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'Masculinidades igualitarias': poner el foco sobre los hombres para combatir la discriminación y la violencia machista

  • Expertos en género explican por qué revisar y transformar la "masculinidad hegemónica" puede conducir a ese avance social
  • La nueva estrategia de lucha contra la violencia machista de Igualdad incluirá un eje dedicado a las masculinidades

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Imagen de archivo de una manifestación organizada por hombres en Buenos Aires para protestar contra los feminicidios y pedir la igualdad.
Imagen de archivo de una manifestación organizada por hombres en Buenos Aires para protestar contra los feminicidios y pedir la igualdad.

No hay una única forma de ser hombre, como no hay una única manera de ser mujer. Si bien muchos de ellos se aferran a la masculinidad tradicional y ensalzan actitudes machistas, también hay muchos otros que son conscientes de las desigualdades de género y que tienen interés en contribuir al cambio. Entonces, ¿por qué no implicar a los segundos en la batalla por la igualdad para que se conviertan en referente de los primeros? Y, ¿por qué las estrategias de prevención de la violencia machista no se dirigen también a ellos, los varones, teniendo en cuenta que el daño parte de su lado?

Hasta hace no mucho, estas ideas estaban en un segundo plano e incluso despertaban algunas reticencias dentro del feminismo, pero parece que la reflexión está calando de otro modo y que podría traducirse próximamente en un cambio de enfoque en las políticas públicas relacionadas con la igualdad: “Seguimos haciendo programas y políticas muy enfocados en las mujeres y las víctimas y, por supuesto, es necesario, pero no es suficiente”, recalca la socióloga Bakea Alonso, experta en políticas europeas de género.

Los hombres pueden hacer muchas cosas para prevenir la violencia

En una conversación con RTVE.es, esta investigadora apunta que la nueva estrategia de lucha contra la violencia machista que prepara el Ministerio de Igualdad incluirá, por primera vez, una línea de masculinidades y lo considera un paso importante en la acción social: “Marca una diferencia en relación al Pacto de Estado de 2017, donde los hombres casi no aparecen y, cuando aparecen, es para hablar de ellos como maltratadores. Era o todo o nada, no se hablaba de esta parte positiva, de que los hombres pueden hacer muchas cosas para prevenir la violencia”, recalca la investigadora.

Miguel Lorente, médico forense y experto en violencia de género, también ve "esencial" posar la mirada sobre los hombres, sin desviarla de las mujeres, y deja claro que la manera de hacerlo es mediante medidas, iniciativas y propuestas "feministas": "No estamos planteando algo diferente. No es ocupar un espacio ni un protagonismo, sino ser parte de las propuestas feministas, pero con ese foco dirigido a los hombres", asegura.

¿Por qué poner el foco también en ellos?

La pasada semana, Bakea Alonso presentó en la sede del Ministerio de Igualdad el estudio “Comparativa internacional en políticas de masculinidades”, en el que ha trabajado junto a otros investigadores de la Fundación Cepaim. El informe, realizado a petición de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, sostiene que "hay evidencias de que la violencia contra las mujeres se puede prevenir" y, para ello, "hay que ir consolidando una estrategia de igualdad" que aborde las masculinidades.

Lo justifica, por una parte, en el "hecho de que sean hombres quienes provocan esta cantidad de daño", pero también en la creencia fundamentada de que "muchos hombres pueden jugar un papel importante implicándose en su prevención". "Deben dejar de ser vistos solo como la causa del problema y ser considerados también como parte de la solución", añade el documento.

Los hombres tenemos que ser parte de esa realidad y contribuir a la transformación

La socióloga Beatriz Ranea defiende ese planteamiento y ve importante "poner sobre la mesa" políticas públicas que también impliquen a los hombres para que funcionen "como catalizadores del cambio social". "Si queremos transformar la sociedad tenemos que abordar también la cuestión de la masculinidad, porque si no, por muchos avances que hagamos, nos vamos a encontrar con ese muro", afirma la investigadora y también autora del libro Desarmar la masculinidad.

Siguiendo la misma línea argumentativa, Lorente lanza una pregunta y se responde acto seguido: "¿Habría sido posible una transformación social a favor de la igualdad y el cambio que se ha producido en las mujeres sin políticas de Igualdad? Pues, del mismo modo que el cambio en las mujeres y en la sociedad no habría sido posible en la forma en que en que se ha producido, tampoco sería posible una transformación en los hombres y en la manera que tiene la masculinidad de definir la realidad sin políticas de Igualdad (...) "Los hombres tenemos que ser parte de esa realidad y contribuir a la transformación, puesto que, de no hacerlo, el objetivo del cambio general, global o cultural nunca se va a producir".

