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Francia muestra reticencia a un nuevo gasoducto desde España porque cree que "no respondería a la crisis actual"

  • El Gobierno francés señala que el proyecto tardaría "numerosos años" en estar operativo y conllevaría muchos costes
  • El canciller alemán dijo la semana pasada que el MidCat "hubiera contribuido masivamente a relajar la situación actual"

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Un gasoducto ubcado en República checa
Francia no ha querido aclarar si ha mantenido contactos bilaterales con España

Francia no ha acogido con entusiasmo el interés mostrado por Alemania, España, Portugal y la Comisión Europea sobre la construcción de un nuevo gasoducto con la península ibérica y ha valorado que el proyecto, conocido como MidCat, "tardaría mucho en estar operativo" y "por tanto, no respondería a la crisis actual".

Esta es la posición del Ministerio francés de la Transición Energética, pese a las declaraciones en los últimos días de diferentes dirigentes europeos en un contexto de crisis energética por la invasión rusa de Ucrania y después de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, aseverara que llevaban "mucho tiempo" pidiendo reactivar un proyecto con el que se pretende transportar gas argelino al resto de Europa.

El Ministerio no ha querido aclarar este jueves si ha mantenido contactos bilaterales con España o en el marco europeo al calor de esas declaraciones, y tampoco ha entrado en el hecho de que se le reproche estar bloqueando cualquier proyecto de gasoducto, algo que la Presidencia francesa ya rechazó en mayo.

Se ha limitado a recordar el argumentario que está ofreciendo desde que el canciller alemán, Olaf Scholz, dijo la semana pasada que ese gasoducto desde la península ibérica "hubiera contribuido masivamente a relajar la situación actual" de problemas de abastecimiento que afronta su país y otros del centro y del este de Europa, y que ese conducto que "hubiera podido construirse" ahora "se echa de menos".

Francia defiende que tardará mucho tiempo en estar operativo

Francia señala, en primer lugar, que un proyecto de ese tipo tardaría "numerosos años para estar operativo" entre el tiempo para realizar los estudios y las obras, por no hablar de los posibles recursos de la población. A ese respecto, recuerda que cuando se decidió renunciar en 2019 al MidCat por su baja rentabilidad económica, era objeto de "una fuerte oposición local" y por parte de asociaciones ecologistas.

Es decir, que aunque España haya dicho que en su parte podría estar operativo en "ocho o nueve meses", las cosas serían muy diferentes del lado francés. París también objeta el costo "muy significativo" que implicaría, "de al menos 3.000 millones de euros".

Por eso, considera que la construcción de unidades de regasificación en el norte y en el este de Europa con los que recibir barcos de gas de países productores que reemplacen las importaciones rusas "representan inversiones menores y más rápidas". Sobre todo si se recurre a terminales flotantes temporales más baratas, como la que Francia va a montar en el puerto de Le Havre, que se prevé que esté finalizada para septiembre de 2023.

Francia cuestiona, por otro lado, la conveniencia de embarcarse en una infraestructura que debe estar en servicio para ser rentabilizada durante varias décadas dedicada al gas, es decir, a un combustible fósil que genera emisiones de efecto invernadero cuando el reto climático es reducir a cero esas emisiones para 2050.

A eso se suman sus dudas de que un gasoducto pueda reconvertirse en el futuro para el transporte de hidrógeno verde, producido por energías renovables, por razones técnicas (algunos equipamientos, como compresores de alta capacidad, todavía no se han desarrollado) pero también por las incertidumbres económicas sobre el futuro de esa energía.

Ya existen dos gasoductos con capacidad muy limitada

Scholz es uno de los más interesados en que se reactive este proyecto debido a que Alemania es uno de los países europeos más dependientes de las importaciones de gas ruso, para el que se busca alternativas como medida de presión por la guerra iniciada por Moscú en Ucrania.

El Gobierno francés, por su parte, ha hecho una apuesta muy fuerte por la energía nuclear, que representa actualmente en torno al 70% de la generación de electricidad, con un programa para la renovación de los reactores atómicos que supondrá dedicar decenas de miles de millones de euros.

En la actualidad hay dos gasoductos entre España y Francia en el extremo occidental de los Pirineos, uno en Biriatou y otro en Larrau, que están funcionando a pleno rendimiento desde el comienzo de la guerra para intentar compensar un eventual corte total del suministro por parte de Rusia.

Pero esos dos gasoductos tienen una capacidad muy limitada (225 gigavatios hora al día) y están lejos de ser suficientes para alimentar a los países de Europa central y oriental con el gas que podría tratarse en las terminales de regasificación de la península ibérica