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Cumbre de la OTAN

Rusia y Occidente: alejamiento y ruptura para un nuevo mundo

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La invasión de Ucrania dinamita la relación entre Rusia y la OTAN

La invasión rusa de Ucrania ha culminado un proceso de años de distanciamiento entre Rusia y lo que se ha dado en llamar Occidente, fundamentalmente Estados Unidos y los países integrados en la OTAN. Hablamos con dos especialistas, uno en Moscú y otro en Londres, de las distintas dimensiones de este divorcio y de las perspectivas que se abran con esta ruptura.

La ampliación de la OTAN supone la expulsión geopolítica de Rusia. Es la tesis de Dimitri Suslov, director del Centro de Estudios Europeos e Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Moscú y una de las principales voces de lo que podría ser una visión cercana al Kremlin de la realidad política de Rusia. Según Suslov, “la ampliación de la OTAN dejó a Rusia sin sitio en Europa y su posterior ensanchamiento hacia antiguas repúblicas soviéticas como Ucrania es lo que ha sido considerado una amenaza”, dice a RTVE.es desde sus oficinas en Moscú. De ahí, de esa expansión de la OTAN, cree Suslov, las guerras de Georgia en 2008, de Ucrania en 2014, y finalmente la invasión de 2022.

¿Era inevitable? Suslov recuerda que algunos líderes europeos, como el francés Emmanuel Macron y el alemán Olaf Scholz, intentaron convencer al ucraniano Volodimir Zelenski de que retirase su intencion de entrar en la OTAN, que declarase neutral a su país y que cumpliese con los acuerdos de Minsk. “Si hubiera hecho esto, no habría habido invasión por parte de Rusia”, entiende Suslov, quien culpa a Estados Unidos y Reino Unido de presionar a Kiev para, a su vez, llevar a Moscú a un camino sin salida.

Eso lleva a Suslov a concluir que “mientras la OTAN aspire a tener un papel dominante en el sistema de seguridad del continente, no habrá paz en Europa". "Será un territorio dividido y Rusia será siempre la antagonista. No hay lugar para la coexistencia. Es más, cualquier intento de ampliación será considerado en Moscú como un casus belli”, añade.

"Mientras la OTAN aspire a tener un papel dominante, no habrá paz en Europa"

Dimitri Suslov cree que la guerra debilita a todos. Para empezar a Rusia, que “está pagando un precio muy alto por su campaña militar en forma de sanciones, y su economía va a menguar un 8% este año”. Pero este analista cree que “Occidente también se ha debilitado a consecuencia de la guerra” porque, desde el punto de vista de Rusia, “una de las implicaciones más importantes de esta guerra es el cambio tectónico en términos de emergencia de un mundo que ya no está dominado por Occidente, que es multipolar, que incluye a la mayoría de países no occidentales en Asia, Oriente Medio, África y América Latina que rechazan unirse a Occidente contra Rusia”. En cierto modo, cree Suslov, las sanciones han “aislado a Occidente del resto del mundo”.

En este nuevo panorama, cree el analista, se entiende y preocupa menos en el Kremlin que las relaciones con Occidente “vayan a cero”. En todas las dimensiones, asegura Suslov, que cree que Rusia y el conglomerado en torno a EE.UU. sólo van a hablar de cuestiones relativas a evitar un conflicto termonuclear global y evitar un choque directo entre las grandes potencias atómicas.

Lo que vivimos, asegura Suslov, es “la ruptura total de un sistema de relaciones que se ha estado construyendo desde los tiempos de Pedro el Grande". "Eso se ha acabado y es poco probable que vaya a regresar porque, al mismo tiempo, Rusia está reorientando su política y comercio hacia el mundo no Occidental, hacia Asia, África y Oriente Próximo, regiones que Moscú considera mucho más prometedoras, más amistosas y más lucrativas en términos de relaciones económicas que la propia Europa". Y esto, subraya el analista, no es de ahora con la guerra, sino que viene de análisis de previos, como demostraría el hecho de que el ministerio de Exteriores lleva meses redistribuyendo diplomáticos hacia países no alineados con Occidente.

Ese giro nace de un consenso, entiende Suslov, entre el Gobierno y la élite del poder político, el mundo de la academia, y la propiedad sociedad rusa. Un consenso también previo a la guerra que, sin embargo, la guerra ha fortalecido. “Lo que ha hecho la guerra es convertir ese giro de Rusia en algo imperativo, en una obligación”, subraya.

La guerra, sin embargo, no nació de un gran acuerdo, considera este analista. “La decisión la tomó el círculo más cercano a Putin”, afirma Suslov, quien de todos modos considera un error personalizar en el presidente ruso el peso del conflicto. “Mucha gente en la comunidad académica consideraba, desde hace años incluso, que la guerra en Ucrania era inevitable. Lo único que faltaba por saber era cuándo y cómo”. La dimensión de la invasión sí sorprendió a Suslov, que considera que Rusia y Occidente están batiéndose en una “guerra híbrida, un conflicto que en Occidente saben que va a durar décadas, y que se va a extender bastante más allá de Vladimir Putin. Por eso nosotros también debemos separarnos de Occidente en todos los órdenes”.

Una visión más personal

Al británico Mark Galeotti le han prohibido entrar en Rusia. Él, un académico que ha vivido en Moscú, que tiene amigos rusos, que considera al país un vecindario sentido y cercano, ahora vive la prohibición “con una marca de tristeza, porque señala el cierre de Rusia hasta un punto en el que diría que Putin está ‘norcoreizándola’, lo cual no es bueno para nosotros, pero sin duda tampoco lo es para los rusos”.