Masculinidades “nuevas”, “igualitarias”, “alternativas”...

Antes de profundizar en el análisis de los expertos, conviene dejar claros algunos conceptos. En general, cuando hablan de "hombres" hacen referencia al individuo en concreto, mientras que cuando usan la palabra "masculinidad" se refieren a la construcción cultural y social que define los roles y el lugar en el mundo que ocupan los hombres. Por otra parte, si aluden a la necesidad del cambio están refiriéndose a la promoción de unos valores, actitudes y prácticas que se formulan en oposición a lo que caracteriza a la "masculinidad hegemónica".

"La masculinidad hegemónica diría que es ese modelo normativo donde se encarnan los ideales de lo que es ser un 'auténtico hombre', auténtico entre comillas, dentro de las sociedades que son desiguales, en términos de género, como la nuestra. Esos mandatos están muy relacionados con aprender a ser hombre en jerarquía respecto a las mujeres (...) Se siguen utilizando mensajes como 'no seas una niña' o 'llorar es de niñas' y otra serie de cuestiones que hacen que los niños, a través del proceso de socialización, vayan interiorizando lo que nuestra sociedad se entiende que es cómo ha de ser un hombre. Está muy vinculado también al uso de la violencia —no se tiene que utilizar de forma explícita— para mantener el estatus de hombría en cualquier momento", explica Ranea.

Lorente, que fue delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, aclara que no se trata de sustituir la masculinidad tradicional sino de "transformarla" en otras formas de masculinidad que estén basadas en el respeto, el afecto, el cuidado y la no violencia. "Lo que necesitamos es seguir siendo hombres, pero de una forma diferente. No se está cuestionando la identidad masculina, sino la forma de definirla". Y esto es lo que desde el activismo se ha denominado como masculinidades "nuevas", "positivas", "alternativas" o "igualitarias", entre otros adjetivos.

Lo que necesitamos es seguir siendo hombres, pero de una forma diferente

Nueva masculinidad: el reto de desafiar la forma normativa de ser hombre

Alonso sostiene, por su parte, que se trata de "un cambio cultural". "Estamos hablando de que a los niños varones, desde pequeñitos, se les esté lanzando otro mensaje (...) Ahora, si le preguntas a un niño qué va a ser de mayor no te va a decir que quiere ser enfermero ni maestro de infantil. No te va a decir que quiere trabajar en una residencia de ancianos. Eso que llamamos los 'mandatos de la masculinidad' sigue siendo muy pesado hacia los hombres, hacia los niños".

Ranea añade que muchos de los "mandatos de la feminidad" sí se han ido flexibilizando gracias al feminismo y recuerda que ahora existen más referentes en los que se miran las mujeres; figuras históricas o artistas, por ejemplo, que muestran otras formas de ser mujer que son más libres o flexibles. En cambio, opina que con la masculinidad no ocurre porque "cada vez que es cuestionada se torna más rígida", y lamenta que los referentes para los hombres aún sean, en general, figuras muy vinculadas al modelo de masculinidad tradicional.

En todo esto que comentan la educación podría tener un papel fundamental y, aunque todavía este asunto aparezca poco por las aulas, ya hay varias universidades españolas que han impartido cursos sobre masculinidades para alumnos o docentes; entre ellas, la Universidad Complutense, la Universidad de Granada, la Universidad de La Rioja o la Universitat de València. Según los diferentes programas, se abordan cuestiones como los “micromachismos”, la virilidad, las redes sociales, la sexualidad masculina, la pornografía, los sentimientos o los privilegios.

El poder para “romper complicidades” desde dentro

El avance de la situación de las mujeres ha despertado siempre reacciones variables entre los hombres. Hay quienes los apoyan sin fisuras y se integran en movimientos sociales por la igualdad, quienes prefieren situarse en un supuesto "terreno neutro" y quienes interpretan el progreso de las mujeres hacia la igualdad como una amenaza. Los especialistas advierten, además, de que la llamada “crisis de la masculinidad”, puede ser canalizada hacia la igualdad y el feminismo o hacia más violencia y machismo, y es ahí donde una revisión constructiva de las masculinidades también puede marcar la diferencia.

Por otro lado, que haya más hombres conscientes de las desigualdades y dispuestos a trabajar por la igualdad permite que ellos actúen como referentes dentro de los círculos masculinos en los que puedan moverse. Hilario Sáez, coautor del estudio de Cepaim, explicó durante la presentación del mismo que uno de los objetivos es lograr es que haya el "suficiente reproche" de los hombres "tanto públicamente como personalmente" hacia aquellos que representan la masculinidad con el enfoque del pasado; considera que ese "compromiso público y personal de los hombres es decisivo para acabar con esta lacra" y piensa que, de no producirse, lo más probable es que la violencia contra la mujer deje de ser "prevenible" y sea "solo corregible una vez que el daño ya se haya hecho".

