Coplas, cuplés y zarzuelas: de lamento colectivo a resistencia feminista
- La música popular servía de refugio a las mujeres a lo largo del siglo XX
- El Chotis del Pichi en 1931 fue la mayor burla de la época al feminismo
- Puedes ver Objetivo igualdad este sábado a las 16:30h en el Canal 24 horas
Pepe entonaba Campanera cuando trabajaba en el campo. Lo hacía a pleno pulmón porque sabía que no lo escuchaba nadie –le daba vergüenza cantar–, hasta que Maruja, su hija, un día lo pilló. Así comienza la fijación que Lidia García, nieta de Pepe e hija de Maruja, tiene por esta copla. Una canción que, como muchas otras, forma parte de la banda sonora original de la vida de nuestras abuelas.
Lidia, que es investigadora en la Universidad de Murcia y que está ahora haciendo una tesis sobre estética camp y cultura popular española, ha escrito un ensayo para hablar de todas esas canciones que marcaron su infancia y lo ha titulado ¡Ay, Campaneras! Canciones para seguir adelante. Nada más comenzar la entrevista le preguntamos por qué.
“La música popular ayudó a nuestras abuelas a sobrellevar la vida“
“Lo de Canciones para seguir adelante se debe, por un lado, a que la copla y la música popular ayudaron a sobrellevar la vida de muchas personas. Sobre todo, la de aquellas que lo tenían complicado. Y también lo elegí como subtítulo del libro porque quise evitar una mirada nostálgica. De hecho, quiero mirar al pasado más que nada para entenderlo, para que nosotras hagamos lo mismo y tiremos hacia delante”, explica a Objetivo igualdad en el mítico Museo Chicote, testigo, por cierto, de conversaciones que más de una quisiéramos haber escuchado.
Campanera, la mujer que se salía del molde
La historia de Campanera, desconocida para muchos, nos la recuerda. Es la historia de una mujer que realizaba una labor normalmente masculina, tocar las campanas de la iglesia, con un trasfondo de reivindicación: “Es la historia de una mujer marginada. Una mujer que no se ajustaba al canon por tener una aventura con un hombre y que, por eso, era señalada. La gente le giraba la cara, cuchicheaba sobre ella y el narrador la defiende con eso de ‘eres la mejor de las mujeres’. Y lo más interesante es lo que hacía ella: Alzaba la frente y echaba a cantar. Tiene mucho de resistencia femenina”.
Esta copla la escuchaba Lidia de pequeña mientras su madre limpiaba, acordándose del abuelo. Una canción que olía a agua jabonosa para muchas otras mujeres, como La Shica, una de las grandes renovadoras de la copla. “Cuando escucho Campanera me vengo arriba, me dan ganas de abrir los armarios de la cocina, de fregarlo todo y de poner lavadoras”, confiesa soltando una carcajada.
Los temas que abordaban esas coplas — que llegaron a su máximo esplendor en los años 60— casi siempre eran los mismos: “Las letras hablan de clase social, de amor tóxico, del típico señalamiento de la mujer, de sexo y de deseo. Por eso se identificaban con este género tantas mujeres”, explica.
A la lima y al limón, una copla cruel
Para señalamiento de la mujer, el que se hacía en A la lima y al limón, popularizada por Concha Piquer en los años 40. “¡Es una de las canciones más crueles que he escuchado en mi vida!”, exclama La Shica cuando le recordamos la canción. “Me viene la imagen de Concha Piquer cantándola con una crueldad de la hostia. ¡Y qué letra! Todo por quedarse soltera, como si eso fuera lo peor del mundo”, se queja.
Para hablarnos de Concha Piquer, quién mejor que Carla Berrocal, ilustradora y dibujante de cómic. Como a Lidia, la sentamos en una de las sillas del Museo Chicote, donde se sentaron en su día Ava Gardner, Salvador Dalí, Grace Kelly y Frank Sinatra, entre otras celebridades
Concha Piquer, pionera y feminista
Hace unos meses publicó Doña Concha. La rosa y la espina, una novela ilustrada genial que recrea su vida. “Yo creo que Concha Piquer fue feminista sin pretenderlo, como le pasaba a muchas de nuestras madres y abuelas, que defendieron sus derechos sin autodenominarse feministas”, argumenta.
Pionera como pocas, Piquer –a la que se puede comparar con Édith Piaf y que, en nuestro país, ha estado olvidada, según Carla– no era la más querida de las folclóricas. “Tenía una fama que es cierta. Era muy brava, lo que creo que es bonito para describirla. Pero sí, era antipática y altiva. Se dice que era la que más mala leche tenía de todas las folclóricas”, reconoce.
“Concha Piquer está a la altura de Édith Piaf, pero ha estado olvidada en nuestro país“
Pichi: lo que nos faltaba era un maltratador
En los años en que la de los baúles volvía a España tras una estancia de cinco años en EE.UU., sonaba por aquí una de las canciones que –según Lidia García- más se ha burlado del feminismo: El chotis de Pichi.
“Tiene mucho de escarnio contra el feminismo. Celia Gámez la cantó en 1931 vestida de hombre encarnando al personaje, un chulo maltratador que pegaba a las mujeres. En la canción había una referencia a Victoria Kent (‘Se lo pues pedir a Victoria Kent, que lo que es a mí no ha nacido quién), pero cuando la cantó 30 años después Sara Montiel no se podía ni siquiera mencionar a Kent, que era una exiliada republicana”, nos cuenta Lidia. La frase –que sé que lo queréis saber— la cambiaron por “Se lo pues pedir a un pollito bien”. Y se quedaron tan panchos.
Tras un exhaustivo repaso por los cuplés y las zarzuelas que supieron reírse de los dramas de la época y hasta darles la vuelta, el ensayo nos habla de lo feministas que fueron algunas de las folclóricas en un tiempo en que la palabra “feminismo” no se sabía lo que quería decir (demos por hecho que ahora todo el mundo lo tiene claro, aunque pequemos de optimistas).
Lola Flores se puso minifalda en los 70
“Lola Flores, en los años 70, cuando empezaban a darse aquellas transformaciones sociales, salió en una revista con minifalda. Los periodistas le cuestionaron si a su marido no le iba a importar. Y ella contestó: ‘Si al Pescaílla no le gusta, que se acostumbre’”, nos recuerda Lidia.
“Si al Pescaílla no le gusta que lleve minifalda, que se acostumbre“
Rocío Jurado no fue para menos. “Yo siento por Rocío Jurado una gran admiración. Ese chorro de voz, ese salvajismo… Ella ha tenido cojones y no se ha cortado cuando se le ha entrevistado, como aquella vez que le dijo a Julia Otero que ser feminista era ser defensora de los derechos de la mujer”, confiesa La Shica. Era 1995.
Martirio, Sara Montiel, Marisol, Miguel de Molina, La Argentinita, Charo Reina, Carlos Cano, Marujita Díaz, Joselito, Lina Morgan, Olga Ramos, Juanito Valderrama, Mary Santpere, Carmen Sevilla, Estrellita Castro. Estos son solo algunos de los nombres que han construido la historia de la canción popular en España. Una historia que tiene una banda sonora espectacular y que refleja a la perfección la vida de entonces. Memoria sentimental que visibilizan ahora artistas como Martirio, María Peláe o la propia Shica.
Lamento colectivo. Opresión aguantada durante años. Forzosa tirada hacia delante. Todo eso os contamos en el reportaje de esta semana. La vida reflejada en canción de muchas mujeres que fueron prostitutas, solteronas, ligeras de cascos, indecentes, ladronas y aprovechadas en un mundo dominado por los hombres.