Coordinadores de intimidad: así preparan las escenas de sexo para evitar abusos o "situaciones incómodas"
- Dos pioneras de la profesión en España y varios actores explican cómo "coreografían" secuencias eróticas
- Utilizan "barreras físicas" para evitar que haya contacto genital y "prendas de modestia" para simular desnudos
Lo que sufrió Maria Schneider durante el rodaje de Último tango en París suena lejano, pero a veces conviene recordar de dónde se viene para saber dónde se está. Era el año 1972, la actriz francesa tenía 19 años y ni el director de la película, Bernardo Bertolucci, ni el actor protagonista, Marlon Brando, explicaron a la joven los detalles de la polémica escena de la violación anal que aparece en el filme. Ambos planearon en la misma mañana del rodaje utilizar una tableta de mantequilla como lubricante para la sodomización y ejecutaron el plan ante las cámaras, sin que esto apareciera reflejado en el guion y sin que la intérprete hubiera dado su consentimiento.
El trauma que desencadenó el engaño de Bertolucci y de Brando acompañó a Schneider de por vida. La actriz, que falleció en 2011, a los 58 años, nunca llegó a superar una humillación que nunca habría llegado a producirse con la presencia de un coordinador de intimidad, una figura profesional que desde hace un par de años se asienta en Estados Unidos y que también ha llegado a los rodajes españoles.
"Nos encargamos de dar seguridad a los actores cuando interpretan escenas íntimas, a la vez que protegemos su consentimiento a lo largo de todo el proceso de la producción y ayudamos al director o directora con la visión creativa y con la coreografía de las escenas intimas", explica en una conversación con TVE la coordinadora de intimidad Tábata Cerezo, una de las pioneras en el país.
Un antes y un después en los rodajes
Tras resumir su función y recalcar que velar por el consentimiento es "un pilar" fundamental, Cerezo cuenta cómo se suelen llevar a cabo las escenas íntimas cuando no median estos profesionales, que en su mayoría son mujeres: "Digamos que había un cierto vacío y que quedaba al azar de la producción el que hubiera el espacio, la sensibilidad y el tiempo para poder atender estas escenas con la delicadeza necesaria (...) Muchas veces seguro se haría bien pero otras muchas veces, por torpeza o por ignorancia, se generaban situaciones incómodas, indeseadas…", cuenta.
En España, la presencia de los coordinadores de intimidad se extiende ahora, pero en Estados Unidos este rol ha ido afianzándose desde de que el movimiento #MeToo provocara una reflexión colectiva sobre el trato que recibían los actores —especialmente, las actrices— y destapara numerosos casos de abuso y acoso sexual. Más allá de evitar esas formas de violencia, lo que pretende la coordinación de intimidad es brindar seguridad a los actores para que sepan en todo momento lo que se les pide y puedan trabajar en estas escenas de la manera más cómoda posible.
Es justo lo contrario a lo que vivió Salma Hayek cuando grabó una secuencia de carga sexual para la cinta Desperado que se convirtió en una experiencia "traumática". No porque su compañero de reparto, Antonio Banderas, se lo hiciera pasar mal (todo lo contrario, según dijo ella) sino porque la mexicana aún no se sentía con la soltura suficiente para enfrentarse a ese tipo de escena y porque los detalles de la misma no aparecían en el guion inicial.
Cerezo, que también trabaja como actriz, cuenta que es común que haya guiones en los que simplemente se señala que los actores "tienen sexo" sin que aparezca definido cómo tienen que interactuar. También hay ocasiones en las que sí está descrita una escena pero los intérpretes no saben "el nivel de desnudez" y a veces se enteran en el propio set de que tienen que estar sin ropa, porque nadie les había avisado antes. "'Último tango en París' es el gran ejemplo del límite al que podía llegar esa situación (de desconocimiento), que se generara un abuso en un rodaje", subraya.
Lucía Delgado, otra de las primeras coordinadoras de intimidad que desarrollan esa labor en España, compara esta figura profesional con la del coordinador de acción, que una labor más conocida dentro y fuera de la industria audiovisual: "Igual que ellos (los actores de escenas de acción) llevan coderas, rodilleras y simulan que esa pelea va a ser real sin que nadie se lleve un puñetazo, nosotras hacemos lo mismo (con los actores que simulan tener sexo)".
La labor de "coreografiar" los movimientos y posturas
Lo primero que Cerezo y Delgado hacen es trabajar como "intermediarias" en todas la conversaciones relacionadas con las escenas íntimas que se mantienen entre la producción, la dirección y los actores. "Tenemos reuniones con la producción para entender el tono del proyecto, con el director o la directora para entender cuál su acercamiento a esas escenas y qué tiene en la cabeza, y luego mantenemos conversaciones privadas con los actores para entender cuáles son sus límites. Nosotras definimos un terreno común de juego y, según los límites de todos, vamos armando la coreografía de las escenas en los ensayos (...) Hacemos todo lo posible en la preproducción para que en el rodaje todo esté claro y los actores estén muy tranquilos", explica Cerezo.
