Algún curioso, pocos coches y mucha policía: un centro de Madrid blindado sortea la víspera de la cumbre
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Cortes intermitentes de tráfico y muchos menos coches de lo habitual, sirenas de policía de forma rutinaria al paso de cada delegación y algún que otro curioso en las inmediaciones de los hoteles donde se quedarán los representantes políticos mundiales. Así ha sido la llegada de las delegaciones asistentes a la cumbre de la OTAN de Madrid, que ya se está notar por un centro de la capital española, en el que es raro dar dos pasos y no cruzarse con una patrulla o agente de policía.
Los madrileños han optado este martes por el teletrabajo o usar el transporte público para intentar sortear el impacto en la víspera de la Cumbre en sus vidas cotidianas y por el momento se ha conseguido: la ciudad parece lejos de "colapsar".
Durante esta jornada, la mayoría las delegaciones han llegado durante toda la jornada al aeropuerto y se han dirigido a sus hoteles, mucho de ellos en el Paseo de la Castellana, donde este martes se ve una imagen poco común en una de las principales arterias de la capital: poco ruido de tráfico, apenas gente y calma total, entre fuertes medidas de seguridad.
"Está todo bastante normalizado. Cortan puntualmente cada vez que pasa cada comitiva, pero es cuestión de dos minutos", asegura Verónica Moledo, gerente del restaurante La Mamona, justo enfrente del Hotel Intercontinental, lugar donde se aloja Joe Biden.
"La gente sale con más tiempo de sus casas para llegar, pero nadie ha llegado con retraso. De momento no hemos tenido problema", añade Moledo.
"La ciudad no tiene actividad"
Como ella, misma situación se reproduce metros más abajo de la Castellana, justo en el cruce con López de Hoyos. En el restaurante La Gaditana no han tenido "ningún contratiempo" más allá de tener "menos reservas", confiesan, mientras la policía mantiene cortada los carriles centrales de la calle, pero ha dejado abiertos los laterales.
Con terrazas medio vacías y poca gente caminando por las calles, la falta de afluencia de clientes ha provocado que algunos restaurantes y negocios hayan optado por cerrar antes de tiempo.
"Como no hay gente ni movimiento, no merece la pena estar abierto", asegura Hugo Simañana, dueño de una floristería justo a la espalda del Hotel Intercontinental.
Otros, como La Mamona, tienen más reservas de cara a la noche, sobre todo de clientes estadounidenses que son parte de la comitiva de Biden, asegura su gerente. Pero en lo que se refiere a los vecinos de la ciudad, parece que se han quedado en casa y han hecho caso a las recomendaciones de evitar las zonas más críticas.
"La ciudad no tiene actividad, básicamente es gente paseando, haciendo cuatro cosillas y poco más", dice Ángel, un taxista que lleva toda la jornada recorriendo y sorteando algunas calles cortadas de Madrid.
"A las 8 de la mañana, cuando he empezado, me ha sorprendido que no había nada de tráfico, pero nada es cero", asegura el taxista sobre una imagen nada común en la capital madrileña un día de diario en hora punta.
"La gente propia de Madrid no se está moviendo por lo que se ha dicho de que no cojan el vehículo y hagan teletrabajo, y eso se nota", concluye.
Más problemas en la Plaza Mayor y Palacio Real
Algo diferente es la imagen que se observa justo en el centro de Madrid, donde muchos turistas se han encontrado con los cortes sin esperarlo aparentemente. En la Plaza Mayor los hosteleros han tenido que recoger sus terrazas a las cinco de la tarde y la policía ha desalojado gran parte de la zona, ya que ha sido usada como aparcamiento de las comitivas durante la cena en el Palacio Real.
"Nosotros vamos a dejar el bar y restaurante abierto para el diplomático que quiera venir", cuenta el dueño del bar El Soportal mientras recoge la terraza que tiene en la Plaza Mayor.
Para acceder a una de las plazas más famosas de la ciudad, a cada paso que se da hay un furgón de Policía Nacional o patrullas a pie. De hecho, los turistas que tienen su alojamiento solo pueden acceder a él acompañados de algún policía.
Situación similar se ve en las inmediaciones de la Plaza de Oriente. Con el Palacio Real de fondo, francotiradores en las azoteas y furgones de policía cortando cada acceso, solo se puede bordear por el exterior, mientras el Palacio acoge la cena de bienvenida.
"Podemos mantener la terraza, pero reducida y sin que pasen a la plaza", asegura una camarera del Café de Oriente.
Al igual que en el resto de la capital, allí los hosteleros y ciudadanos asumen "con resignación" los cortes puntuales y molestias ocasionadas, porque al final, tal y como aseguran, "es lo que hay, son tres días y tampoco hay que alarmarse".