La crisis de Taiwán pone en alerta al sector de los microchips: ¿hay riesgo de escasez?
- De momento no hay problemas serios en las exportaciones, pese a las maniobras militares de China tras la visita de Pelosi
- La incertidumbre en el estrecho de Formosa es un nuevo aviso para la UE, que ya trabaja para reducir su dependencia tecnológica
“Parecería que no tenemos nada que ver con una islita de veintipico millones de habitantes, chiquita y lejana. Sin embargo, es un descuido de Occidente que se concentre tanta tecnología allá”. El presidente de la Asociación Española de la Industria de Semiconductores (AESEMI), Danny Moreno, observa “con preocupación” el desarrollo de la crisis desatada en Taiwán, donde el ejército chino está desarrollando maniobras militares tras la visita de Nancy Pelosi.
El despliegue por mar y aire ha activado las alarmas ante un posible bloqueo de las exportaciones de un país que produce el 60 % de los microchips de vanguardia. Con menos siete nanómetros, esa tecnología es imprescindible para móviles, ordenadores y otros aparatos digitales que usamos en el día a día. “Regresaríamos 50 años atrás, donde los televisores eran de tubo, no teníamos móviles, el transporte era rudimentario y no había coches eléctricos”, avisa Moreno.
La situación hipotética sería “de catástrofe”, dice, pero como el resto de analistas consultados por RTVE.es, el empresario cree que la paralización del comercio es inexistente y muy improbable en estos momentos. Ahora bien, la incertidumbre actual también se ve como un aviso, uno que la Unión Europea no debería desoír. “La tecnología de vanguardia determina el arte de la guerra y también el desarrollo humano”, recuerda Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano.
¿Cuál es el interés económico de Estados Unidos en la visita a Taiwán?
Estados Unidos y China llevan años batiéndose en una carrera tecnológica, pero este verano el pulso por la industria de los microchips se ha mostrado sin recato con el viaje de Nancy Pelosi a Taiwán. Más allá de las intenciones políticas, la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense no ha escondido sus intereses económicos al reunirse, durante su visita exprés, con la empresa de función de semiconductores más grande del mundo, la taiwanesa TSMC.
“EE.UU. tiene un gran interés en mantener a Taiwán en su esfera de influencia, que sea independiente y de acceso libre. En ese caso, toda colaboración es posible, incluso con una fábrica de TMSC que se está construyendo en Arizona. Pero hasta 2024 no va a estar en funcionamiento y todavía queda mucho tiempo. Me imagino que Nancy Pelosi, además de sus mensajes geopolíticos, también quiere asegurar el abastecimiento de semiconductores por parte de la empresa taiwanesa”, expone Otero. Al tiempo, Washington traslada con su gesto que “estará ahí para protegerlos” frente a China.
En esta guerra comercial, otros movimientos han sido más silenciosos, como las recientes presiones de Washington a Países Bajos para que prohíba a la empresa neerlandesa que fabrica las máquinas para producir microchips (ASML Holding NV) que venda su tecnología a Pekín.
¿Es probable un bloqueo de China a las exportaciones de Taiwán?
Pese a las amenazas de China y las alertas del Ministerio de Defensa taiwanés, de momento no se han reportado problemas serios en la salida de exportaciones de la isla por las maniobras militares, según confirma Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico en el banco de inversión francés Natixis, aunque algunos aviones hayan tenido que modificar sus rutas. “Por el momento, el riesgo de que se produzca un bloqueo y eso tenga un impacto inflacionista sobre el mundo, las cadenas de producción, etcétera, es bajo”, refiere.
Para la analista, la pregunta ahora es cómo reaccionarán los países Occidentales y Japón, lo que sí podría derivar en una escalada. “Mi impresión es que nadie va a hacer nada. Quizás se quejarán, habrá otra declaración del G7, pero nadie va a tomar represalias”, señala. Se trataría de mantener el relato de que la reacción es solo una “pataleta de China”.
Y en la línea del “pataleo" y las “medidas cosméticas” de Pekín ha incidido también Enrique Fanjul, editor de Iberchina.org y profesor del Máster de Relaciones Internacionales de la Universidad San Pablo CEU, en RNE. "La interrelación económica que hay entre China y Taiwan es muy fuerte: China importa chips de Taiwán, hay miles de empresas taiwanesas que han invertido en China. Yo no creo que Pekín vaya a llevar a cabo medidas de bloqueo comercial y económico importante", sostiene.
¿Qué impacto pueden tener las sanciones de China en Taiwán?
