¿Es mejor fumar en el embarazo que sufrir ansiedad? Esto dicen las expertas
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En los últimos días se ha reabierto en Twitter el debate sobre si los riesgos de fumar durante el embarazo son más leves que el estrés que ocasiona a las mujeres gestantes dejar el tabaco. La respuesta es no. Los estudios muestran que fumar durante el embarazo es perjudicial en todos los casos. Te explicamos con la ayuda de cinco expertas por qué las embarazadas deben eliminar el tabaco y qué riesgos produce su consumo tanto para el bebé como para la madre.
El pasado 7 de agosto un usuario de Twitter escribió un mensaje que decía: “me da mucha rabia que siga rondando el bulo de que el estrés de no fumar es peor para el feto que el propio tabaco”. Este mensaje dio lugar a un debate ya conocido sobre sobre si es más perjudicial el estrés que ocasiona dejar de fumar que las consecuencias negativas del tabaco durante el embarazo.
En las respuestas, encontramos mensajes que muestran su rechazo total al tabaco durante el embarazo (1 y 2). Pero también leemos otros testimonios que aseguran que “el síndrome de abstinencia de una persona fumadora durante el embarazo puede ser peor para el feto que el propio tabaco” añadiendo que esa razón es la que permite que puedas fumar “pero poco y controlado”. También hay quién afirma que son los propios sanitarios quienes no desaconsejan fumar si esto les está generando una situación de estrés o ansiedad, como el que dice: “En mi primer embarazo me lo dijo el médico” u otro que añade “A una amiga se lo dijo el obstetra”.
Además, observamos que en Google muchos usuarios se hacen preguntas como: “¿Cuánto se puede fumar en el embarazo?, ¿Qué pasa si fumo y no sabía que estaba embarazada?” o “Qué se puede hacer para dejar de fumar en el embarazo?, entre otras. Desde VerificaRTVE vamos a dar respuesta a estas y otras cuestiones con la ayuda de expertas en la materia.
Tabaco: riesgos muy graves para el feto y la gestante avalados por estudios
Los perjuicios derivados del tabaco comienzan mucho antes del embarazo. Según indica la profesora de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Valladolid, Rosa María Cárdaba, cuando una pareja no consigue por una vía natural una gestación, “lo primero que se pregunta en la historia clínica es si alguno de los dos fuma”. Julia Pereda Nuño, quién ha ejercido como matrona en el Hospital Universitario La Paz de Madrid, explica que “el tabaco disminuye la fertilidad y las posibilidades de embarazo”. Según la Encuesta Europea de Salud en España publicada en 2021, el 19,8% de la población de 15 y más años afirma ser consumidores diarios de tabaco. Si hablamos del género de los fumadores, la cifra se sitúa en un 23,3% de hombres y un 16,4% de mujeres.
En la etapa de gestación, el consumo de tabaco es peligroso tanto para la madre como para el feto. Para Pereda, los riesgos fundamentales son: “partos prematuros, niños con bajo peso al nacer (entre 300 y 500 gramos menos), disminución del crecimiento intrauterino o incluso, una muerte fetal”. Pero no son los únicos, según la profesora Cárdaba este consumo “puede estar asociado con embarazos ectópicos y con complicaciones de tipo placentario”. La docente advierte que “estas alteraciones suelen producirse más al final de la gestación y comprometen la vida tanto de la madre como del feto”. Sobre este punto, la neumóloga Gloria Francisco Corral expone que “el tabaquismo también favorece el riesgo de infecciones graves como la COVID-19, que en el caso de una mujer embarazada aumentaría aún más”.
La Sociedad Española de Neumología ya expuso en 2018 que el 30% de las fumadoras continúan haciéndolo durante el embarazo. Otro estudio similar centrado en el área de Cádiz publicado por la revista científica Prevención del Tabaquismo en el que participaron 1.172 mujeres embarazadas concluye que solo la mitad de las que eran fumadoras dejaron de hacerlo durante la gestación (pág 12). La Sociedad Española de Neumología subraya que “muchas [mujeres embarazadas] tienen la falsa idea de que reducir el consumo del tabaco basta para evitar dañar al feto”, sin embargo, según afirman, “los efectos nocivos para el feto también ocurren cuando las embarazadas son víctimas del tabaquismo pasivo”. En el artículo “Prevalencia y factores de riesgo del consumo de tabaco en el embarazo temprano” (2018) sus investigadoras exponen que “el consumo de tabaco es uno de los pocos factores evitables asociados a consecuencias adversas en el período perinatal” (pág 2).
Además, según la profesora Cárdaba, el recién nacido también puede sufrir un “aumento de patologías respiratorias más frecuentes y graves durante los primeros meses de vida, así como bronquitis y asma a medio plazo”. También se exponen a otro tipo de afecciones como “estrabismo congénito, otitis, diabetes, caries más frecuentes y trastorno de las conductas y el aprendizaje”. La especialista continúa explicando que, incluso puede provocar problemas a largo plazo: “Un feto expuesto a nicotina tiene entre dos y tres veces más riesgo de adicción en la adolescencia a esta sustancia”, concluye.
