener altos los precios del crudo.
Lo que parece seguro es que, con el mercado mundial ya tensionado por la elevada demanda, los socios europeos tendrán que pagar más caro el petróleo, lo que puede alimentar una inflación ya disparada. Este mismo martes, Eurostat ha publicado que los precios de la eurozona subieron en mayo el 8,1%, con la energía como principal factor de incremento de los precios: ha subido un 39,2% respecto a mayo del año pasado.
Sustituir el petróleo ruso también presenta inconvenientes técnicos. Por ejemplo, no todos los crudos son iguales y las refinerías están adaptadas a unas propiedades -densidad, viscosidad, volatilidad- concretas. El crudo de los Urales, la referencia rusa, es de densidad media, al igual que el Arab Light saudí, mientras que el Dubai, de referencia en el Golfo, es más pesado; todos ellos, en cualquier caso, son de menor calidad que el Brent y el West Texas Intermediate, las referencias en Europa y Estados Unidos, respectivamente. Pese a todo, la complejidad logística es menor que la de reemplazar el gas, la otra gran dependencia energética que la Unión Europea tiene pendiente con Rusia.