Rafael López Espí: "Las ilustraciones de terror son mi mejor trabajo"
- El libro López Espí. El arte del terror recupera sus ilustraciones del género fantástico
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Rafael López Espí (Barcelona, 1937) es uno de los autores más admirados por los aficionados a los cómics Marvel porque, junto a Enric Torres-Prat (Enrich) (Barcelona, 1940), fue el encargado de ilustrar las míticas portadas de Marvel para la editorial Vértice (en los años 60, 70 y 80), en las que vimos por primera vez en color a Spider-Man y compañía (ya que las páginas interiores se publicaban en Blanco y negro). Un trabajo que ahora se recoge en tres tomos de Las portadas Marvel de Vértice (Dolmen Editorial). Pero de esos cómics os hablaremos en otro artículo, porque también se publica López Espí. El arte del terror (Diábolo Ediciones), un libro que rescata las menos conocidas, pero igual de espectaculares, portadas que realizó para revistas de terror como Fantom, Espectros, Escalofrío o Vampus.
A sus 85 años, López Espí se muestra encantado de tener tantos admiradores que se interesan por su trabajo: “Es muy gratificante. Sobre todo porque recuerdo que cuando quise ser dibujante también quería tener ese reconocimiento del público. Que apreciase mi arte y que mi esfuerzo se viera recompensado. Y estas publicaciones demuestran que lo he conseguido”.
Siendo uno de los portadistas más populares de nuestro país, le preguntamos qué debe tener una buena portada para captar la atención del público. “Hacer una portada es un proceso técnico, pero es fundamental esa captación psicológica del lector. Cuando pienso en una portada, lo primero es elegir una escena y una composición potentes. Eso depende mucho del género, de si es de superhéroes o no… Después es cuestión de hacer el mejor dibujo posible. A mí me gusta que el protagonista esté de cara al lector. Y si hay otros personajes, como en una escena de lucha, hay que coordinar las figuras. Pero intento que siempre predomine el protagonista”.
“Había que meter toda la carne en el asador en cada ilustración –continúa-, y quería que cuando el lector cogiese la revista se encontrase a ese fantasma o monstruo mirándole directamente. Siempre buscaba ese impacto psicológico. Pero lograr eses efecto era un trabajo arduo y complicado”.
“También es fundamental escoger los colores que vas a usar y el escenario, o no, que puede haber detrás. Y aplicar esos colores para que tengan una armonía, en la que los fondos y los personajes contrasten, de forma que todo se interprete perfectamente” –añade-.
Aquellas inolvidables portadas de terror
El libro López Espí. El arte del terror recoge la mayor parte de las ilustraciones que realizó para cubiertas de cómics (Fantom, Espectros, Escalofrío, Vampus…) y novelas de terror. “Creo que estas ilustraciones de terror son mi mejor trabajo. Las realicé durante varios años, por lo que el proceso de cada una fue diferente. Normalmente, no tenían nada que ver con el interior porque yo pintaba lo que quería, nunca me dieron guiones ni una descripción de lo que querían”.
“Trabajé 16 años con Vértice, pero también tuve muchos clientes extranjeros, de Francia, Alemania… -añade-. Y dentro de esas portadas había una variante que eran las de terror gótico, en las que, normalmente, aparecía una mujer que huía de algo que la perseguía y que para ella era aterrador. Casi siempre tenía que reflejar ese terror en su mirada, o por lo menos el suspense”.
“Lo fundamental –añade-, era generar esa sensación de miedo, de terror, usando todos los elementos a mi alcance, desde la planificación a los colores, que normalmente eran oscuros, negros… Y también jugaba mucho con el contraste de esos fondos oscuros y las figuras principales. Todo lo que sirviera para generar esa sensación de miedo era bienvenido”.
“Cuando acababa la portada la enviaba a Vértice que hacía una copia en una película transparente, que era lo que se enviaba a esas otras editoriales extranjeras. Entonces no había ordenadores ni Photoshop” -añade-.
“No se podían hacer escenas sangrientas ni eróticas”
La sangre y el erotismo han sido fundamentales en el género de terror, pero López Espí nos cuenta que en aquella época todavía había censura: ”Esa censura no permitía mostrar mujeres desnudas ni sangre. Así que no podía dibujar escenas sangrientas ni eróticas”.
En cuanto a sus técnicas, López Espí nos comenta: “La técnica depende del tipo de color que uses. Mi preferida era el Gouache, que es pastoso, pero se disuelve con agua, por lo que podía usarla a modo de óleo o de acuarela, según lo precisase en cada ilustración. Pero también usaba acuarela, anilinas y acrílico, que era parecido al óleo, pero que también se podía disolver con agua para lograr efectos “acuarelados”. Y, por supuesto, también usaba óleo”.
Desgraciadamente, López Espí confiesa que ya no conserva casi ninguno de los originales de estas portadas: “Solo guardaba unas pocas ilustraciones que he ido cediendo o regalando. Así que, por unas o por otras, solo tengo unas pocas en casa”.
Le preguntamos si ha hecho un cálculo de las portadas que pudo hacer durante su carrera: “De superhéroes, para Vértice, hice más de 2.000. A esas habría que añadir las de terror que hice para Vértice y otras editoriales extranjeras, sin olvidar otro tipo de cubiertas para clásicos o literatura juvenil. Mi obra como portadista es muy variada, aunque la gente me siga recordando por esas portadas de Vértice”.
Pero… ¿Cuánto tardaba en hacer cada una de esas portadas? Dependía mucho del tema. Para las de terror o western, que tenían que ser casi fotorrealistas, podía tardar de cuatro días a una semana, depende de las complicaciones. A veces conseguía enseguida el efecto que buscaba y otras tardaba mucho más.
Antes de hacerse popular como ilustrador, López Espí destacó como dibujante de historietas bélicas o románticas para el mercado europeo. “Mi vocación nació con el cómic –confiesa- Apenas tenía 15 años cuando empecé a trabajar como profesional haciendo historietas. Gracias a esas historietas fui consiguiendo profesionalidad y rapidez. Pero pronto aspiré a la pintura, porque veía esas portadas pintadas y me fascinaban. Así que decidí estudiar pintura, lo que me llevó unos años de aprendizaje. Aunque siempre he sido autodidacta y lo que he aprendido lo he hecho sobre la marcha y observando trabajos de los autores a los que admiras. Y al final dejé el cómic porque sentía que me distraía en mis objetivos en la pintura y quería dedicarme por completo a pintar”.
“Aunque durante unos años compaginé los cómics y la ilustración–añade-, porque yo siempre he sido un profesional y aceptaba los encargos que me hacían. Pero pasar de dibujante a ilustrador no fue fácil, porque me costó un gran esfuerzo”.
Un esfuerzo que dio grandes resultados, como podemos comprobar en este espectacular volumen de 250 páginas, editado por Diábolo, que no debería faltar en la tebeoteca de cualquier aficionado.