El regreso de los festivales de música: competencia por las bandas, más gasto por la inflación y falta de profesionales
- La falta de personal en tareas de producción y la subida de costes afectan en la esperada recuperación
- "Ya no se compite tanto por la banda, sino que se trabaja más en el confort", explican desde el sector
Después de dos años sin festivales de música en España con motivo de la pandemia, la industria ha regresado este verano con una gran oferta. Los festivales de siempre han vuelto a programarse y también se han originado otros nuevos. Esta planificación de eventos por todo el país ha supuesto que muchos coincidan o que incluso tengan varios artistas cabezas de cartel iguales.
"Hay tantos festivales que no hay casi ninguna exclusividad", asegura Julio Martí, director artístico de Noches del Botánico. Por lo general, muchos de los eventos de nueva creación "están copiando las cabezas de cartel de otros", apunta.
Ante este contexto económico, este verano se está hablando mucho de la existencia de una burbuja en la industria, sin embargo los profesionales del sector no están de acuerdo con este concepto para la situación. "La palabra no puede ser burbuja porque cada uno asume sus presupuestos", explica Martí.
El mayor obstáculo ha surgido en el plano internacional, ya que los organizadores han tenido dificultades para traer a artistas extranjeros y sobre todo de conseguir que tengan una fecha única en España. "Es adaptarnos a lo disponible ya no por competencia entre festivales, sino por la propia dinámica de las bandas internacionales que han tenido que recomponer absolutamente toda su agenda y calendario de eventos", explica Carolina Rodríguez, vocal de la junta directiva de la Asociacion de Promotores Musicales.
Con artistas europeos es algo más sencillo planificar fechas, pero todo lo que queda fuera de ese marco a veces es imposible, como le ha ocurrido a la promotora Last Tour con artistas estadounidenses. "Muchos reprograman sus giras y no coinciden en agenda, o no pasan por Europa", comenta Eva Castillo, directora de comunicación de Last Tour.
La gran mayoría de festivales habituales han intentado mantener el cartel de hace dos años, sobre todo dentro del panorama nacional de grupos. "El cartel previsto para 2020 se ha ido arrastrando con algunas bajas", destaca Carolina Rodríguez, que también es fundadora y co-directora de Producciones Baltimore, promotora de Low Festival y Warm Up, entre otros.
Este año se esperaba que tuviera lugar la recuperación del sector, sin embargo, para muchos se está convirtiendo en un año difícil debido a la inflación y a la competencia. "La gente está cuidando el bolsillo y hay tantos shows que tiene que elegir", comenta Martí.
Escalada de precios en la vuelta
El regreso se ha hecho cuesta arriba para muchos por la inflación. “El proveedor cobra más por los materiales, el transporte es más caro y el traslado de los artistas también”, explica Eva Castillo. Un aumento que ha influido en la contratación de artistas internacionales. “Los billetes de avión ha subido y cuando tienes que traer a más de 100 artistas con toda la crew supone un gran coste”, afirma Castillo.
Para Julio Martí, la subida no ha supuesto un gran problema, ya que tenía todos los contratos firmados antes de que estallara la guerra de Ucrania, por lo que las alteraciones han sido leves. "El transporte me va a costar un 10 o un 15% más", destaca.
“Recuperar dos años de parón significa un incremento en el caché de los artistas“
No solo el coste ha afectado en términos de infraestructuras, sino también en los propios grupos. "El objetivo es también recuperar dos años de parón y significa un incremento en el caché de los artistas", explica Rodríguez. "Una vez que se paga a un artista determinado caché, bajar de ahí de nuevo es muy complicado", asegura Kin Martínez, organizador del O son do Camiño. Esta va a ser la dificultad a la que se van a seguir enfrentando, puesto que los precios de mercado posiblemente se mantengan a este nivel o sigan subiendo.
A pesar de este aumento del presupuesto, el propósito ha sido no incrementar los precios de las entradas. "El público está traumatizado de que todo suba y se vuelva inaccesible", comenta Rodríguez.
En Last Tour han mantenido los importes en todos sus festivales. "Nosotros soportamos el coste, inevitablemente en las próximas ediciones se tendrán que subir los precios", avisa Castillo.
Noches del Botánico también ha seguido con los precios establecidos, sin embargo, las entradas de grupos de renombre, al tener un mayor coste del habitual se han notado en la venta. "Tengo algún concierto importante que debería venderlo todo, pero no lo hace porque el precio es un poco elevado por los requerimientos exclusivos de costos", explica Martí.
Pese a todas las circunstancias, la asistencia está siendo muy notable en líneas generales. "Nosotros tenemos un público fiel y vamos a hacer récord histórico pese a todo", confirma Martí. En el caso de Last Tour para el Bilbao BBK Live se espera superar los 100.000 asistentes, además, "en nuestros festivales entre el 70 y 80% de la gente ha mantenido sus entradas durante estos dos años de pandemia", asegura Castillo.
