'Cada vez nos despedimos mejor': Diego Luna protagoniza una obra en Madrid sobre "la incapacidad de decir adiós"
- Un monólogo lleno de referencias y reflexiones personales que hablan de sentimientos universales
- La función cuenta con música en directo interpretada por el músico Darío Bernal
Nunca es fácil decir adiós y nadie enseña o prepara para ese momento, por lo que a veces un asunto o una relación llega a convertirse en un bucle con el que se tropieza constantemente. Sobre este tema reflexiona la obra Cada vez nos despedimos mejor, creada y dirigida por el dramaturgo Alejandro Ricaño.
La función, protagonizada por el actor mexicano Diego Luna, estará representada desde el 25 de junio hasta el 10 de julio en la Sala Max Aub de Naves del Español, en el Matadero de Madrid. Antes de su estreno, la obra ya tiene todas las entradas agotadas. "Que la gente anticipe la compra habla mucho del público", comenta Diego Luna.
La historia se compone de un monólogo sobre el amor y las relaciones contemporáneas, contada desde el humor negro, que tiene como telón de fondo una serie de acontecimientos que sucedieron entre 1979 y 2012 en México.
Cada vez nos despedimos mejor narra la historia de Mateo y Sara, dos personas que nacen a la vez en el mismo hospital, y que desde ese momento se van encontrando durante 40 años. "Todos estos encuentros suceden en momentos históricos importantísimos para el país", indica Luna, que por primera vez que interpreta un monólogo.
Los personajes son totalmente diferentes, mientras que Sara es una mujer comprometida e involucrada en asuntos ciudadanos, Mateo es todo lo contrario. "A veces él está ahí por error o distracción y en otras por convicción. Pero todo siempre tiene que ver con ella", explica el actor.
Difíciles despedidas dentro de un marco universal
La obra tiene su origen en un encuentro entre el director y el actor en México, donde tuvieron una larga conversación. "Nos contamos nuestras vidas y nos dimos cuenta de que estábamos llenos de despedidas inconclusas", señala Diego Luna.
Ese diálogo hace que el relato esté compuesto por "referencias o reflexiones muy personales". No obstante, se aleja de ser biográfico, ya que no pretende ser algo "explícito" o "predecible", la idea es que cualquier persona que vea la función sienta que "le pertenece". Además, aunque la historia sucede en situaciones muy específicas, "el viaje es completamente universal", sostiene el actor.
“Me gusta que la historias me hagan preguntas“
"La honestidad con la que se habla de los sentimientos en la obra y de los errores es terapéutico", comenta Luna. Sin embargo, tampoco pretende dar las claves para despedirse, sino que cuestiona y reflexiona sobre esa incapacidad de decir adiós. "Me gusta que la historias me hagan preguntas, para mí es lo más provechoso que puede pasar", asegura Luna.
Asimismo, estas difíciles despedidas quedan reflejadas en los acontecimientos históricos a través de terremotos o del Partido Revolucionario Institucional de México. En el año 2000, "el PRI pierde por primera vez, después de 70 años de estar en el poder, entrega la presidencia a otro partido", comenta el actor. Pero en 2012, el partido vuelve a la presidencia. "Por eso también se llama Cada vez nos despedimos mejor porque ya nos habíamos sacudido al PRI de encima y al poco rato está de vuelta. No sabemos decir adiós", sostiene.
Elementos musicales y cinematográficos
El monólogo va acompañado de música en directo, compuesta por Alejandro Castaños e interpretada por Darío Bernal. El escenario se encuentra una batería que tocará el músico, pero aparte "hay muchos artefactos a su alrededor que hace sonar y que le dan un pulso a la obra", señala Diego Luna.
El actor también destaca que es una puesta en escena formada por "muchas referencias cinematográficas". Lo que no significa que haya una pantalla o proyecciones, sino que se compone un "lenguaje cinematográfico". Es como si la función estuviera formada por escenas, dentro de "una edición en la que la música y los elementos sonoros ayudan muchísimo", añade.
"Es una narración constante, con la certeza de que hay un público ahí", sostiene Luna. El hecho de que se trate de un monólogo proporciona el efecto de que haya una constante interacción con el público. "Como dice Ricaño, de alguna forma el público termina dirigiendo el espectáculo", indica.