El auge a contracorriente de la fotografía analógica: "Nos ayuda a comunicarnos con el mundo de forma más pausada"
- El proceso implica una concepción totalmente contraria a la imagen digital, más lento y con un resultado inesperado
- La escasez de materiales y productos propicia una subida de precios que dificultan el acceso a las técnicas
En un presente dominado por la tecnología digital, algunas técnicas del pasado reaparecen para reencontrar ciertas sensaciones cada vez más lejanas. Es el caso de la fotografía analógica: un proceso material, con sus dosis de incertidumbre, que vive un pequeño auge entre aficionados y profesionales, aunque nunca fue abandonada del todo por algunos fotógrafos. Como sucede con los vinilos, o incluso los cassettes, el pasado regresa, pero no se sabe si para perdurar mucho tiempo o para quedarse en solo unas pocas manos.
¿Por qué? A pesar de la predominancia de las imágenes digitales, para Joan Fontcuberta, artista, docente y ensayista y Premio Nacional de Fotografía, siempre ha habido "una persistencia de la fotografía analógica". Un interés que ha venido motivado por "una actitud de resistencia, de no dejar perder lo que se considera un patrimonio expresivo e histórico importante", apunta a RTVE.es.
A los usuarios de la fotografía digital les atrae el hecho de no poder ver sus fotos hasta que pase un tiempo. "Es como que tus recuerdos se transforman al ver esas imágenes", comenta Noemí Parga, fotógrafa y fundadora de la iniciativa Percal Lab, con la que organiza talleres y charlas sobre técnicas analógicas.
"A muchísima gente le interesa tener su carpeta con negativos, guardar sus recuerdos de una forma distinta que con el móvil", indica. Un retorno que incluso puede estar relacionado con un síntoma nostálgico. "Todos tenemos nuestras cajas de zapatos con fotos de cuando éramos pequeños y de algún modo pensamos que es mejor", asegura.
“Al princpio se decía que era una cosa nostálgica y ahora creo que hay más jóvenes que mayores“
Aunque la vuelta de esta técnica no siempre tiene que ver con esa idealización del pasado. "Al principio se decía que era como una cosa nostálgica, que se ha desmentido porque ha entrado mucha gente nueva en el terreno y ahora creo que hay más jóvenes que mayores", comenta Pep Minguez, director del Festival de fotografía analógica Revela'T.
Educarse en "la foto única"
Respecto a los jóvenes interesados por este campo, Noemí Parga se mantiene crítica, en el sentido de que no se adentran en todo lo que implica el proceso. "La gente joven está muy acostumbrada a que la foto analógica sea similar a la digital. Tienen casi todos compactas y electrónicas, solo le dan al botón", considera.
Parga, profesora de audiovisuales en la escuela de diseño Aulad, confiesa que a sus alumnos les cuesta entender este medio. "Aún tienen que educarse en la foto única", insiste. No obstante, cree que es muy importante que las nuevas generaciones se interesen para que así la foto analógica perdure. "Nos ayuda un poco a comunicarnos con el mundo de una forma distinta, más pausada", comenta.
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En busca del error, lejos de la perfección
"Un momento mágico". Así define Fontcuberta el proceso de la fotografía analógica. "El hecho de que para ver la imagen acabada se requiera una espera, crea un estado de ánimo particular y la relación con el resultado es muy distinto", explica.
Disparar sobre una película sin poder ver la foto, después revelar en un cuarto oscuro y más adelante, realizar los positivos sobre el papel o escanearlos es un trabajo que "dilata la experiencia de la imagen final e introduce elementos emotivos particulares", apunta Fontcuberta.
Pep Minguez insiste en que es necesario un mayor "compromiso" con estas técnicas. "Se busca esa autenticidad, que queda reflejada en la obra y que persiguen todos los artistas", indica.
"Es recuperar unos pasos de la historia, como si la historia hubiese avanzado demasiado deprisa y se hubiese dejado en los márgenes terrenos por explorar", señala Fontcuberta. Ante una sociedad en lo que todo ocurre muy rápido y de forma fugaz, la foto analógica necesita reposo. "Una imagen digital implica la instantaneidad, la inmediatez y la posibilidad de corregir sobre la marcha, y esa corrección elimina a menudo el azar y el accidente", explica Fontcuberta.
"Al final no interesa tanta nitidez porque no es natural y no es atractiva. Nos atrae ese enfoque del grano, esa textura y es algo que reconocemos más humano que todo perfectamente nítido, como nos ofrece el digital", destaca Noemí Parga.
