'Diez mil elefantes', una brillante reflexión literaria y artística sobre el pasado colonial español
- Hablamos con sus autores, el guionista español Pere Ortín y el dibujante ecuatoguineano Nzé Esono Ebalé
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En 1944, un equipo de fotógrafos y cineastas españoles viajó a Guinea Ecuatorial para retratar la vida colonial de la “España Negra” en el corazón de África. Una historia que fascinó al periodista y cineasta Pere Ortín, que escribió el guion del documental Un día ví 10.000 elefantes (Alex Guimerà, Juan Pajares, 2015). Pero no quedó totalmente satisfecho del resultado y ahora retoma la historia de ese pasado colonial español en la novela gráfica Diez mil elefantes (Reservoir Books), que ha dibujado el artista ecuatoguineano Nzé Esono Ebalé, al que recordaréis porque en 2017 fue encarcelado en Guinea tras realizar La pesadilla de Obi, una novela gráfica en la que denunciaba los abusos del dictador Teodoro Obiang.
Uno de los grandes cómics españoles de este 2022, que es una brillante reflexión literaria y artística, y que surgió de esa expedición que obsesiona a Pere Ortín desde hace más de dos décadas: “Este cómic es la culminación de más de 20 años de investigación periodística, desde que descubrí la historia de esta expedición en un viaje a Guinea. Allí unos ancianos me contaron que hace décadas unos cineastas llegaron allí a hacer películas. Me quedé fascinado con esa idea y al regresar a España empecé a investigar sobre el tema y terminé descubriendo que existió esa expedición de Hermic Films, entre 1944 y 1946, y que en la Filmoteca Nacional se conservan más de 30 películas y 5.000 fotografías”.
“Entonces comencé a buscar a algún posible superviviente de esa expedición –continúa-. Aunque sin ningún éxito, porque si hubiera algún superviviente sería muy mayor. Pero me llegó el rumor de que en un pequeño pueblecito de la costa almeriense, Aguadulce, podía residir el único miembro vivo de aquella expedición, su director, el cineasta y fotógrafo Manuel Hernández-Sanjuán. Así que me fui hasta allí y pude conocerlo. Tenía 94 años, pero recordaba ese viaje que hizo con 24 años. Nos hicimos muy amigos y hablamos mucho sobre esa expedición e incluso, antes de morir, me hizo el regalo más bonito que me han hecho nunca: una maleta negra con los más de 5000 negativos originales de esa expedición”.
“Yo me había hecho amigo de Nzé en Guinea –continúa el guionista-, y cuando salió de la cárcel, después de pasar ocho meses encerrado, pasamos unas semanas en Barcelona y decidimos hacer esta novela gráfica que también es un libro de arte. Y, como digo, la culminación de más de 20 años de trabajo”.
Nzé Esono Ebalé nos comenta por qué quiso hacer esta novela gráfica: “Fundamentalmente por la amistad que nos une, pero también porque el guion era espectacular y hablaba sobre mi tierra e incluso sobre mí. A eso le añadiría mi activismo y mi interés por lanzarme a un mundo, el de la novela gráfica, que me apasionaba y que no conocía muy bien. Y creo que hemos logrado algo muy especial que va a sorprender aquí y que me gustaría que sorprendiese también en Guinea”.
La colonización vista por un guineano
Aunque el cómic se base en la investigación sobre esa expedición, Pere Ortín decidió narrar la historia desde el punto de vista de un indígena guineano que no entiende a esos extranjeros (los españoles) que les quieren imponer sus extrañas costumbres. “Lo utilizamos porque buscábamos un narrador que no estuviera condicionado por su posición, como el director de la expedición o alguien que estuviera en contra, como un activista de hoy que investigase aquellas imágenes. Cualquiera de ellos iba a condicionar mucho la narrativa”.
“Además -continúa el guionista-, la idea del cómic nació cuando Nzé estuvo en la cárcel y pensábamos que el régimen dictatorial de Guinea lo iba a matar, fingiendo que había tenido cualquier accidente. Ese momento tan duro fue como una epifanía, en el sentido de que sentí que tenía que contar la historia desde otro punto de vista que no fuera el de los colonialistas, sino con una mirada como la que tiene Ramón. Por eso decidimos no imaginar la historia como imaginan los blancos y decidimos que cualquier cosa que construyéramos nos tenía que servir también para inventar un futuro posible. Investigar cómo un guineano y un español, un blanco y un negro, podíamos trabajar juntos de otras maneras, incluso utilizando el pasado racista y colonial de España en Guinea”.
