El Gobierno de Irán culpa a Rushdie del ataque que sufrió y rechaza lazos con el atacante
- Asegura que la libertad de expresión no justifica los insultos de Rushdie a la religión
- Insiste en que "nadie tiene derecho a acusar a Irán" del ataque
El Gobierno de Irán ha culpado este lunes al escritor Salman Rushdie el pasado viernes en una presentación en el estado de Nueva York por insultar a 1.500 millones de musulmanes y ha rechazado "categóricamente" lazos con el atacante. "No consideramos a nadie más que a él (Rushdie) y a sus seguidores dignos de culpa e incluso de condena", ha asegurado en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
Se trata de la primera reacción oficial iraní desde el ataque a puñaladas que sufrió el autor de 'Los versos satánicos', quien continúa ingresado en estado grave con daños en el hígado, un riñón y un ojo, que podría perder, aunque ya ha podido hablar y no precisa de respiración asistida.
Según Kanani, la libertad de expresión no justifica los insultos del escritor a la religión y la ofensa a sus santidades. "Salman Rushdie provocó la ira del público al insultar el Islam y a más de 1.500 millones de musulmanes", ha asegurado.
No obstante, el portavoz del Gobierno iraní no ha hecho ninguna referencia a la fatua que emitió en 1989 el entonces ayatolá Jomeiní pidiendo el asesinato de Rushdie, lo que obligó al escritor a pasar años en la clandestinidad y a tener que llevar escolta.
Rechaza vínculos con el atacante
En lugar de ello, ha rechazado vínculos con el atacante, el joven Hadi Matar, nacido en Estados Unidos y de origen libanés, y cualquier responsabilidad iraní.
"Rechazamos definitivamente cualquier lazo con el atacante", ha remarcado el portavoz. "Nadie tiene derecho a acusar a Irán", ha añadido el diplomático.
Además, Kananí ha hecho un llamamiento para no usar la libertad de expresión para insultar las creencias de los demás. "Pedimos que se aplique una libertad de expresión imparcial", ha subrayado.
El libro 'Los versos satánicos' despertó la ira de los musulmanes chiíes, quienes lo consideraron un insulto al Corán, a Mahoma y a la fe islámica y fue prohibida en la India, Pakistán, Egipto, Arabia Saudí y Sudáfrica. A los pocos meses de su publicación, Jomeiní emitió una fatua pidiendo el asesinato de Rushdie.
En 1998, el entonces moderado presidente iraní Mohamad Jatamí se distanció de la fatua y afirmó que el Gobierno no buscaba la muerte de Rushdie. Sin embargo, el actual líder supremo de Irán, Ali Jameneí, reiteró la fatua en 2017: "El decreto continúa tal y como lo emitió Jomeiní". Dos años más tarde, volvería a subrayar que la fatua "es irrevocable".