Enlaces accesibilidad

Tres años y medio de cárcel para el hombre que realizó un ataque homófobo en el metro de Barcelona

  • El agresor propinó una lluvia de patadas y puñetazos a la víctima por su orientación sexual
  • Los dos acompañantes del agresor han sido absueltos

Por
Interior del metro de Barcelona
Interior del metro de Barcelona

Un juzgado de Barcelona ha condenado este viernes a tres años y medio de cárcel a un hombre por una agresión homófoba ocurrida en el metro de la ciudad catalana en enero de 2019.

En la sentencia, el juzgado de lo penal número 20 de Barcelona confirma al agresor, Jerson Felipe,  un delito de lesiones con el agravante de actuar con discriminación por razón de la orientación sexual, y le prohíbe aproximarse a menos de 1.000 metros y comunicarse durante cuatro años y medio con la víctima, a la que deberá indemnizar con 11.370 euros.

Por el contrario, el juez absuelve a los dos otros acusados, uno de los cuales ya fue exonerado al inicio del juicio, celebrado el pasado 8 de julio, cuando las acusaciones ya retiraron los cargos en su contra, al concluir que ninguno de ellos participó en los hechos, aunque los presenciaron.

El juez ve probada la agravante en el delito de lesiones por la discriminación por orientación sexual, pero, en cambio, no aprecia un delito contra la integridad moral,  como sostenía la acusación particular, al concluir que el componente homófobo no es un delito autónomo en este caso, "porque toda la acción es movida por el mismo ánimo de atentar contra su integridad física por el reconocimiento realizado de su orientación sexual".

Los hechos ocurrieron hacia las 6:00 de la mañana del 12 de enero de 2019 en el metro de Barcelona, cuando un joven entró en un convoy en el que se encontraban los tres acusados, junto a un menor que ya fue condenado a 22 meses de libertad vigilada en un proceso paralelo y otro joven no identificado.

El menor se sentó junto a la víctima, se recostó junto a él y en tono de mofa empezó a hacer gestos afeminados, que fueron "jaleados con risas" por el resto de acusados, según apunta el juez en la sentencia, en la que detalla que todos ellos actuaron "con la intención de ridiculizar ante el resto de pasajeros" al chico, que llevaba una camiseta con un dibujo de un oso y el texto en inglés "dime guapo y aliméntame", una alusión que interpretaron iba dirigida al colectivo homosexual.

La víctima sigue sufriendo crisis de ansiedad a día de hoy

La víctima no dijo nada, se levantó y se cambió de asiento, en la otra punta del vagón, donde le siguió el menor, que se sentó a su lado y se volvió a recostar sobre él, mientras el resto de acusados también iban para allí.

La víctima le preguntó entonces al menor si le pasaba alguna cosa, ante lo que este le contestó: "qué pasa, que eres maricón", a lo que el chico contestó afirmativamente, se levantó y pulsó el teléfono interno del vagón para comunicar la situación que estaba sufriendo y su voluntad de bajarse en la siguiente parada, Urquinaona.

Una vez bajó del metro y se dirigió hacia unas escaleras que dan acceso al vestíbulo, el menor propinó a la víctima un fuerte golpe en el cuello, de manera "sorpresiva, por detrás" y con "clara intención de menoscabar su integridad física".

Posteriormente, Jerson Felipe, con la misma intención de menoscabar su integridad física, y cuando la víctima se encontraba ya en el suelo, le propinó, junto al menor, una "sucesión de patadas y de puñetazos", ante lo que el chico tuvo que adoptar una posición fetal defensiva, ya que se sintió acorralado.

Barcelona juzga a tres jóvenes por una agresión homófoba en el metro

Por el contrario, el juez absuelve a los otros dos acusados porque, a partir del visionado de las imágenes de seguridad de la estación, ha determinado que se aproximaron al lugar donde sus compañeros estaban golpeando a la víctima y uno de ellos, junto al joven no identificado, "pasaron de largo" y subieron hacia el vestíbulo.

En el juicio, la víctima aseguró que, más de tres años después, todavía sigue arrastrando "episodios de ansiedad en el transporte público" y tendencia a "mirar mucho hacia atrás" para asegurarse de lo que sucede a sus espaldas.

"Me tuve que ir de Barcelona para vivir más tranquilo", relató la víctima, que reconoció que ahora, cuando va por la calle con un chico, prefiere no cogerle de la mano e intenta evitar las "muestras de afecto en público".