Muere el dramaturgo Peter Brook, leyenda creativa del teatro del siglo XX
- Brooks revolucionó los escenarios con la alianza de la innovación y el teatro comercial
- Siempre persiguiendo la experimentación, también dirigió ópera y cine
El director de teatro Peter Brook, leyenda de los escenarios del siglo XX y XXI, ha fallecido este sábado a los 97 años, según avanzó este domingo el diario Le Monde.
Creativo, irreductible y siempre inquieto, Brook es una de las figuras más relevantes de la escena contemporánea por su afán renovador como pionero del teatro experimental, maestro de generaciones, que también dirigió cine y ópera. Fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2019.
El jurado valoró sus montajes "de alto compromiso estético y social" y su capacidad para abrir nuevos horizontes en las artes escénicas. "Brook continúa emocionando de forma intensa a través de puestas en escena de gran pureza y simplicidad, fiel a su concepto de 'espacio vacío", subrayaron.
Nacido en Londres en 1925, hijo de emigrantes judíos procedentes de Letonia, Brook se instaló en 1974 en París donde vivió la mayor parte de su vida y donde recuperó un antiguo teatro para convertirlo en uno de los escenarios más punteros de la capital francesa, el Teatro Bouffes du Nord.
Allí pudo poner en práctica la síntesis de sus investigaciones escénicas, en obras como Una flauta encantada, basada en la creación de Mozart.
Brook era conocido como "L'enfant terrible" del teatro, capaz de aliar las últimas innovaciones y lo institucional con el teatro comercial. Siempre inquieto en la experimentación también dirigió ópera y cine, en esta última faceta creativa tuvo una carrera intermitente.
Aprendió de los mejores, especialmente a su paso por Nueva York, donde llevó a los escenarios La gata sobre el tejado de zinc, de Tennessee Williams, pero también creaciones de Arthur Miller o Jean Genet.
Fue sobre todo su creación y dirección de Titus Andronicus en la Royal Shakespeare Company la que marcó un antes y un después en su carrera y en las propias artes escénicas donde impuso una nueva visión de la obra del autor inglés más reconocido.
La revolución del Bouffes du Nord
En 1970, Brook dio un giro a su concepción del teatro abandonando los escenarios tradicionales de Londres y creando el Centro Internacional de Investigación Teatral con actores llegados de medio mundo, con quienes actuó en América, Oriente Medio, África y, sobre todo, actuando en lugares periféricos y barrios de chabolas en busca de una conexión nueva entre el público y la interpretación.
Aquellas reflexiones se encuentran en el origen del Bouffes du Nord, una sala que descubrió por casualidad cuando se encontraba en ruinas y en la que, manteniendo aquel espíritu decadente, puso en marcha un teatro que profundizara en "una experiencia humana más concentrada", lo que en su opinión era el teatro.
"Brook marcó a generaciones de artistas. Lo descubrí cuando tenía 16 años y llegué a París y descubrí en él otra forma de hacer teatro. Su teoría del espacio vacío me acompaña cada día, así como el lugar del actor, su forma de dirigirlo", señaló a EFE el director Daniel San Pedro, que dirigió recientemente Andando Lorca 1936 en el Bouffes du Nord.
Para San Pedro, bilingüe por sus raíces españolas, Brook aportó una modernidad y una apertura al teatro al mezclar lenguas y artistas de distintos países sin que esto supusiera un problema.
"Su adaptación de La Tempestad fue un impacto, así como su Carmen con cantantes de ópera. La Bouffes du Nord, donde he podido dirigir en varias ocasiones, es un lugar con un alma mágica, como era él, donde todos los artistas sueñan con actuar", añadió.
El "buscador" del paraíso perdido
La obra de Brook es una obra de preguntas y de secretos. Se definió a sí mismo como un buscador, tan inquieto que saltó del estimulante panorama teatral de Londres al de París, pasando por el cine, e indagando en la tradición teatral ancestral de todas las culturas del mundo.
Su primera película The Beggar's Opera (1953) es un fracaso comercial que le cierra las puertas, aunque nunca dejara, intermitentemente, de dirigir: Moderato Cantabile (1960), con Jeanne Moreau y Jean Paul Belmondo, y distintas adaptaciones teatrales como Marat/Sade (1967) o El rey Lear (1971).
Pero cinematográficamente sobre todo es recordado por El señor de las moscas (1963), adaptación de la célebre novela de William Goldman sobre un grupo de niños que sobreviven en una isla desierta.