¿Hay evidencias de que la ansiedad por dejar de fumar perjudique al feto?
La matrona Julia Pareda explica que “el embarazo debe ser una etapa tranquila y en la que no está recomendado sufrir niveles altos de estrés”. Sin embargo, indica que “no se han descrito problemas durante el embarazo por la ansiedad de dejar de fumar”. Para Arantzazu Pérez López, matrona de Atención Primaria, en algunas ocasiones el estrés por dejar de fumar se convierte en “una excusa en la que se escuda la gente para seguir haciéndolo durante este período”. Esta experta describe que esta ansiedad puede provocar que una embarazada “engorde o coma más, pero se puede controlar”. La doctora Maia Brik, especialista en Obstetricia de la Unidad de Salud Mental Perinatal del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, advierte que “si esa ansiedad es mantenida y no tratada puede empeorar la salud mental de la madre y el vínculo prenatal con posibles repercusiones en la atención al recién nacido en los primeros años de vida”. Para estos casos propone iniciar un tratamiento porque el estrés “no justifica continuar fumando durante el embarazo”.
Para la profesora Cárdaba “hay pocos estudios que hablen de cómo perjudica al feto la ansiedad por intentar dejar de fumar, porque muchas veces las mujeres no quieren hablar de ello, lo esconden o incluso niegan que estén fumando”. La responsable de la Unidad de Tabaquismo del Hospital Mancha Centro, de Alcázar de San Juan, Ciudad Real, Gloria Francisco Corral añade que “es muy frecuente que las embarazadas se sientan culpables y en muchas ocasiones ocultan su hábito tabáquico para evitar las críticas de su entorno”. Por esa razón, insiste en la importancia de informar de sus riesgos “desde la empatía y el respeto”.
Tratamientos anti tabaco adaptados a las mujeres gestantes
Gloria Francisco defiende que “durante el embarazo se debe ofrecer siempre tratamiento psicológico intensivo a todas las fumadoras”. Solo si este fracasa, recomienda el uso del “único fármaco indicado durante la gestación: la terapia sustitutiva de la nicotina (TSN)”, aunque la neumóloga puntualiza que debe hacerse “valorando el riesgo/beneficio de la misma”. Rosa María Cárdaba también cree que los “parches de nicotina o goma de mascar de nicotina” pueden ser útiles en estos casos. Sobre el uso de ansiolíticos, la especialista en Obstetricia Maia Brik explica que “en los casos más graves, ayudan a paliar la ansiedad de las primeras semanas”, aunque puntualiza que “se debe valorar el riesgo/beneficio de una manera individualizada”.
Para la profesora Cárdaba“los programas de salud no son los adecuados”. Julia Pereda explica que “la ayuda para la deshabituación del hábito tabáquico es similar a la de la población no gestante”. Esta matrona reconoce que hay “centros de salud en los que se hacen grupos de apoyo para dejar de fumar”, sin embargo advierte que “de poco servirán [estas terapias] si no se destierran mitos como que la ansiedad por dejar de fumar es peor que un par de cigarrillos al día”.
Existen guías que elaboran las consejerías de Salud de algunas Comunidades Autónomas para ofrecer herramientas a las embarazadas fumadoras con el objetivo de reducir su consumo. Aquí puedes ver la elaborada en el 2010 por la Consejería de Salud y Servicios Sanitarios del Principado de Asturias. Pero también existen otros documentos orientados a ofrecer pautas a los especialistas sanitarios para ayudar en este proceso a las mujeres, como la creada por la Sociedad Española de Especialistas en Tabaquismo (SEDET). Según la experta en tabaquismo Gloria Francisco, “es muy difícil que las embarazadas dejen de fumar si no lo hacen en el momento de enterarse de que lo están, con la motivación que eso supone”.
Tabaco, embarazo y culpabilidad
Todas las expertas coinciden en que se debe evitar el tabaco en cualquier momento de la gestación y durante la lactancia y, para ello, como apunta Gloria Francisco, resulta esencial explicar a la paciente los síntomas del síndrome de abstinencia a la nicotina por lo que “es importante un apoyo social y familiar adecuados que faciliten el abandono definitivo del tabaco”. En este sentido, la profesora Cárdaba lamenta que “en algunos casos no queda más remedio que indicarle a la mujer que, si le está generando un estrés que a lo mejor no le permite dormir, fume la menor cantidad posible”. Esta experta detalla que “no se sabe la dosis a partir de la cual se produce daño al feto o a la madre, por lo que no se puede recomendar un número de cigarrillos”. Lo que sí es importante es “intentar no culpabilizar a la madre”. Incide en este aspecto Gloria Francisco: “Es importante que la población sepa que el tabaquismo no es un mal hábito, ni es un vicio, es una enfermedad crónica adictiva, y como tal ha de tratarse sin culpabilizar a la embarazada”.