“El error o los defectos de la imagen se ven como virtudes“
El objetivo es huir de la imagen digital perfecta y conseguir una nueva esencia con imperfecciones. "El error o los defectos de la imagen se ven como virtudes", afirma Minguez. La idea es buscar resultados inesperados e ir experimentando. "Es un proceso que no puedes controlar del todo y eso, en realidad, nos gusta", confirma Parga.
Iniciativas para fomentar y acceder a la foto analógica
La pandemia influyó a que Noemí Parga y su compañera Andrea Costa emprendieran proyectos autogestionados dentro de este campo. Con subvenciones de la Xunta de Galicia han conseguido realizar talleres y charlas mediante Percal Lab. "Planteamos talleres que fuesen accesibles para que la gente pruebe el analógico antes de que se extinga", señala.
A raíz de ese evento, este año abrieron un espacio también sin ánimo de lucro, llamado la Heladería Mari, un laboratorio social fotográfico, situado en Vigo, en el que cualquier persona puede ir a revelar sus fotos. "Estamos intentando enseñar realmente cuál es el proceso, todo lo que significa y lo que nos puede aportar el mundo analógico", explica Parga. La gente que va al espacio únicamente tiene que aportar el coste de los materiales que utilizan, por lo que ellas no se llevan ningún beneficio.
Por otro lado, desde el Festival Revela'T se busca fomentar y premiar el talento en este terreno. El evento surgió a raíz de la celebración del sexto aniversario de una asociación de fotografía que montó una feria comercial de foto analógica con cuatro exposiciones. "Cuando se acabó, recibimos correos de muchísima gente diciéndonos que aquello había sido maravilloso y que teníamos que repetirlo", explica.
Los asistentes impulsaron a que este festival siga celebrándose y este año conmemore su décima edición. Del 9 de septiembre al 2 de octubre en Vilassar de Dalt, el evento ofrecerá 57 exposiciones de fotografía analógica y rinde homenaje al fotógrafo y teórico Joan Fontcuberta, con “HeghDI' vem ghaH, tú’lu’, DINOSAUR”, una exposición inédita y producida por el propio festival inspirada en la figura del dinosaurio.
Entre la muestra se encuentra una variada programación, con fotografía social, proyectos a largo plazo, técnicas mixtas o imágenes poéticas, entre las que se pueden encontrar obras de profesionales como Alessandra Sanguinetti, Natalia Kepesz o Joaquín Paredes, entre otros.
El mercado: escasez e inflación
Ante la carencia de materiales y productos y la alta demanda del mercado, los precios han subido de forma notoria en los últimos años. Por ejemplo, Noemí Parga, que ahora tiene 28 años, cuando empezó la carrera de Comunicación Audiovisual, adquirió su cámara Yashica Fx-3 por 12 €, y ahora esta misma llega a costar alrededor de 180 €. "Es una locura", crítica. Pep Minguez coincide con Parga, cuando empezó en 2013 compró cámaras que eran "muchísimo más baratas que ahora".
"Como el mercado se ha reducido de una manera drástica, la producción es muy limitada y se encarece. La escasez hace que los costos suban", afirma Joan Fontcuberta.
“Hay gente que dispara carretes caducados de hace 20 años que cuestan más que nuevos“
En opinión de Parga incluso se da un poco de especulación en este sector. "Hay gente que dispara carretes caducados de hace 20 años que cuestan más que nuevos", destaca. A su parecer, también se vende muchas cámaras arregladas por precios elevados, e incluso rotas.
"Lo que ha subido mucho son los precios de las películas, de los químicos no tanto", afirma Minguez. En esta subida, para el director del festival ha podido influir "el incremento en el precio de la plata", que es la base con la que se realizan las películas.
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Un futuro analógico con mucha incertidumbre
Ante este panorama económico, el porvenir de la imagen analógica no es muy positivo. "Cada vez quedan menos centros de formación fotográfica con laboratorio químico", desvela Joan Fontcuberta. Desde la educación ya no se suele apostar por esta técnica y eso supone que se convierta en una práctica todavía más minoritaria y elitista.
"El sistema didáctico ya no lo da porque entra dentro de un tipo de regreso a artesanías de valores poéticos o experimentales", señala. Este escaso acceso desde las entidades formativas lleva a un escenario en el que solo la gente con mucho conocimiento y competencias sobre el tema y con cierto poder adquisitivo pueda permitirse realizar estas técnicas.
Por ello, desde Percal Lab intentan acercar este mundo y tratan de abaratar los costes desde la colectividad para que cualquier persona pueda permitirse su uso. "Todos tenemos que pelear un poco por lo analógico y dejar claro que tiene un futuro que es necesario para que no se deje de fabricar y no acabe muriendo", insiste Parga.