Escasez de profesionales
Las consecuencias de la COVID-19 han dejado huella en el sector. El parón de la actividad supuso que muchos profesionales no pudieran seguir ejerciendo por la falta de oportunidades. “Se han reconvertido y han buscado otras profesiones”, destaca Eva Castillo.
Ante la falta de personal, se suma la coincidencia de muchos eventos en las mismas fechas. “No hay ni equipamiento, ni personal, ni infraestructuras para todo lo que hay programado”, sostiene Kin Martínez. Una carencia que afecta sobre todo a los festivales de nueva creación. "Como los han planteado tan tarde, no hay gente con material disponible para lo que piden", explica Martí. Aunque también está suponiendo un obstáculo para los promotores establecidos. "Estamos teniendo bastantes problemas en cuanto a poder cuadrar todo el equipo profesional", comenta Rodríguez.
“Están multiempleados, es necesario asegurarse que descansan de producción en producción“
Los profesionales del sector de producción de eventos son muy limitados, hay cierto personal especializado difícil de encontrar, como los riggers, encargados del izaje y la transferencia de cargas. "Están multiempleados, es necesario asegurarse que descansan de producción en producción", señala Martí.
"Esta competencia también sube y eleva el precio de este proveedor o profesional, que va a tener que elegir", comenta Rodríguez. Aunque asegura que normalmente los equipos profesionales siempre se decantarán por un festival con trayectoria, que cuente con la confianza del sector, que por uno de nueva creación.
Mejorar la calidad de los eventos
El crecimiento de los festivales no está encaminado en programar más artistas o días de los habituales, aunque también se encuentran algunos casos. La mayoría de festivales tradicionales han mejorado aspectos relacionados con la estancia y la experiencia de los asistentes. "Crecemos en calidad, pero no en cantidad", asegura Eva Castillo.
"Ya no se compite tanto por la banda, sino que se trabaja más el aspecto de la comodidad y de la higiene", asegura Rodríguez. Por lo general, sostiene que el público se ha vuelto más exigente y que el confort se ha convertido en un imprescindible para los festivales.
Ante esta competencia, muchos buscan que los asistentes pasen una experiencia inolvidable. En el caso de Last Tour, su seña de identidad está vinculada al lugar donde se celebra el festival. "La sostenibilidad es parte de nuestros valores porque los festivales se desarrollan en entornos naturales", señala Castillo. Entre ellos, se encuentran el Bilbao BBK Live en el monte Kobetamendi o el nuevo Cala Mijas situado en un espacio natural, así que su objetivo es conseguir que "el impacto sea el mínimo posible" en el medio. También intentan implicar a la ciudadanía de la localidad a través de "actividades gratuitas" durante el día.
Dinero y organización: pilares fundamentales
Para llevar a cabo unas producciones tan grandes es necesario contar con un respaldo económico importante, y para ello algunos promotores solicitan ayudas públicas. Last Tour recibe estas subvenciones por parte de los ayuntamientos de las localidades donde se realizan sus festivales. "Suponen entre un 8 o 10% del presupuesto total del festival", apunta Eva Castillo. Una contribución que sigue manteniéndose a lo largo de los años. "El festival ha crecido, pero la aportación sigue siendo la misma", asegura.
En el caso de Noches del Botánico reciben ciertas consideraciones públicas a la hora de "facilitar los espacios públicos y horarios", apunta Martí. Pero la financiación viene a través de los patrocinios de marcas, como ocurre en la mayoría de casos. "Con su inversión realizan muchas de las activaciones que hacen posible un festival", señala Carolina Rodríguez.
Los fondos de inversión han entrado en el terreno y cada vez es más frecuente que estén detrás de nuevos festivales. "Se ha abierto la acción en la música a lo que se llaman sociedades de inversión y hay mucha gente que se cree que esto es un negocio sencillo", crítica Martí. "A la hora de llevarlo a la práctica no cuentan con equipo, ni con los conocimientos, ni con la fidelización del público y un poco con la espalda del sector que no sabe ni de dónde sale y parece ser un producto exclusivamente creado por un fondo de inversión", añade Rodríguez.
“La palabra no puede ser burbuja porque cada uno asume sus presupuestos“
En lugar de burbuja, Julio Martí prefiere referirse a "un exceso de oferta". "Este año es normal que intentar compensar realizando festivales, conciertos y giras, haciendo lo posible para poder recuperarse económicamente", señala Carolina Rodríguez. Dentro de esta competencia se verá quiénes han podido tener la capacidad y la antelación de hacer frente a esta crisis. "Es como una criba, más que una burbuja", afirma. Así que después de este verano o más bien a finales de año se podrá hacer un balance de quiénes pueden o no seguir dentro del circuito de festivales.