Los colombianos, divididos entre dos cambios para elegir su futuro
- Gustavo Petro y Rodolfo Hernández se ven las caras este domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales
- Se trata de un duelo entre un giro histórico a la izquierda y la ruptura con la clase política
Hace tan solo unos meses Gustavo Petro, el candidato de izquierda líder de todas las encuestas en primera vuelta, no se imaginaba que su contrincante en la carrera presidencial iba a ser un aspirante independiente con otra alternativa de cambio para Colombia.
Aunque el pasado 29 de mayo la izquierda fue la gran ganadora tras obtener el mayor número de votos de la historia, la sorpresa la dio Rodolfo Hernández.
El exalcalde de Bucaramanga, un empresario multimillonario, era hasta la fecha un desconocido para la mayoría.
"En esta segunda vuelta lo que se vota es cambio contra cambio. Yo creo que el resultado de la primera vuelta es una fatiga absoluta del sistema político colombiano. Eso demostró que los partidos tradicionales no están conectando, con lo que necesita un porcentaje de ciudadanos, que son jóvenes, que requieren esperanzas frente al primer empleo, cambios en el sistema de salud, en el sistema educativo…", explica Paola Montilla Niño, analista política de la Universidad Externado.
Terceras presidenciales para Gustavo Petro
Con más experiencia en política - éstas son sus terceras presidenciales-, Gustavo Petro ha demostrado ser un líder que consigue abarrotar las grandes plazas públicas, pero en la segunda vuelta ha buscado un contacto más cercano con el electorado.
En el caso de Rodolfo Hernández, que arrasa en las redes sociales con sus vídeos de tiktok, ha participado en más actos de manera presencial.
"Cada uno cambió su campaña. Uno hacia ser más cercano al ciudadano, hacia esa empatía, y Rodolfo Hernández a demostrar que puede ser también un líder de grandes reuniones. Invirtieron los papeles para aprovechar lo que le había funcionado al otro antes del 29 de mayo" afirma Paola Montilla Niño.
En contra del aspirante de izquierda juega que tiene un fuerte voto de rechazo promovido por aquellos que creen que se puede instaurar en el país el fantasma del castrochavismo.
Este electorado tampoco aprueba su pasado exguerrillero; fue miembro del desmovilizado M19 y esto le sigue pasando factura.
Rodolfo Hernández, el Donald Trump colombiano
Por su parte el ingeniero es cuestionado por sus escándalos. En 2018, siendo alcalde de Bucaramanga, le pegó a un concejal.
También ha vertido comentarios polémicos; llegó a decir que admiraba a Hitler, pero se retractó alegando que en realidad se refería a Einstein.
Además, el conocido como el Donald Trump colombiano, tiene una causa pendiente con la justicia por presunta corrupción.
En este escenario, 39 millones de ciudadanos están llamados a elegir al relevo del actual Presidente Iván Duque.
"¿Ahorita qué se está jugando? Un cambio por aquel candidato que pueda resultar más viable para mantener las instituciones. Que sea el menos riesgo para mantener el sistema democrático y la institucionalidad en el país", comenta la profesora de la Universidad Externado.
En las urnas veremos también, en un sector del electorado, el voto del miedo.
"Aquí se puede estar votando, en contra de la izquierda, se puede estar votando en contra del miedo de una Venezuela, pero también por el miedo a que salga un líder autoritario a que comencemos a transitar por una democracia menos liberal, donde rasgos autoritarios", aclara Montilla.
Guerra sucia
La mayoría de los sondeos publicados pronostican un empate técnico entre los dos aspirantes y, en función de la encuestadora, varía el candidato que encabeza la intención de voto.
Esto ha provocado una auténtica batalla para descalificar al contrincante con todo tipo de artimañas.
En las redes sociales no han dejado de circular los "petrovideos", unas grabaciones donde los asesores de Petro revelan cómo derrotar a otros aspirantes por la presidencia. Los vídeos han sido calificados de juego sucio por los aludidos y la fiscalía anunció la apertura de una investigación para determinar si se vulneraron las reglas.
