Johnson, "sin control sobre su futuro" y a merced de sus opositores tras sobrevivir a la moción de confianza
- Las elecciones en varias circunscripciones previstas para este mes marcarán su futuro
- Los tories rebeldes pueden cambiar las normas y volver a intentar la moción antes de 12 meses
- La conferencia anual del Partido Conservador en octubre será la ocasión para renovar el liderazgo
El primer ministro británico, Boris Johnson, superó este lunes la moción de confianza interna en el Partido Conservador, pero su futuro político no está garantizado. Le esperan, en el mejor de los casos, dos años de legislatura con un partido muy dividido, con una popularidad a la baja por los escándalos del partygate y la inflación, y con una oposición crecida.
Johnson se ha propuesto "pasar página" y continuar con su acción de gobierno, pero los medios británicos son casi unánimes en su análisis: el primer ministro sale "herido" o "debilitado". Algunos diarios, como The Mirror, se atreven a vaticinar que solo durará un año en el cargo. Tobias Ellwood, diputado conservador y presidente del Comité de Defensa de la Cámara de los Comunes, considera que su dimisión es "cuestión de meses".
"Cuando tantos de tus compañeros votan contra ti, aunque hayas ganado la mayoría, de hecho has perdido la confianza del partido", explica a RTVE.es Paul Webb, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Sussex.
"Es una tormenta perfecta, el peor resultado para los conservadores - añade - porque si lo hubieran echado, podrían haber elegido un nuevo líder y construir confianza en torno a él antes de las próximas elecciones generales. Pero con un líder muy dañado, manteniendo su posición y rehusando marcharse, continuará la agonía para el partido y el Gobierno".
"No puede seguir así mucho tiempo", coincide Adam Cygan, profesor de Derecho Europeo en la Universidad de Leicester, quien destaca además que entre los 41 % que votaron en contra necesariamente hubo algunos de los propios ministros de Johnson o cargos del Gobierno. "El resultado es muy malo para él. Ya no tiene el control de su propio destino".
Los rebeldes volverán a intentarlo
Los problemas del primer ministro, lejos de desaparecer, pueden acumularse en las próximas semanas. En primer lugar, los diputados rebeldes no soltarán la presa, ahora que han conseguido erosionar su autoridad.
Según el reglamento del grupo parlamentario, no se puede presentar una nueva moción de censura hasta dentro de 12 meses, pero la norma puede cambiarse.
En 2018, Theresa May superó una moción de confianza con el 63 % de apoyo, pero abandonó Downing Street seis meses después ante la imposibilidad de sacar adelante su acuerdo para el Brexit. Según relata Adam Cygan, cuando el presidente del grupo parlamentario conservador, Graham Brady, la instó a dimitir, llevaba en el bolsillo el cambio de la norma para poder convocar otra moción.
"El Partido Conservador, cuando se trata de la autopreservación, y de la necesidad de ganar unas elecciones, hará todo lo posible para asegurar la victoria", asegura Cygan.
Paul Webb señala que los rebeldes podrían hacerse con la nueva ejecutiva del grupo parlamentario (el llamado 'Comité de 1922'), que debe renovarse coincidiendo con la conferencia anual del partido en octubre, y proceder al cambio del reglamento.
Además, la falta de unidad puede dificultar o limitar las iniciativas legislativas en el Parlamento, como ha apuntado en el Canal 24 Horas Pol Morillas, director del CIDOB.
"La cuestión es que, ahora mismo, Johnson es visto más como una carga electoral que como un activo, así que seguirán los intentos por echarle. El Partido Conservador tiene tradición de ser despiadado con sus propios líderes, en un sentido que no tiene el Partido Laborista", señala Webb.
El profesor de Sussex recuerda que los conservadores han echado a sus líderes "incluso en tiempos de guerra". "Neville Chamberlain dimitió en 1940; Margaret Thatcher se marchó en medio de la primera guerra del Golfo. Algunos dicen que no va a pasar ahora, con la guerra de Ucrania, pero eso no casa con las tradiciones del partido".