“Queríamos -continúa-, enfrentarnos a una situación tan compleja como el colonialismo, que es tan fácil de criticar desde el presente, pero que tiene tantas aristas, y usarlo para construir un futuro mejor desde la imaginación. Por supuesto que hay que criticar el colonialismo y todo lo que ahí sucedió. Pero… ¿qué pasa cuando nos enfrentamos de otra manera a eso? Cuando usamos la creatividad y nos alejamos de la superioridad que habitualmente planteamos los blancos en cualquier discurso que no dominemos”.
“El caso más evidente son las culturas, sociedades, pueblos e individuos africanos, de los que prácticamente lo desconocemos todo. Porque nuestra mirada colonial, a día de hoy, sigue juzgándolos con una supuesta superioridad ética, moral, intelectual… que yo no sé de dónde la sacamos, pero que evidentemente a mí me parece que no existe. Ese era el gran desafío para nosotros. Y por eso Ramón y yo queríamos saludar a la belleza del poeta Arthur Rimbaud, saludar a la belleza de otras formas. Así nació este artefacto literario, visual, estético, con cosas que hago yo, con cartas antiguas, con dibujos que hace Ramón, con un guion, pero que tiene muy poco texto… Un artefacto que, sobre todo, busca saludar a la belleza”.
“Mi padre me ha servido de inspiración”
En cuanto a cómo era esa Guinea que retratan en el cómic, el dibujante asegura que: “Mi padre nació allí en 1940, así que para este cómic me ha servido de inspiración. Él te diría que fue una época dura, por lo que debemos estar agradecidos de haber nacido más tarde. Mi padre era muy devoto de un santo fang (una etnia de Guinea), cuya historia, que podría aparecer en Diez mil elefantes, es la historia de los porteadores que aparece en el cómic. Espero que mis descendientes puedan conocer la historia de mis padres en un futuro”.
“Una época –añade el dibujante-, en la que los guineanos éramos esclavos en nuestro propio país, porque no hacía falta que te llevasen fuera. Y esta historia hemos querido contarla desde esta época actual, en la que hemos madurado, y con un lenguaje más atractivo, como yo digo”.
Un cómic influenciado por ‘El corazón de las tinieblas’
Diez mil elefantes tiene mucho de poético, tanto en su texto como en sus bellas imágenes. “No queríamos hacer simplemente una memoria dibujada ni nos preocupaba ser totalmente objetivos, porque en realidad nadie sabe lo que pasó allí realmente -confiesa Ortín-. Lo que queríamos era crear nuevas ideas genuinas. Por eso en el cómic hay todo tipo de elementos muy diversos, desde cartas, mapas, fotografías… Es lo poético que dibuja la cabeza y la mano de Ramón, y es lo poético que dibujo yo con mi cabeza y con mi mano también. ¿No son eso ideas genuinas?"
El título, Diez mil elefantes, también parece algo poético. “Reconozco –asegura el guionista-, que todo este proyecto está influido por El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. La primera vez que viajé a África Central era muy jovencito y lo hice movido completamente por esa novela, con todas sus virtudes y defectos, que han señalado intelectuales tanto europeos como africanos. Pero yo me quedo con ese río, esos elefantes, ese marfil…”
“Ese viaje mítico de remontar un río, ya sea en busca del Dorado o de un cementerio de elefantes sigue funcionando como motivación para mí –añade Ortín-. En el cómic también intentamos inventarnos una mitología sobre esa expedición real que pasa por nuestras manos, nuestras cabezas y nuestros corazones. Es una idea mítica, una alegoría que nos sirve para pensar también en cuántas de esas verdades inventadas sobre África han construido la realidad de ese lugar, de esas gentes, culturas y sociedades. Hay demasiada gente viviendo de los fantasmas de África, unos fantasmas que sólo existen en las cabezas de los blancos”.
“Pensé que si me iban a matar, esa era la oportunidad perfecta”
Nzé Esono Ebalé ha dibujado el cómic con bolígrafos Bic, logrando páginas de sorprendente belleza. Pero lo más insólito es que desarrolló esta técnica cuando estaba encarcelado por el régimen de Teodoro Obiang. “Durante mi encarcelamiento en la prisión de Black Beach, solo pensé que iba a morir en una ocasión –confiesa-. Fue el 28 de noviembre de 2018, durante un motín que fue duramente reprimido. Fue un momento de auténtico terror, porque nunca me habían lanzado gases lacrimógenos. Ese día ví torturas, rompimiento de piel…Y encima esa cárcel era una auténtica ratonera. Pensé que si me iban a matar, esa era la oportunidad perfecta”.