Mientras el líder de la izquierda, despreocupado por el contenido, denunciaba espionaje y condenaba las filtraciones. Los detractores de Rodolfo Hernández le han atacado con un tema personal. En 2004 su hija adoptiva Juliana despareció y el ingeniero siempre ha justificado su negativa a pagar un rescate. El suceso ha sido utilizado para cuestionar ahora la veracidad del secuestro.
Hace 18 años el empresario responsabilizó a las extintas FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), pero con los años acusó al ELN (Ejército de Liberación Nacional) del secuestro y asesinato, aunque el cuerpo nunca apareció.
En medio de la campaña, la guerrilla todavía activa, publicaba un comunicado para desmentir su vinculación con el caso.
Para Mauricio Jaramillo, profesor de la Universidad del Rosario, esta guerra sucia probablemente se habría evitado con un debate presidencial donde los electores pudieran valorar cada una de las propuestas.
En un polémico fallo, el Tribunal Superior de Justicia de Bogotá ordenó la celebración de un cara a cara, pero este no se realizó tras las acusaciones cruzadas de las campañas responsabilizándose de no acatar la sentencia. Tampoco han faltado las denuncias por amenazas de muerte. Gustavo Petro tuvo que parar parte de sus eventos en primera vuelta por este motivo.
Y, en esta ocasión, ha sido Rodolfo Hernández el que ha reconocido temer por su integridad. En un viaje a Estados Unidos, para hacer campaña en el exterior, llegó a decir que no volvería a Colombia por las presuntas amenazas, pero de nuevo tuvo que rectificar y regresar.
Un país polarizado
El país caribeño ha demostrado en los últimos años una polarización que se ha incrementado desde la celebración del plebiscito por la paz en 2016. El territorio quedó dividido entre los partidarios y detractores de la firma de un acuerdo con las FARC. Hoy Colombia sigue fragmentada.
"Las líneas que dividieron el sí y no se corresponden a grandes rasgos con las líneas que dividen, según las encuestas, los dos grandes candidatos a la presidencia", nos cuenta Juan Gabriel Vásquez. El escritor, que acaba de publicar su último libro Los Desacuerdos de Paz reflexiona sobre la violencia en el país caribeño.
"Uno de los grandes problemas en el país es que hay la noción de que hay una violencia buena, de que hay una violencia que aceptamos si nos favorece, si favorece a nuestro lado político y hay otra que condenamos abiertamente si no nos favorece" revela Vásquez.
En este contexto, un resultado ajustado, tal y como prevén los sondeos, podría ser utilizado para deslegitimar la victoria del ganador. Aunque algunos analistas ven ciertas "ventajas" en que se produzca un escenario de estas características.
"Va a ser más complicado para el presidente de turno, porque tendrá que gobernar con baja legitimidad, pero puede ser un contrapoder necesario contra cualquiera de los dos. En el largo plazo puede ser una garantía para que el sistema democrático se mantenga en Colombia", dice Paola Montilla Niño.
Si de las urnas sale un candidato electo por la mínima, el próximo presidente de Colombia tendrá que gobernar, no solo pensando en su electorado, deberá tener muy en cuenta a la otra mitad que no le eligió y que sentirá un fuerte rechazo hacia él.
Desempleo, pandemia y violencia
El que llegue a la Casa de Nariño se encontrará con un país con una fuerte crisis económica, agravada por la pandemia, y altos índices de desempleo. Frenar la imparable violencia es otro de los retos.
El asesinato de cientos de líderes sociales, de excombatientes de las disueltas FARC, la amenaza de organizaciones criminales que atemorizan y masacran a la población provocando el desplazamiento forzoso de miles de familias. Son algunos de los problemas que azotan al país y que tendrá que atajar el futuro presidente.
Para evitar que continúe la fragmentación, quien gane ha de trabajar en la unidad de una Colombia muy tocada por dos grandes lacras; la desigualdad social y el narcotráfico.