'Las cajas de Ámsterdam': un archivo fotográfico nunca antes visto sobre el anarquismo en España
- El Museo de Calcografía de Madrid acoge la exposición hasta el 24 de julio
- Se exhiben obras inéditas sobre la revolución social y la retaguardia anarquista
Gran parte de la memoria anarquista durante la Guerra Civil fue retratada principalmente por dos fotógrafas, Kati Horna y Margaret Michaelis. PHotoESPAÑA, mediante su exposición 'Las cajas de Ámsterdam: Kati Horna y Margaret Michaelis en la Guerra Civil', recupera y exhibe una selección del archivo fotográfico anarquista que durante muchos años estuvo olvidado y perdido. El museo de Calcografía de Madrid acoge esta muestra, que podrá verse hasta el 24 de julio, dentro de la Sección Oficial del festival.
Este proyecto sigue la “línea de trabajo que tiene PHotoESPAÑA de sacar a la luz cada año a mujeres de la historia de la fotografía”, señala Claude Baussac, directora del festival.
“Para mí fue una sorpresa identificar estas fotos y ver que las dos cámaras principales de los anarquistas habían sido dos mujeres extranjeras y judías, teniendo muchos fotógrafos en Barcelona en ese momento”, comenta Almudena Rubio, historiadora del arte y comisaria de la muestra.
La visión más amplia de algunos momentos históricos del anarquismo en la Guerra Civil pertenece a dos mujeres que “estaban comprometidas con el antifascismo y con el anarcosindicalismo”, destaca la comisaria.
Se pueden visualizar en torno a un centenar de imágenes tanto de copias originales como modernas que pertenecen al archivo fotográfico de la CNT-FAI depositado en el Instituto Holandés. Un registro almacenado y enviado a Ámsterdam, antes de que acabara la guerra, para salvaguardar el legado anarquista español.
Se trata de un archivo original inmenso, en el que se encuentran más de 5.000 negativos y más de 2.000 copias originales. Sin embargo, aquí solo se ha podido mostrar “una versión muy reducida”, destaca Rubio.
Este paseo visual está acompañado de documentos inéditos que “complementan a la imagen”, apunta. Además, se proyecta también por primera vez un fragmento de película encontrado “junto al resto de material de los anarquistas”. No se tiene información sobre la filmación, aunque se ubica en el frente, probablemente, en Aragón.
Emma Goldman, el frente de Aragón y Barcelona
Estas fotos cuentan “ese otro relato no tan conocido de la Guerra Civil, que es la historia de la revolución social”, incide Almudena Rubio. Un testimonio ilustrado en el que aparece “la clase obrera motivada y feliz porque estaban tomando el control por primera vez de sus propias vidas”, señala.
La exposición sigue una línea cronológica, que comienza con el estallido de la Guerra Civil en 1936 y la revolución social en Barcelona, retratados por Margaret Michaelis. Se convierte en la “fotógrafa de confianza en las oficinas de propaganda de los anarquistas y captura esa Barcelona de retaguardia”, explica. Michaelis acude y sigue todos los pasos que realiza la CNT-FAI en la ciudad y acaba documentando todas las acciones de los sindicatos, desde repartos de comida hasta la venta de gorros milicianos.
La llegada de la anarquista Emma Goldman a Barcelona marca el trabajo de la fotógrafa, que acaba viajando junto a ella al municipio de Albalate de Cinca, en Aragón, y a Valencia, donde documenta sus viajes.
De Michaelis se conocían algunas fotos, pero encontrar el archivo en Ámsterdam ha permitido “contextualizar esas fotos sueltas” que se tenían de “diferentes archivos públicos” y también “entender mejor su obra”, apunta la comisaria.
La muestra continúa con el trabajo de Kati Horna, que llega a Barcelona en enero de 1937 y recoge el testigo a Michaelis. Antes de descubrir el archivo de Ámsterdam, de Horna se conocían aproximadamente casi 280 negativos, depositados en el Archivo Histórico Provincial de Salamanca, que corresponden a su etapa posterior.
Gracias al hallazgo, la exposición muestra sus primeros siete meses en los que “retrata la Barcelona de retaguardia”, y llega a fotografiar la cárcel Modelo de Barcelona para poner fin a los rumores sobre las terribles condiciones de la cárcel. También viaja al Frente de Aragón para capturar la vida entre las trincheras, y, además, inmortaliza la transformación de algunos espacios, como una iglesia colectivizada y convertida en una carpintería en Huesca.
“Nos permite conocer ese álbum de propaganda, donde van a estar publicadas la mayoría de sus fotografías durante esos meses”, explica Rubio. Horna trabajó como fotógrafa oficial asalariada de los anarquistas hasta su traslado a Valencia en julio de 1937.
Estas dos visiones de las fotógrafas enseñan momentos muy diferentes de la guerra. “Margaret retrata esa Barcelona en sus momentos de esplendor, y Kati Horna se encuentra con una ciudad diferente y que tiene que enfrentarse a la campaña de difamación de Franco contra el antifascismo y los anarquistas”, comenta la comisaria.
Unas cajas necesarias para recuperar la memoria anarquista
Antes de que la ciudad cayera en manos de los fascistas, en Barcelona, en enero de 1939, “los anarquistas consiguieron rescatar y reunir su archivo, bajo los bombardeos, y enviarlo a Holanda”, comenta Almudena Rubio. Llegaron un total de 48 cajas a Ámsterdam que conservaban todo el material: documentos, libros, folletos, las copias originales y los negativos de celuloide, entre otros archivos.
El viaje del material se extendió más de la cuenta y tuvo que ir parando en varios lugares, como Inglaterra, “donde permaneció durante la Segunda Guerra Mundial hasta llegar al Instituto Holandés en 1947”, añade.
“Se dio prioridad al material escrito y no tanto a la fotografía“
En los años 80 por primera vez se hizo inventario de estas cajas, pero no prestó atención a las imágenes. “Se dio prioridad al documento, al material escrito y no tanto a la fotografía”, destaca Rubio. En 2016 fue cuando el archivo fotográfico se organizó, y se hizo “una copia digital en alta calidad” de las fotografías que se dio a conocer públicamente.
La conservación de este archivo “pone de relieve el interés de los anarquistas durante la Guerra Civil de salvaguardar su memoria”, explica Rubio. De hecho, en 1937 crearon el Instituto de Documentación. “En plena guerra, ellos tenían la intención de poner a disposición de la gente este material que hoy forma su archivo y que está depositado en Ámsterdam”, señala.