Vivir de las redes sociales: los creadores de contenidos se unen para combatir la precariedad laboral
- Los algoritmos que gobiernan las redes sociales establecen unas condiciones de trabajo cambiantes
- La mayoría de los creadores de contenido tienen que compaginar su actividad con otros trabajos
Puede sonar a disparate, pero el influencer que muestra en sus redes sociales cómo preparar la tostada de aguacate perfecta para el brunch del sábado tiene muchas cosas en común con el obrero que se dejaba las manos en las fábricas de la Primera Revolución Industrial. Uno trabajaba en una fábrica en la que el dueño buscaba sacar el máximo rendimiento con las posibilidades que les brindaba la nueva industria sin reparar en las condiciones de sus empleados: un caldo de cultivo perfecto en el que surgieron los sindicatos y las luchas obreras que marcaron buena parte de la historia de los siglos XIX y XX. El otro trabaja en las redes sociales, un universo reciente, sin regular, donde el jefe es el algoritmo, una fórmula matemática que marca las condiciones de manera unilateral sin tener en cuenta la opinión de sus particulares obreros: los creadores de contenido.
La agencia de marketing 2btube calcula que en España hay casi 135.000 creadores de contenido amateurs. Son personas con menos de 1.000 seguidores que intentan ganarse la vida moviendo sus contenidos en internet, pero que están lejos de convertirse en influencers. Un calificativo que, según esta agencia, solo puede otorgarse a los 7.500 creadores de contenido con más de 100.000 seguidores, el umbral a partir del cual se considera que uno puede dedicarse profesionalmente a este mercado.
El estudio Ser influencer hoy: posibilidades y obstáculos de una nueva fuente de empleo, publicado en abril por la Universitat de València, constata lo difícil que es vivir de las redes sociales, de algo que suele comenzar como una afición: la mayoría de los creadores de contenido tienen que compaginar su actividad con otros trabajos y además, en muchas ocasiones, se ven expuestos a problemas de salud mental relacionados con el discurso de odio en las redes, el estrés y la autoestima.
La monetización, en manos de los algoritmos
Las formas de monetización son variadas: desde lo que reparten las plataformas por las reproducciones, hasta lo que paga una marca por una campaña de publicidad, lo que dificulta la cotización y tributación. En cualquier caso, todo queda en manos de cómo el algoritmo sitúe los contenidos.
"Las personas que se dedican a ello no saben cómo funciona el algoritmo, falta transparencia, la plataforma puede modificarlo en cualquier momento, dejando desprotegido a la persona, y no hay posibilidad de diálogo, de negociación", nos cuenta Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo y coautor del informe Ser influencer hoy: posibilidades y obstáculos de una nueva fuente de empleo.
"Tú no sabes qué va a pasar con tus contenidos, es vivir en el azar. Lo que un día puede funcionar, otro no". Así lo percibe Míriam Jiménez, creadora de contenido. En TikTok (@Miriamjlas) acumula más de 28.000 seguidores, en Instagram (@verdequetequieroverde_) cuenta con otros 11.400. También es socióloga y politóloga, de hecho, en sus redes sociales mezcla contenido político con recetas veganas. Dos mundos distintos que el algoritmo trata de manera diferente. "Yo hablo de veganismo, hago recetas, comparto mi alimentación… eso el algoritmo me lo recoge con las manos abiertas. Y cada vez que hablo de política es una diferencia increíble, no llega a tanta gente".
A Míriam, nutrir sus redes sociales de contenido le supone "entre unas 20 y 30 horas a la semana", es decir, rozando una jornada laboral. Horas de trabajo por las que todavía no ha recibido ni un euro y que se extienden de lunes a domingo. "Una sensación de estar siempre conectado, siempre trabajando, porque de lo contrario, el algoritmo te penaliza y se puede hundir lo que estés haciendo", explica el profesor Todolí. "Es como si cada día el empresario te cambiara el salario y ni siquiera te dijera por qué, la clave es la falta de transparencia y de explicación (…) Es como funcionaban las fábricas en el siglo XIX", añade.
Los creadores es organizan
"Sin organización colectiva no podemos avanzar". La cita no es de John Doherty (Irlanda, 1798), padre de la Unión General de los Hiladores y Tejedores de Algodón, el considerado como primer sindicato de la historia; la frase sale en el trascurso de nuestra conversación con Míriam Jiménez.
La falta de transparencia, las decisiones unilaterales, el 'todo vale' de internet, ha llevado a los creadores de contenido a organizarse. El objetivo es "crear un puente con las plataformas para hablar de los problemas de monetización, de derechos de autor…", expone Rubén Ranz, de UGT, el sindicato que ha puesto en marcha la Red de Creadores de Contenido.
"Internet es un lugar que está muy distanciado, a diferencia de lo que puede ocurrir en un trabajo convencional en el que la gente se ve todos los días y tienen una capacidad alta de organizar algo si se lo proponen", explica Juan Hernández, @anujbost en Twitter o Twitch. Juan, de 21 años, comenta todas las tardes la actualidad en su canal. Hace unos meses, se le ocurrió hacer una encuesta dirigida a medir situación laboral de los editores. La idea surgía después de que, a través de redes sociales, algunos denunciaran la precariedad de su trabajo.
Son editores que trabajan para influencers de éxito que necesitan más manos para atender a todas sus cuentas y perfiles. Seis de cada diez pueden vivir de ello; el resto ingresa menos de 500 euros al mes. Además, “un35 % de los editores cobran en negro porque no pueden pagarse la cuota de autónomos”, añade Juan Hernández, que nada más conocer los resultados de su encuesta, se lanzó a crear un canal en Discord, para que los editores pudieran compartir sus experiencias y reivindicaciones.
"Yo no pensé que hubiera tanta conciencia de editor, la mayoría de editores han estado en situaciones laborales malas, en las que han sufrido impagos, o en las que les pagado muy poco dinero. Al final no ha sido necesario dar grandes charlas políticas, ni sindicales, la gente ya estaba concienciada por vivir en el sector en el que ha vivido", apunta Hernández. Su particular asamblea a través de Discord ya ronda los 500 miembros.