El turismo solidario, una tendencia que no convence a todos: "Hace de la pobreza un espectáculo"
- Las ONG que los organizan y sus turistas defienden el impacto positivo de la actividad, algo que niegan otras organizaciones
- El también llamado volunturismo consiste en breves viajes a países en desarrollo, donde se colabora con diferentes proyectos
El turismo solidario está de moda. Para muchos, las vacaciones ya no son solo una oportunidad para descansar o para descubrir nuevas culturas, sino también una ocasión para ayudar. Según Oxfam Intermon, viajar al extranjero para colaborar en proyectos humanitarios es una tendencia que crece casi un 20% al año. Se trata del conocido también como volunturismo, una experiencia que combina la cooperación con una ONG con el disfrute, en los ratos libres, de la población que se visita. Tanto los viajeros como los locales pueden verse beneficiados de esta actividad, de acuerdo a las entidades que la organizan, pero no todos los expertos comparten la misma opinión. Sus perjuicios, dicen, pueden ser mucho mayores.
Mientras que el director de la ONG Cooperatour, David Pratdesaba, defiende el impacto "siempre positivo" de este tipo de viajes, el de la organización The Health Impact, Pablo Sánchez, lo entiende como "una práctica racista y neocolonialista" que contribuye "a hacer de la pobreza un espectáculo". El breve tiempo que pasan los viajeros, ejemplifica, dificulta una ayuda real, que suele estar más relacionada con el uso de la aventura en las redes sociales y el complejo del salvador de blanco.
Cómo funciona el volunturismo: destinos, requisitos y precios
El concepto volunturismo proviene de la unión de las palabras "voluntariado" y "turismo" y se caracteriza por breves colaboraciones en proyectos solidarios en el extranjero, normalmente en países en vías de desarrollo y durante no más de dos o tres semanas. Cooperatour, por ejemplo, ofrece 20 destinos a nivel mundial, aunque ubicados sobre todo en Asia, África y Latinoamérica.
Para hacer turismo solidario el único requisito que se pide es ser mayor de edad y, a veces, tener un nivel medio de inglés. Los voluntarios, sin embargo, reciben una formación introductoria el primer día en el destino y la ONG también ofrece un curso de cooperación internacional opcional antes de viajar. Además, están acompañados en todo momento por coordinadores que guían sus tareas, señala Pratdesaba.
Los proyectos funcionan durante todo el año y van desde la ayuda en centros de rescate o refugios de animales hasta el trabajo en colegios, clínicas locales u hospitales. Los turistas suelen emplear en estas actividades unas cuatro o seis horas al día en los días laborales y normalmente disponen de total libertad los fines de semana, un tiempo que aprovechan para conocer la población.
En cuanto al coste de la experiencia, depende del destino y del tiempo, pero suele rondar los 500 o 600 euros. Este precio habitualmente incluye la recogida del aeropuerto, el alojamiento, las comidas, el donativo y la cuota de inscripción, pero los vuelos suelen ir aparte. A Pilar Meler, una voluntaria que viajó dos semanas a Costa Rica, la aventura le valió en total unos 1.200 euros.
Los posibles beneficios del turismo solidario
Tanto el director de Cooperatour como Meler defienden los diversos beneficios que puede conllevar el turismo solidario. "Aunque nuestros voluntarios no van a salvar el mundo, sí dan un poco de su tiempo y de su dinero", y eso "importa", explica Pratdesaba. El dinero que pagan los voluntarios, por ejemplo, está destinado en parte a ayudar a la población local, ya que es esta la que se encarga de tareas como la de trasladar a los viajeros desde el aeropuerto hasta el hotel o la casa.
Por su parte, Meler destaca los "pequeños momentos de felicidad" que pudo otorgar a los niños de un colegio de Costa Rica a través de juegos, abrazos, bailes y cariño. "Nos los hemos dado mutuamente", dice a RTVE.es, y, a día de hoy, continúa teniendo contacto con muchos de los menores. Por eso, para ella el volunturismo es, sin lugar a dudas, "darle valor a tu viaje". "A la vez que viajas conoces a personas y culturas, pero también aportas un añadido", explica. "Das y recibes".
“Volví renovada y siendo una persona más fuerte“
Sin embargo, reconoce también que la experiencia le ayudó en mayor medida a ella misma: "Volví renovada, siendo una persona más fuerte y con otra perspectiva de la vida". Fueron solo 15 días, pero ese tiempo le sirvió para recomponerse de un momento complicado de su vida. "Necesitaba estar totalmente apartada de lo que era mi vida" y decidió aprovechar para "poner un granito de arena en otra parte del mundo". "Al final soy yo la que tiene que estar agradecida a los niños, me volví con las pilas cargadas", insiste.