Las elecciones parciales que pueden añadir presión
El reto más inmediato para Johnson llegará dentro de un par de semanas, el 23 de junio, en forma de elecciones parciales. Se renuevan los representantes en Wakefield, una plaza que los tories arrebataron a los laboristas en 2019, y en Tiverton y Honiton, tradicionalmente conservadoras.
Las encuestas muestran que Wakefield podría volver a manos laboristas y que los liberal-demócratas podrían acabar con la predominancia conservadora en las otras dos, o incluso ganar la mayoría. Las últimas elecciones locales ya mostraron que el partygate le había pasado factura a los candidatos conservadores.
"Los resultados enviarán un mensaje fuerte y harán que muchos en el Partido Conservador entren en pánico", vaticina Paul Webb, lo que puede precipitar la caída de Johnson.
Los conservadores pueden temer que se repita lo ocurrido en 1995 con John Major. El entonces primer ministro obtuvo el apoyo de 218 de los diputados conservadores frente a 111 en una moción interna, pero sufrió una abrumadora derrota en las generales ante el laborista Tony Blair.
Cygan considera que en la opinión pública británica hay un "cambio de actitud". "Los votantes no ven muchas respuestas a los asuntos básicos: la inflación, que es la más alta de los últimos 30 años, el precio de la gasolina, de la comida, el caos en los aeropuertos por falta de personal... La gente experimenta problemas en su vida diaria. No se puede culpar al Gobierno por todo, pero los votantes están empezando a ver esto como un asunto personal, y la gente ya no tiene confianza en Johnson, no se cree lo que dice".
El profesor de Leicester pone como ejemplo lo sucedido durante las celebraciones del Jubileo de la reina, en las que el público abucheó al primer ministro. "No eran izquierdistas, o manifestantes anarquistas, sino gente que iba a ver a la familia real, clase media, gente que apoya las instituciones, sus valores. Es muy difícil cuando pierdes a esos votantes naturales conservadores", advierte.
Por contraste con Johnson, el líder laborista, Keir Starmer, carece de carisma, pero puede aparecer ante la opinión pública como una persona capaz, explica Webb. "Además, el gobierno conservador lleva ya 12 años y el electorado tiende a pensar que es momento de un cambio, todo eso puede beneficiar a la oposición laborista. De todas maneras, las elecciones generales están aún a dos años, y no podemos saber qué va a pasar", apostilla.
Cambio de líder antes de octubre
Para evitar la derrota en las generales, el Partido Conservador puede decidir cambiar de líder, pero necesitará tiempo para consolidarlo.
La conferencia anual del partido, en octubre, es una buena oportunidad para presentar un liderazgo renovado y para que el candidato o candidata exponga su agenda. Y, dado el calendario, puede ser la última: las elecciones serán no más tarde de mayo de 2024, y posiblemente antes. Otra razón, por tanto, para librarse de Johnson antes del otoño.
Paul Webb cree que quien más posibilidades tiene de sustituirle es Jeremy Hunt, exministro con Theresa May y rival de Johnson en las primarias de 2019. "Hay tres cosas a su favor: tiene experiencia de gobierno; es un carácter muy diferente al de Johnson, es tradicional, ortodoxo y con más sentido, y posiblemente se necesita un antídoto; y como no ha estado en el Ejecutivo durante los últimos tres años, no está manchado por asociación con Johnson".
Cygan, por su parte, no ve mucho "talento" a día de hoy entre los diputados de los Comunes, sean del partido que sean, y cree que ni siquiera Hunt goza de una gran popularidad entre el electorado.
Otros posibles sucesores, como el ministro de Hacienda, Rishi Sunak, o la ministra de Exteriores, Liz Truss, carecen de la experiencia necesaria o están marcados por su cercanía al primer ministro. "Es la única ventaja de Johnson - concluye el profesor de Leciester - que no parece haber nadie que pueda tomar su lugar".