La fuga de la creatividad: cómo sobrevive el arte ucraniano a la guerra
- El proyecto VESNA del Museo Nacional de Arte de Cataluña expone obras de artistas ucranianas
- Los dibujos han sido enviados por redes sociales y denuncian el calvario que sufre la población
La artista plástica ucraniana Victoria Tissot huyó de su país y recaló en Barcelona durante la invasión del Donbás en 2014. Nunca más regresó, pero cuando la guerra estalló en febrero, Tissot sintió un paralelismo milimétrico con sus circunstancias vitales y arrancó una cadena de auxilio a la creatividad: llamó a las puertas de las instituciones culturales barcelonesas para canalizar el grito de músicos, pintores, y escultores, entre otros, que continuaban creando desde los búnkers bajo el estruendo de las bombas.
El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) recogió el guante y ha vertebrado el proyecto VESNA (que significa primavera en ucraniano en un guiño a la esperanza): una exposición que enseña el trabajo de cinco ilustradoras (Tetiana Yakunova, Daria Filippova, Zhenya Oliinyk, Oksana Drachkovska y Anna Sarvira) que enviaron sus trabajos vía Whatsapp y redes sociales en una actualización tecnológica forzosa del arte en guerra. Son, en la mayoría de los casos, delicados dibujos a lápiz y tinta, bosquejos de un horror mudo que no cesa.
“La situación allí para los artistas es muy peligrosa y las ilustraciones muestran lo que está pasando y cómo viven el vuelco que ha dado su día a día: la vida en los subterráneos, la oscuridad, el miedo.. Crear es muy importante para un autor, cuando hablamos de Picasso si eliminamos de su obra El Guernica (en su denuncia contra el dolor causado por la guerra) ya no sería el mismo artista”, explica Tissot, que comisaria la muestra en colaboración con el diseñador gráfico Mykola Kornilov.
“Hasta septiembre se mantendrá VESNA, pero nos siguen llegando obras y formatos porque muchas personas quieren hablar. No puedo olvidar el caso de una joven artista que llegó a Barcelona con un dibujo bajo el brazo, fue lo único que había podido salvar de su vida y explicó a la gente en el museo lo que había vivido y significaba para ella”, detalla Luis Alabern, jefe de Museografía del MNAC.
Protección de la comunidad artística y el patrimonio cultural
El Museo Nacional de Arte de Cataluña se ha transformado en un espacio vivo de expresión para alumbrar el arte más allá de las fronteras de Ucrania.
Un impulso que conecta con la alerta mundial de la UNESCO sobre la protección del patrimonio y la comunidad artística. Según el último informe del organismo, al menos 53 lugares culturales han resultado dañados en el país. El gobierno ucraniano eleva los daños a “más de 200 sitios” de “patrimonio protegido”.
Un aldabonazo a las conciencias al que también se han sumado instituciones internacionales como el Louvre, el Musée d’Art Modern de París o el Metropolitan Museum de Nueva York.
En esta sintonía, el proyecto VESNA del museo catalán también muestra un video que llama la atención sobre la destrucción de monumentos, edificios u obras de arte como es el caso de la pintora Maria Primachenko: 25 de sus pinturas se perdieron durante un bombardeo en el Museo de Historia de Ivankiv, a 80 km de Kiev, el pasado mes de febrero.
Primachenko (1909-1997) es pieza incontestable de la cultura ucraniana y sus pinturas naif encandilaron a Picasso y Chagall. La barbarie ha activado, una vez más, un resorte en el arte y la vida ya que su lienzo, Una paloma ha desplegado sus alas y pide paz (1982), se ha convertido en un símbolo contra la guerra.
Museos y teatros internacionales se han transformado en refugios durante la invasión que ha desgarrado Ucrania. Un camino empedrado de solidaridad en el que se multiplican las ayudas: seis bailarinas del Ballet de la Ópera Nacional de Ucrania se han integrado en la Compañía Nacional de Danza con sede en Madrid; el grupo teatral de Kiev ProEnglish Theatre ha girado por España en mayo con su obra The book of Sirens, en una iniciativa para recaudar fondos para el pueblo ucraniano.
“El poder del arte no es solo metafórico sino social. Hicimos esta pieza reflejando nuestra estancia bajo las bombas en una situación de guerra. Es imposible sentir de otra manera cuando ves una obra de arte. Todo tu cuerpo reacciona y puede servir para que la gente se una para ayudar. El arte existe para entender lo que pasa en el mundo”, explicaba a RNE Anabell Sotello, directora y actriz de The book of Sirens, justo antes de retornar a Kiev en una lucha incansable entre el arte y la guerra.