Como nada se deja al azar, también hay ensayos. En uno de los que coordina esta última profesional, y al que ha podido asistir este medio, se ve con claridad cómo los actores tienen el control de unas escenas que preparan como si se tratara de una danza. Lo habitual, cuando los dos intérpretes que van a tener que fingir una relación sexual aún no tienen confianza, es que el contacto empiece poco a poco; primero se recomienda mantener la mirada durante unos instantes y después ir acercándose cada vez más el uno al otro. Solo se tocan cuando ambos han dado permiso para hacerlo y siempre de una manera previamente pactada.
De hecho, uno de los ejercicios consiste en que los dos actores —en el caso de la escena interpretada ante las cámaras de TVE, un chico y una chica— se sitúen frente a frente para ir indicándole al otro cuáles son los límites que marca. Lo que hacen es atribuirle a las distintas zonas del cuerpo un color: el verde, para las partes que se pueden tocar sin reparos; el amarillo para las zonas en las que hay que ser cuidadosos; y el rojo para las zonas que están vetadas. En este caso, por ejemplo, la actriz dejó claro que cuando haya que recrear la escena erótica su compañero podrá besarle el cuello o acariciar su pecho ligeramente pero no podrá haber ningún tocamiento en la zona genital.
Barreras físicas y una regla básica: nunca hay contacto genital directo
Esto último tiene que ver con algo que las coordinadoras han fijado como norma general o "regla básica": no habrá en las escenas de sexo contacto genital directo.
"Aportamos una serie de elementos a los que llamamos 'barreras físicas', que muchas veces diseñamos nosotras y que sirven para que nunca haya contacto genital directo", apunta Delgado, refiriéndose a objetos como pelotas de goma o coquillas que se colocan entre los dos actores y que pasan desapercibidos ante las cámaras durante las grabaciones.
A esto se suman lo que se conocen como "prendas de modestia" (traducido directamente del inglés modesty garments), que es la ropa interior que cubre las partes íntimas de los actores de forma discreta, permitiendo que en cámara dé impresión de desnudez.
Gracias a esos recursos, a las pautas marcadas por las coordinadoras y a los "trucos" de los camarógrafos, el equipo logra desarrollar escenas que parecen reales sin que los actores ni siquiera se estén rozando. Los movimientos corporales están calculados de forma que nadie se vea envuelto en una situación desagradable.
En cuanto a esto, Delgado puntualiza que la coordinación de intimidad no solo es beneficiosa para escenas meramente sexuales entre varias personas, sino que también supone una ayuda cuando hay desnudos o el actor tiene que exponerse en solitario, como pasaría, por ejemplo, si tiene que fingir que se masturba.
Una figura que los actores ven "esencial": "Nos hemos sentido más seguros"
La actriz Laura Ledesma se pregunta cómo ha podido trabajar hasta ahora "sin la coordinación de intimidad". "Me parece un departamento absolutamente esencial. Antes, en mi experiencia laboral, las escenas intimas siempre se pactaban con el director o con tu compañero y había un punto donde se dejaba hasta donde tú quisieras llegar. Eso me parece peligroso porque en un contexto de rodaje, donde se va muy rápido, nunca hay tiempo para nada (...) no da tiempo para que el artista ponga límites", dice.
También Clara Galle y Julio Peña, los dos protagonistas del filme A través de mi ventana, ven muy necesario que se asiente este perfil profesional. "Nos hemos sentido mucho más cómodos, más seguros (...) Los otros actores más mayores a mí me dicen: 'yo es que no podía pedir permiso ni me podían pedir a mí', y te da seguridad saber que puedes hacerlo y saber que contigo van a hacer lo que tú quieres y hasta donde tú quieres', explica Galle, que tiene 20 años.
Su compañero en esa película en la que han contado con una coordinadora de intimidad admite que él llegó al rodaje con "un poco de miedo" porque se iba a enfrentar a sus primeras escenas de sexo. "Tener esa figura nos ha ayudado en un proceso en el que nos podríamos haber comido la cabeza muchísimo. Nos ha enseñado a dar los primeros pasos", cuenta el joven, de 21 años.
La oscarizada Kate Winslet también ha reivindicado este rol profesional y ha llegado a pedir que estos mediadores estén presentes en los rodajes siempre que haya secuencias íntimas. Además, reconoció que ella hubiera agradecido contar con ese apoyo en el pasado.
Hacer las escenas más realistas y "diversas"
Junto con la labor de coordinar y proteger, lo que estos profesionales del cine ofrecen es un asesoramiento. Ellos saben cómo ir al máximo detalle y realismo en las recreaciones sexuales sin que los límites fijados por los actores se vean sobrepasados, así que ayudan a la dirección a conseguir escenas muy auténticas y tratan de que queden bien integradas dentro de la historia; es decir, que cuenten algo sobre la trama y los personajes, y que no se limiten a ser únicamente escenas subidas de tono.
Del mismo modo, intentan siempre que las películas en las que trabajan se alejen de los clásicos "estereotipos" en los que con frecuencia caen las escenas sexuales. "Hasta ahora, había un lugar común, representábamos la sexualidad de una manera muy similar. Pasábamos de los besos directamente al coito y los roles de género estaban muy estereotipados. Tenemos la intención de que esto cada vez vaya cambiando más, que las escenas de sexo sean lo más auténticas y diversas posible", recalca Cerezo.