"Una tirita en una situación complicada" que puede perjudicar a los niños
Para la secretaria de SOS Racismo Madrid, Sara Bourehiyi, el turismo solidario puede ser beneficioso en cuanto al aporte económico y de "trabajo", pero sus contras "pesan más". "Tal y como se plantea en numerosas organizaciones, hacer un voluntariado de tres semanas no cambia en nada la situación", asegura. Supone "una tirita en una situación muy complicada" que no beneficia a los afectados.
Es más, es posible que el volunturismo plantee múltiples riesgos para algunos niños. Por ejemplo, los menores tienden a desarrollar rápidamente cariño hacia los voluntarios y que estos se vayan tras un par de semanas puede provocarles trastornos en el apego, como recuerda la red interinstitucional por los derechos humanos Better Care Network (BCN). "Aprenden a no confiar o invertir en las relaciones humanas", señala en el informe Razones para decir no al voluntariado en orfanatos, y puede ocasionar incluso "un efecto adverso en el desarrollo cerebral".
Asimismo, el voluntariado, aunque bien intencionado, de forma inconsciente puede normalizar la práctica de validar el acceso de personal no cualificado a pequeños vulnerables, como los que viven en orfanatos. Y es posible que esto contribuya al abuso o al tráfico de menores. El turismo solidario es así una vía que los delincuentes pueden utilizar para acceder a ellos. Según la asociación ECPAT International contra la explotación sexual de niños, una encuesta en 11 países asiáticos reveló que casi todos (con la excepción de Singapur) habían identificado casos de abuso sexual por parte de voluntarios.
La falta de conocimiento adecuado por parte de los voluntarios puede suponer también un problema para los menores. No todos están formados para trabajar con niños y desconocen los comportamientos que potencialmente pueden afectar negativamente a su estabilidad emocional y social. En su informe, BCN advierte, además, de la mercantilización de los pequeños, que son vistos simplemente como una “experiencia” más de vida por parte del visitante. "Esto puede alentarles a actuar como 'pobres' para solicitar donaciones", detalla la organización.
Posible dependencia económica e ideológica y complejo de salvador blanco
Otras de las consecuencias que puede conllevar el volunturismo son la dependencia económica e ideológica. Sucede, apunta Bourehiyi, por la verticalidad de la ayuda norte-sur que consiste muchas veces en incluir formas de trabajo que pueden llegar a chocar con las de vida y empleo de las comunidades locales. De hecho, la presencia constante de turistas solidarios extranjeros es posible que cree confusiones en los niños con respecto a la identidad y cultura, recuerda BCN.
El director de la organización que trabaja por los derechos de los refugiados en el Línbano The Health Impact, Pablo Sánchez, apunta también que el volunturismo puede reproducir las relaciones colonialistas y el complejo de salvador blanco. Es decir, es capaz de contribuir a la creencia de que "somos necesarios en ciertos países para solucionar un problema", de que debemos salvar al no occidental.
Un ejemplo de esta opinión es la popularización del turismo solidario en las redes sociales. Son comunes, sobre todo, las imágenes con menores acompañadas de frases paternalistas y a los que se trata como "objetos, despojándoles de su humanidad", sugiere, lo que hace muchas veces la pobreza "un atractivo turístico". "Desde las primeras imágenes de los colonizadores británicos, franceses o belgas a las que utilizan las ONG para promocionarse no observamos ningún cambio de narrativa", opina a su vez la secretaria de SOS Racismo Madrid.
Formas de ayudar más allá del volunturismo
Existen múltiples formar de colaborar más allá del volunturismo y no es necesario salir del país natal para eso. En ese sentido, la red interinstitucional Better Care Network (BCN) aconseja donar a los programas de apoyo para los niños que viven en familias y comunidades en situación de riesgo el dinero que se invertiría en un viaje solidario. La totalidad del dinero podría usarse así para programas que fortalezcan el desarrollo económico o la crianza positiva, por ejemplo, lo que beneficiaría en mayor medida a los menores.
Recomienda la misma acción el experto en cooperación internacional Pablo Sánchez, quien aboga por quitar el término "turismo" del voluntariado y por dar "sin esperar nada a cambio y evitando el morbo" que, dice, muchas veces se busca en las experiencias en el extranjero. "Si las estancias son inferiores a un mes, a veces la mejor forma de ayudar es donar el dinero", insiste.
Por su parte, Bourehiyi anima a comenzar ayudando a nivel local con comunidades marginalizadas que lo necesiten. Pero, si realmente se quiere viajar fuera, recomienda pararse a reflexionar sobre las motivaciones detrás de esa inquietud y sobre cómo afectará su actuación a la población local. "¿Si no pudiera hacer fotos, seguiría queriendo ir?", es una de las preguntas que la secretaria de Sos Racismo Madrid sugiere hacerse. No obstante, insiste igualmente en que la solución a los países del sur global "no puede pasar solamente por la ayuda desinteresada de un grupo de personas", por lo que reclama cambios a nivel institucional y estructural.