Más vulnerables, estigmatizadas y con cargas familiares: el perfil de la mujer con problemas de alcohol o drogas
- Un 82 % de quienes acuden a Proyecto Hombre son varones, pero la organización detecta un aumento de mujeres
- La falta de apoyo social y familiar dificulta que accedan al tratamiento
Las mujeres con problemas de adicción al alcohol o las drogas se encuentran con una paradoja. Por un lado, son "doblemente rechazadas" por su acercamiento a la ilegalidad y por no cumplir los roles tradicionales de mujer, por lo que suelen tener menos apoyo social y familiar. Por otro, es más habitual que tengan familiares a su cargo. Es el perfil que ha trazado Proyecto Hombre con su Observatorio de 2021, que alerta de la mayor "vulnerabilidad" de estas usuarias. Por estas razones, ellas suelen tardar más tiempo en pedir ayuda.
“Tienen una mayor carga de hijos viviendo solas. Es uno de los indicadores que nos da pistas de su dificultad para acceder a los tratamientos, porque... ¿con quién dejo a mis hijos?, ha ilustrado el sociólogo Xavier Bonet, de la Comisión de Evaluación de la asociación, durante la presentación este martes en Madrid.
En el informe anual sobre el perfil de las personas con problemas de adicción en tratamiento, Proyecto Hombre ha subrayado el aumento de mujeres atendidas en los últimos años. Se trata de una tendencia "lenta", pero "mantenida en el tiempo", según Bonet. Esto no tiene que significar que exista más abuso, sino que acuden más para buscar ayuda.
Con todo, ellos siguen estando en mayor proporción: un 82 % de las personas atendidas por la organización en 2021 eran hombres, frente al 18 % de mujeres.
Más allá del perfil usual: hombre de 39 años, con empleo y soltero
El perfil medio de una persona con adicción a sustancias que acude a Proyecto Hombre es un varón de 39 años con empleo y soltero. Pero al incorporar la perspectiva de género en su análisis de una muestra de más de 3.700, la organización ha encontrado diferencias que consideran que requieren un enfoque específico. Primero, en cuanto al tipo de consumo.
Mientras la cocaína es la principal sustancia problemática para los hombres (38 %) seguida del alcohol (34 %), en el caso de las mujeres se invierte el orden, con un 46 % y 31 % respectivamente. Sin embargo, se observa aquí también una tendencia al alza y es la primera vez que la cocaína alcanza el 30 % en los ingresos de mujeres. El uso abusivo de benzodiacepinas y otros sedantes también es muy superior en mujeres (1,6 %) que en hombres (0,3 %).
Por lo general, las mujeres inician el consumo problemático cuando son más mayores que los hombres. De media, ellas comienzan a beber alcohol en grandes cantidades a los 26 años, cinco años más tarde que ellos. Cuando ingresan para el tratamiento, su edad media es de casi tres años más (42 años).
Más pobres, con más cargas familiares y víctimas de abusos
El Observatorio de Proyecto Hombre ha puesto el foco también en los obstáculos sociales de las mujeres en su camino hacia la desintoxicación. Por ejemplo, el 12 % de las mujeres que han ingresado en 2021 viven con sus hijos, frente al 1,3 % de los hombres.
“Elena Presencio: "Son blanco de juicios y comentarios que suponen una carga añadida"“
A esto se suma una mayor dependencia económica. Para el 40 % de las mujeres, la principal fuente de ingresos durante el 2021 han sido los subsidios, seguidos del empleo (26 %). En cambio, el 40 % de los hombres se sustentan fundamentalmente con su salario.
La experiencia de abusos a lo largo de la vida es otro rasgo relevante de las personas -hombres y mujeres- con problemas de adicción a las drogas. El 50 % manifiesta haber sufrido abuso emocional, el 29 % abuso físico y el 11 % abuso sexual, una vulnerabilidad que se acentúa en torno a 20 puntos para cada categoría en el caso de las mujeres. Así, existe también una mayor incidencia de problemas emocionales y psicológicos, como depresión severa e intentos de suicidio.
“Son mujeres doblemente rechazadas, por su acercamiento a la ilegalidad y por no cumplir los roles tradicionales de mujer: malas madres, malas hijas, malas esposas. Son blanco de juicios y comentarios que suponen una carga añadida y que no se visibiliza igual en el caso de ellos”, ha destacado la presidenta de Proyecto Hombre, Elena Presencio, durante la presentación en Madrid. "Ellos vienen en mayor medida acompañados por sus madres y sus parejas".
Un problema transversal, pero marcado por rasgos sociales
En los casi 40 años de trabajo, la organización ha podido constatar el peso de algunos rasgos sociales, como un bajo nivel de formación. El 47 % de las personas atendidas por Proyecto Hombre en 2021 no tenían educación secundaria y otro 40 % se había quedado con esa titulación. Sin embargo, esto no significa que el problema no se dé también en quienes tienen estudios universitarios (10 %), algo que es más habitual en las mujeres (casi un 18 %).
Además, los problemas de adicción, a veces, pueden ir unidos a problemas legales. Un 23 % de las personas atendidas por Proyecto Hombre han sido acusadas, al menos una vez, de posesión y tráfico de drogas (más hombres que mujeres). Por ello, el sociólogo Xavier Bonet ha lamentado este martes que apenas un 8 % de los usuarios hayan ingresado por sugerencia de una autoridad judicial. "Deberían ser más", ha valorado.
Las cifras recogidas en el informe son "vidas de personas y familias", ha recordado finalmente el director del Observatorio, Jesús Mullor, quien ha defendido un "triple enfoque bio-psico-social" en el tratamiento, porque ninguno de los problemas puede abordarse por separado.
"Y también el entorno social y familiar necesita nuestra ayuda", ha añadido Mullor, que ha zanjado su intervención con una llamada a la "corresponsabilidad" en las soluciones para, así, alcanzar la "utopía" de acabar con todos los problemas de adicciones.
Para Bonet, tan importante es la desintoxicación a la sustancia como la reintegración social si el objetivo es recuperar una vida plena y saludable. Por ello, Mullor ha pedido también más recursos a la administración pública para atender a la amplia variedad de perfiles que existen, porque no es lo mismo un joven que comienza a abusar de las drogas que una persona que lleva años consumiendo.