“Afortunadamente –añade el dibujante-, yo estaba en esa cárcel con un gran apoyo internacional y el enorme apoyo de mi familia, que es muy consciente de la realidad política del país. Creo que solo sobreviví gracias a ese apoyo. También gracias a ese apoyo pude dibujar en Black Beach. Creo que durante esa estancia es cuando más he dibujado en la vida. Y salí de allí con muchísimas ganas de dibujar. De contar con mis dibujos cómo la dictadura sigue y cómo podemos evitar que otras personas acaben en Black Beach por sus ideas”.
Cómo decimos, fue allí donde desarrolló su técnica de dibujo con bolígrafo, ya que era lo único que podía conseguir. “Cuando salí de la cárcel ya tenía un manejo de los bolis BIC considerable –confiesa-. Ya me habían llamado mucho la atención desde que leí Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris. Y cuando me ofrecieron esta historia tan hermosa sobre Guinea decidí que iba a arriesgarme a usar los bolígrafos, aunque había acabado un poco cansado de ellos en la cárcel. También tengo que agradecer a Pere Ortín que la historia sea tan espectacular porque eso me ha hecho esforzarme lo máximo posible para estar a la altura”.
Una jungla tan irreal como poética
Destacar la jungla que retrata Nzé Esono Ebalé, que tiene mucho de irreal y poética. “Es muy difícil dibujar la jungla, como mucho se puede imitar –asegura el artista-. Yo he vivido mi infancia en la selva y cuando la dibujaba solía usar un estilo abrumador. Pero la selva tiene algo mágico y es que también se expresa. Por ejemplo, mi madre se comunicaba con la selva a través de su línea espiritual de curandera y mi padre siempre ha estado también muy ligado a la selva. Yo soy más un ratoncito de ciudad, porque me fui a vivir allí”
“Pero mi visión de la selva, como miembro de la comunidad Fang de la región continental, no tiene nada que ver con la que tienen otras etnias de la zona, que tienen otro lenguaje y se relacionan con la selva de otras formas. Pere también ha viajado mucho por la selva y tiene su propia visión. Yo lo que he retratado es una selva moderna, con mucho colorido, con algunos momentos muy rosas, otros muy azules… Es una selva que surge de la imaginación más que de la realidad, porque para mí, la selva es la propia naturaleza hablándonos e inspirándonos”.
¿Tiene España alguna responsabilidad con Guinea?
Una de las preguntas más repetidas de la actualidad es si los antiguos países coloniales deberían reparar a esos territorios a los que expoliaron todo lo que pudieron. Por eso preguntamos a Nzé Esono Ebalé si piensa que España tiene alguna responsabilidad con Guinea. “Los guineanos tenemos un régimen dictatorial muy cruento y necesitamos el apoyo de todos los demócratas del mundo, no para salvarnos pero sí para apoyarnos. Sobre todo porque tienen experiencia como países democráticos. Espero que Guinea pueda dejar atrás la dictadura en algún momento y que contemos con la ayuda de España en este asunto”.
“El tema de Guinea siempre ha sido muy complejo –asegura Pere Ortín-, desde la propia concepción, durante muchísimos años y hasta bien entrada la democracia en este país, por las evidentes relaciones que había entre la dictadura franquista y dictadura posterior en la Guinea Ecuatorial, ya independiente. Es una situación muy compleja y es muy difícil plantear un discurso sólido que no incorpore también cómo vamos a tratar de hacer las cosas mejor de lo que se hicieron en el pasado”.
“De alguna manera el cómic también refleja ese parto difícil que supuso la colonización y eso está ahí, el pasado no se puede cambiar –añade el guionista-. Por ejemplo, Guinea es el único país de todo el continente que tiene el español como lengua oficial y es la lengua de artistas, escritores, pintores… y eso puede ser de gran valor de cara a construir un futuro diferente y mejor. Ya iremos viendo cómo somos capaces de hacerlo. Porque lo importante es construir ese futuro. Nadie tiene una varita mágica para hacerlo posible sino que hay que trabajar muy duro para lograrlo. Trabajar, trabajar y trabajar… Por eso, en nuestro caso trabajamos con lo que sabemos, con las historias”.