Mientras Nancy Pelosi visitaba a las autoridades de Taiwán, China suspendió las exportaciones de arena natural a la isla y detuvo algunas importaciones de frutas y pesca. Fue una de las primeras reacciones del gigante asiático, después de múltiples amenazas, sin embargo, la medida no parece muy contundente.
“Lo hemos calculado y no llega al 2 % de las importaciones de Taiwán. No es un problema y seguro que también hay maneras de evitar la prohibición. Con la arena (que se utiliza en la manufactura de microchips por el silicio), igual, eso no va a parar la producción de semiconductores”, señala Alicia García-Herrero, de Natixis, tras analizar para los inversores los detalles de la represalia china.
El presidente Xi Jinping tiene las manos atadas en cuanto a medidas comerciales porque tampoco puede permitirse prescindir de los microchips de Taiwán. "China actúa como ensamblador de productos electrónicos y no puede imponer sanciones sobre esa cadena de suministro. No tendría ningún sentido que de repente hubiese un chip de Taiwán que no pudieran importar", valoró en RNE el economista Alberto Lebrón, investigador en la Universidad de Pekín.
En este sentido, China y Estados Unidos comparten destino: las dos superpotencias dependen de la industria taiwanesa para conseguir los semiconductores de última generación.
¿Las medidas económicas pueden escalar?
García-Herrero señalaba antes cómo un paso en falso de Japón podría resultar en una escalada de la tensión en el estrecho de Formosa, pero la mayor parte de la responsabilidad cae de lado chino.
“De hecho, hay protestas en China porque se cree el gobierno no ha hecho lo suficiente. Y cuidado, que podrían sentirse obligados [a responder con más contundencia]”, advierte la economista experta en Asia-Pacífico. Pero agrega otra circunstancia relevante: “estamos a punto de entrar en un momento político clave para Xi Jinping. Creo que él no se atreve a que le salga algo mal, à la Putin. Es decir, que algo que podría ser un paseo, se le tuerza”.
Así, tanto García-Herrero como Lebrón, desde China, confían en que la crisis de Taiwán se disipe con el fin de las maniobras militares este domingo, aunque la tensión pueda mantenerse alta entre las partes. Las consecuencias económicas serán, entonces, más sutiles para Occidente.
En ese sentido, la analista no descarta que las empresas comiencen a buscar alternativas para evitar los problemas de suministros por un conflicto en Asia: “quizás no sea hoy, pero todos sabemos que en algún momento vamos a estar en esa situación”.
¿Cómo afectará a la Unión Europea?
Como la guerra de Ucrania, la crisis en Taiwán está evidenciando las costuras de la Unión Europea por su dependencia en sectores estratégicos. La energía, los semiconductores… Mientras los Veintisiete trabajan a contrarreloj para salvar un invierno con menos gas, la escasez de microchips asoma la pata. Es la segunda vez que ocurre, después de los cuellos de botella en el comercio internacional por la pandemia.
La crisis de suministros ha lastrado a la industria automovilística en España y amenaza la competitividad de empresas en el norte de Europa, previene Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano, si bien, considera que sí existe una “constancia clara” en Europa de que tiene que empezar a desarrollar su propia industria tecnológica.
“Hay un reconocimiento de que nos hemos quedado atrás y ahora hay toda una panoplia de iniciativas y acciones legislativas para cambiar eso”, afirma, en referencia a la Ley Europea de Chips, con un fondo de 2.000 millones de euros. También España lanzó su proyecto estratégico en el Plan de Recuperación tras la crisis sanitaria. Pero las cifras europeas palidecen frente a las de las superpotencias. Por ejemplo, el presidente estadounidense Joe Biden firmará el próximo martes un paquete de ayudas de 52.700 millones de dólares para fortalecer el sector nacional del microchip.
Además, el investigador del Real Instituto Elcano explica que el cambio en las dinámicas es más profundo. No es una crisis en un único sector. De un mundo globalizado y con cadenas de valor extendidas por todo el mundo, hemos pasado a la necesidad de autonomía estratégica. “Del just in time, del llegar a tiempo, al just in case. Es decir, a la diversificación, a tener un plan B”, resume.
Y en esas nuevas aguas, según Otero, la dificultad para Bruselas está en conjugar sus valores de “interdependencia, multilateralismo, supranacionalidad y reglas del juego” con la supervivencia en un mundo más salvaje. Todo ello sin provocar, además, “una mayor espiral hacia esa corriente”. Tiene que “no ser ingenua y armarse para lo que pueda venir, pero insistir en su propio ADN”. El presidente de la Asociación Española de Semiconductores (AESEMI), Danny Moreno, confía en que así sea y "Occidente abra los ojos" a tiempo.