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La erupción de La Palma, 11 meses después: "Todavía hay gases tóxicos en zonas bajas de la costa"

  • La vida continúa paralizada en algunas zonas de la isla como consecuencia de los gases tóxicos que todavía emanan del cono
  • Escuchamos en 24 horas de RNE la emergencia desde los ojos del ex director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias

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24 horas - Pevolca: "Fueron 85 días durísimos con jornadas de hasta 18 horas"

Después de once meses desde el inicio de la erupción del nuevo volcán de La Palma, el paso del tiempo no ha borrado la huella que dejó la crisis en la isla. A día de hoy, en el entorno del cono se siguen midiendo temperaturas de hasta 800 ºC y no han cesado las emisiones de dióxido de azufre. Es por este último factor que las autoridades todavía no han autorizado el regreso a casa de quienes residían en La Bombilla o en Puerto Naos, dos localidades fantasma que viven del turismo.

En los últimos días se han medido enjambres sísmicos de poca intensidad

“Lo que más preocupa son los gases y, lo peor de todo, es que no sabemos cuándo dejarán de medirse esas altas concentraciones”. En el informativo 24 horas de RNE, el que fuera el director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias, Miguel Ángel Morcuende, revela que todavía hay un "elevado porcentaje de dióxido de carbono y otros gases tóxicos es zonas bajas de la costa”. Durante los últimos días, el Instituto Geográfico Nacional ha vuelto a medir con sus sismógrafos una serie de enjambres sísmicos de poca intensidad que recuerdan a los momentos previos de la erupción, pero que entran dentro de lo previsto de cualquier proceso posteruptivo, aunque "en este tipo de situaciones nunca se puede hablar de riesgo cero".

Morcuende explica que tuvo una "obligación moral" a la hora de aceptar el puesto, pero que no accedió a la dirección del Pevolca hasta que no tuvo constancia de que su nombre generaba consenso entre la clase política. “Cuando resolví eso, acepté", asegura. "En ese momento no tuve la percepción de que íbamos a tener un problema tan grave en la isla”. Pocos días antes de que se abriese la grieta en Cumbre Vieja se procedió al desalojo de las personas con movilidad reducida, una decisión que, añade, “se tomó cuando antes de que se precipitasen los acontecimientos”.

“A mí el inicio de la erupción me pilló en mi despacho. Me enteré por un periodista de que había explotado el volcán”. Y es en ese momento cuando se pone en marcha el operativo. Asegura que a partir de ahí vinieron ochenta y cinco días durísimos de hasta dieciocho horas de trabajo. Y todo esto, confiesa, “termina provocando cansancio y hastío”, porque con su proceso diario, el volcán iba marcando una posición distinta y el recorrido de las coladas amenazadoras iba cambiando. Todos estos condicionantes le obligaban a estar siempre alerta.

Los trabajos de mayor dificultad fueron evacuaciones nocturnas

Cada mañana se celebraba una reunión a las doce del mediodía para analizar todo lo que estaba sucediendo y se tomaban decisiones realmente complicadas, entre ellas las evacuaciones de las zonas próximas a las coladas. “Evacuar personas que están a punto de irse a la cama es muy duro también para quienes teníamos que tomar la decisión porque aunque se haga por su seguridad, al final estás interfiriendo en la vida de los ciudadanos”, asegura Morcuende, que también pone en valor el civismo de los vecinos de La Palma.

Hemos cometido errores que se quedan para los técnicos

Entre los miembros del comité de dirección del Pevolca había discrepancias, pero en todo momento se trabajaba por encontrar puntos de encuentro. El ex director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias recuerda esos encuentros como muy profundos, porque participaban personas muy solventes y reconocidas. “Hay momentos duros estas viendo que el volcán puede producir más daño, pero a nosotros se nos pide solucionar los problemas y para eso estamos ahí”, asegura. A mediados de diciembre de 2021, cuando cesó la actividad volcánica, Morcuende sintió un alivio infinito y recuerda con especial emoción la mañana del 25 de ese mes, cuando el vicepresidente del Gobierno de Canarias, Julio Pérez anunció que el proceso eruptivo había concluido.

La Cumbre Vieja de La Palma entra en erupción

Ahora mismo, el volcán está siendo carne de estudio y el tema central de análisis en congresos de todo el mundo, lo que permite extraer muchísimas lecciones de lo ocurrido en suelo palmero al tratarse de una erupción urbana, sin precedentes en Canarias durante los últimos tiempos. “Hemos aprendido muchísimo y eso hay que ponerlo sobre la mesa. También reconozco que hemos cometido errores, que se quedan para los técnicos”. Morcuende evita revelar qué errores se cometieron a lo largo de una emergencia que se saldó con muchísimos daños materiales, pero que no provocó daños humanos.

Un volcán huérfano de nombre con propuestas de adopción

Casi desde el primer día de la crisis se acuñó un nombre para referirse a la zona de la erupción. Se empleó en todo momento Cumbre Vieja, pero Morcuende tiene claro que quienes deben bautizar al volcán son los vecinos del Valle de Aridane. Respecto a este asunto, el ex director del Pevolca expresa su idea de llamarle Tajogaite, porque el enclave en el que se erige el cono se conoce en la zona como Hoya de Tajogaite. Esta zona trata de volver a la normalidad, pero más de un centenar de vecinos siguen necesitando atención psicológica para cicatrizar las heridas visibles que se abrieron en la isla. “Tengo el deseo de que a las personas se les facilite la vida y que tengan la posibilidad de recuperar o suplir lo que han perdido, pero todavía queda mucho”, explica.

Los trabajos de reconstrucción avanzan para recuperar las infraestructuras que fueron sepultadas por la lava. Para concluir, Morcuende confiesa que pese a haberse jubilado el pasado mes de febrero, está en forma y que estas charlas le liberan de pensar en otras cosas.