Galeotti, autor de libros como 'La Rusia de Putin', hace una lectura política de esta situación personal: “Creo que lo que realmente demuestra es que Putin y la gente que tiene alrededor son conscientes de que la propaganda tiene sus límites. Y que si ellos quieren mantener el control del relato en Rusia, lo que ya está empezando a fallarles, tienen que intentar cortar lazos de Rusia con el mundo exterior”. Galeotti cree, sin embargo, que “no lo van a conseguir, porque vivimos en un mundo muy diferente al que ellos conocieron en sus tiempos de la KGB.  Nadie puede desconectar un país”.

Para este especialista de Rusia en la facultad de Estudios Eslavos y de Europa del Este de la University College of London, “Rusia es hoy claramente más débil que antes de que comenzase la guerra. En muchos sentidos. Y creo que incluso hay algo irónico en esto porque Putin pretendía mostrarle al mundo lo fuerte que eran él mismo y Rusia, y ha terminado ocurriendo justo lo contrario”. Para Galeotti, “buena parte de la capacidad de Putin para presentar a Rusia como una super potencia se basaba en un farol. Y él mismo se lo creyó. Esa es la ironía”.

Galeotti cita la intención de Suecia y Finlandia de entrar en la OTAN como un síntoma del fracaso de Rusia; una señal, además, “de que ha empezado el declive mientras Putin trate de imponer ese supuesto gran poder por medio de la violencia y las amenazas”. Para Galeotti, también habría quedado claro que en la élite rusa “no hay verdaderos putinistas, no hay una verdadera ideología detrás”. Lo que hay, según Galeotti, es “un sistema lleno de oportunistas sin escrúpulos que están muy, muy contentos de apoyar a Putin mientras eso les vaya bien a ellos”. Para este profesor, la élite rusa está, además, profundamente dividida, entre los ultranacionalistas, de un lado, y los tecnócratas, de otro. Putin sería, mientras les vaya bien a todos, “el único que mantiene el sistema en pie”.

Pero ese sistema estaría viciado, considera Galeotti, como probaría la guerra de Ucrania. “El verdadero problema desde hace años”, asegura, “es que Putin ha creado un sistema en el que vive como en una especie de capullo,  una superprotección contra la dura realidad del mundo exterior. Recuerdo que, hace unos años, un antiguo espía ya retirado me dijo: ‘hace tiempo que hemos aprendido que no se llevan malas noticias a la mesa del Zar’. Y ese es el problema: ha creado un sistema en el que es claramente estar en desacuerdo con él”.

Y eso es lo que habría pasado con Ucrania. Según Galeotti, Putin pensaba que podría invadirlo con pocos efectivos, que el Gobierno se derrumbaría y que él podría poner un gobierno títere. ¿En qué se basa para atribuirle esas intenciones? “Siempre es problemático tratar con una caja negra como es Rusia hoy en día”, reconoce, pero al mismo tiempo subraya: “Apenas llevaban municiones para dos semanas.  Tampoco tenían comida ni fuel suficiente. Y además enviaron, más que a tropas, a efectivos de la Guardia Nacional, que es un cuerpo para mantener el orden público. Claramente pensaban que lo que iban a tener, como mucho, eran disturbios, no una guerra”.

Galeotti cree que Rusia no comprendió bien la capacidad ucraniana de resistencia. Pero ahora también considera que Occidente “no comprende a Rusia”. En el caso de esta guerra, y sin quitarle la “responsabilidad absoluta a Putin, tenemos que ser capaces de reconocer que Occidente ha estado calculando mal y manejando mal todo lo que tiene que ver con Rusia. El analista pone como ejemplo de estos “errores de cálculo bastante catastróficos”, las elecciones que mantuvieron a Yeltsin en el poder en 1996: “Parecía que el Partido Comunista iba a ganar, pero Yeltsin juntó a banqueros y oligarcas y amañaron las elecciones. Y ganó. A Occidente le vino bien porque no quería que ganaron los comunistas, pero luego no podemos sorprendernos si a los rusos les parece que la democracia es un fraude y que nosotros no somos más que unos hipócritas a los que no les importa nada el progreso de Rusia. Así, afirma Galeotti, “se crearon las condiciones para que apareciera Putin. No Putin personalmente, sino alguien como él”.

Con respecto a la seguridad y la geografía del poder, Galeotti entiende que “deberíamos haber creado las condiciones para que Rusia se integrase en nuestro sistema de seguridad. Es verdad que no es Suecia, que tendría que haber sido algo diferente, pero algo deberíamos haber hecho”. Ahora, considera Galeotti,  la guerra de Ucrania obliga a Occidente a ponerse del lado de Kiev.  Eso no lo cuestiona este analista, quien sin embargo entiende que las sanciones pueden terminar haciendo un gran daño al pueblo ruso que, posteriormente, no culpara a su gobierno sino a los que castigan a Rusia. Y en ese caso, cree Galeotti, “puede que hasta ganemos la guerra, pero perdamos la paz. Porque podemos hacer que los rusos se enfaden tanto con nosotros que, con Putin vivo o muerto, con Putin en el poder o lejos de él, tendremos una amenaza permanente en Rusia, porque Rusia estará muy enfadada”.