Todos los hombres están en espacios masculinos donde se habla de las mujeres de forma vejatoria

Alonso añade: “Todos los hombres están en espacios masculinos donde se habla de las mujeres y se dicen cosas que se hacen con las mujeres que son claramente vejatorias, humillantes, violentas… Cuando decimos ‘los hombres tenéis mucho que hacer en la prevención de la violencia’ no solo nos referimos a no maltratar y no ejercer la violencia, sino además a romper todas esas complicidades”.

"No solo podemos cuestionar a los hombres cuando maltratan, asesinan, violan o hacen comentarios sexistas, o cuando hay algún hecho que objetivamente se puede cuestionar. La propia normalidad es machista y eso es lo que tenemos que cuestionar y lo que tenemos que hacerle ver a los hombres, porque ellos se amparan mucho en el 'yo no soy machista, yo no soy maltratador y, por lo tanto, no hago nada'. Entonces, esa falta de implicación se traduce en continuidad de la realidad que hace muchos hombres maltraten, que muchos hombres violen, que muchos hombres, asesinen, que muchos hombres abusen (...) Si no haces algo para cambiar eso, estás haciendo algo para que se mantenga", dice Lorente.

Lo mismo puede ocurrir a la hora de desterrar ideas o bulos que niegan la violencia de género o que hablan del feminismo como un ataque hacia los hombres. En cuanto a esto, los expertos mencionan el interés de la extrema derecha por confundir los términos, por tachar de "adoctrinamiento" todo lo que tenga que ver con educar en igualdad y en valores, o por hacer creer que las medidas contra la violencia de género van contra todos los hombres y no "contra los hombres maltratadores", como realmente sucede.

Masculinidad y violencia: "Somos capaces de generar 60 asesinos cada año"

La prevención de la violencia machista es otra de las misiones en las que los hombres pueden y deben tomar parte activa, según las voces consultadas, que explican que la noción de masculinidad hegemónica es un elemento ligado a la génesis de todos los tipos de violencia, también de la que se produce entre hombres.

"La primera realidad es que el 95% de todos los homicidios del planeta los producen a hombres, según los informes de Naciones Unidas, y el 87% de las víctimas son hombres. Es decir, la mayor parte de la violencia es de hombres contra hombres. Yo soy padre de dos hijos y no quiero que mis hijos entiendan la masculinidad de esa forma", afirma Lorente.

Aunque destacar los beneficios que el cambio social tendría para los hombres no sea la cuestión central, los expertos también reparan en ello. Ranea opina que, más allá de rebajar los niveles de violencia que sufren entre ellos, las masculinidades alternativas liberarían a los hombres de todos estos mandatos que les llevan a tener que demostrar continuamente que son lo "suficientemente hombres". También les permitirían desprenderse de las "sanciones" sociales que sufren por sentir emociones que "no entran dentro de la hombría".

Yo soy padre de dos hijos y no quiero que entiendan la masculinidad de esa forma

Pero, ante todo, lo que subrayan los expertos es que trabajar la masculinidad puede ayudar a prevenir la violencia contra las mujeres, una lacra que, en su grado más extremo, sigue cobrándose vidas mes a mes. "Somos una sociedad capaz de generar 60 asesinos nuevos cada año, que son los 60 hombres que asesinan de media y desde 2003 hasta hoy a sus mujeres o sus exmujeres por violencia de género. Entonces, tenemos que preguntarnos qué tipo de sociedad somos para que tengamos la capacidad de generar 60 asesinos nuevos cada año desde la normalidad (...) Tenemos esa capacidad de continuidad y no es producto de unos cuantos hombres, sino de una cultura", subraya el médico y profesor de la UGR.

La delegada de Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, ha señalado que el Ministerio de Igualdad hará su propio análisis del estudio de Cepaim y ha avanzado que en la estrategia estatal contra la violencia de género que prepara el departamento sí habrá un eje dedicado a los hombres.

Por otro lado, el informe coordinado por Alonso menciona la necesidad de impulsar la intervención en varones que muestran indicios de violencia hacia sus parejas o que han iniciado el maltrato. “Quienes estamos en las ONG notamos que no hay una respuesta institucional muy clara en los casos en los que la violencia todavía no es muy grande y en los que se podría hacer mucho. Los casos que se conocen son o los asesinatos o las denuncias, pero eso son, como siempre decimos, solo la punta del iceberg. Hay toda una violencia soterrada, debajo de eso, que podríamos conocer y sobre la que se podría intervenir si hubiera lugares donde trabajar. Desde los centros de salud hasta los servicios sociales”, resume la investigadora.