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Los ríos que vuelven a fluir: cómo España se ha convertido en un referente en la demolición de presas

  • Hay casi un obstáculo por cada kilómetro de río, la mayoría presas obsoletas que impiden el paso de la fauna
  • España lideró en 2021 la eliminación de barreras en los ríos pese a la oposición vecinal en muchos lugares

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Azud de Xerta, en el Ebro. Este tipo de barreras son las más comunes en los ríos españoles
Azud de Xerta, en el Ebro. Este tipo de barreras son las más comunes en los ríos españoles

¿Son realmente ríos los ríos españoles? No es así si se acude a la definición clásica, según la cual un río es un curso de agua en movimiento. En nuestro país hay más de 170.000 obstáculos, casi uno por kilómetro de río, que impiden que la corriente pueda fluir libremente. Presas, azudes o rampas interrupen la circulación natural del agua, de los sedimentos y de las especies que viven en él. Todo lo que hace río a un río.

Estos son los ríos de la España peninsular. Y aunque desde aquí parezcan líneas continuas, el caudal no fluye libremente en prácticamente ninguno de ellos.

En muchos casos, el freno son las ● presas que pueblan buena parte del territorio. Pero no son las únicas construcciones que obstaculizan el flujo del agua.

El proyecto de investigación AMBER ha recopilado ● casi 30.000 obstáculos al agua en España, aunque estiman que la cifra podría llegar hasta los 170.000.

El Deva, en Guipúzcoa, tiene más de 200 obstáculos en un curso de apenas 50 kilómetros, y así ocurre con cientos de ríos en todas las cuencas peninsulares. Solo uno de ellos, el Almonte, en Cáceres, no ha sido modificado por el ser humano. "Todo lo demás ha dejado de ser río", lamenta Pedro Brufao, profesor de Derecho en la Universidad de Extremadura y curtido en numerosas batallas legales para liberar estos ecosistemas de presas obsoletas o abandonadas.

Sin embargo, gracias a un trabajo callado desde hace más de 20 años, nuestro país se ha convertido en "un referente en restauración de ríos", según Brufao, tanto en cantidad como en calidad, y ha servido de inspiración a otros como Portugal, que empezó el año pasado a retirar barreras. España fue en 2021 el país de Europa que más obstáculos eliminó: 108, casi la mitad de los 239 desmantelados en el continente, según datos del proyecto Dam Removal -Eliminación de Presas-, coordinado por la organización World Fish Migration.

La responsable de este programa es la española Pao Fernández Garrido, quien advierte de que estos datos "son una aproximación, un mínimo", ya que no todos los países miden igual este tipo de actuaciones, por lo que el número total podría ser mayor en otros países. En el cómputo histórico, Francia y Suecia son los líderes del Viejo Continente, con varios miles de barreras retiradas en las últimas décadas.

Anguilas, salmones y esturiones, víctimas de las presas

Detrás del ejemplo español en restauración de ríos hay nombres y apellidos, y uno de los más destacados es el de Ignacio Rodríguez, comisario de aguas de la Confederación Hidrográfica del Duero, la cuenca fluvial más grande y con más obstáculos -más de 3.500- de la Península Ibérica. Su organismo fue uno de los pioneros en llevar a cabo este tipo de actuaciones en España y es el responsable de haber eliminado la mitad de todas las barreras que se demolieron el año pasado. ¿Por qué? "Porque ha coincidido que aquí hay una serie de personas que nos gustan los ríos y no los cacharros, y lo tenemos todo lleno de cacharros. Así de sencillo", resume, contundente.

"Recuperar la naturalidad de los ríos es una cosa necesaria, bonita y productiva desde todos los puntos de vista", añade. Recuerda algunos de los impactos de los omnipresentes barreras de los ríos españoles, como la afección a los peces y otros seres vivos, que "ya no pueden subir ni bajar", no solo cuando se enfrentan a grandes presas, sino incluso con pequeñas barreras de 50 centímetros.

"Recuperar la naturalidad de los ríos es una cosa necesaria, bonita y productiva desde todos los puntos de vista"

La anguila, antes una especie tan abundante que llegó a usarse de abono en España, está en peligro crítico de extinción, según Brufao. Este animal tiene un ciclo vital único: viven en las zonas altas de los ríos y de ahí se dirigen al Mar de los Sargazos, cerca de Cuba, para reproducirse. Sus crías, las angulas, vuelven entonces hacia estos ríos para comenzar de nuevo el periplo. "Pero eso se ha perdido porque hemos cortado el Duero", así como otros ríos, según Rodríguez. El esturión, también común en España en el pasado, terminó de extinguirse en los años 70 por una presa en el Guadalquivir, cerca de Sevilla, mientras que las poblaciones de salmón también van en declive y los colectivos ecologistas piden su protección.

Más allá de los peces, una presa, especialmente si es de gran tamaño, "altera absolutamente la estructura natural del río", según Santiago Martín Barajas, histórico activista por los ríos de Ecologistas en Acción. Los obstáculos retienen los sedimentos presa arriba, por lo que más abajo los ríos se van estrechando, y el riesgo de inundación es mayor a ambos lados de la pared. La calidad del agua, llena de sedimentos en la zona embalsada, empeora, baja el oxígeno y aumentan las algas tóxicas, detalla Fernández. Además, por esa retención de sedimentos, ecosistemas como el Delta del Ebro se reducen, lo que provoca a su vez que mengüen las playas del Mediterráneo.

El río Almonte, en Cáceres, es el único sin barreras en todo su curso

El río Almonte, en Cáceres, es el único sin barreras en todo su curso Afolfobrigido/Wikimedia/Creativecommons

Los proyectos pioneros para demoler presas: "Nos decían 'estáis locos'"

Con más de 1.200 repartidas por todas las cuencas, España es el país de Europa con más grandes presas -aquellas cuya pared supera los 15 metros de altura-, pero si bien estas son las que tienen un impacto más grande sobre el territorio, la mayoría de las barreras que se han retirado son de pequeño tamaño.

Son, por ejemplo, azudes -donde a diferencia de las presas el agua rebosa por encima-, molinos harineros o antiguas minicentrales hidroeléctricas, todos ellas en desuso, con la concesión agotada o directamente construidos sin concesión alguna, según señala Brufao. El proyecto científico internacional AMBER ha contabilizado en España casi 30.000 barreras, 17.000 de ellas azudes, aunque estiman que el número total es de 171.203 (cuando España tiene 187.000 kilómetros de río). Retirar estos obstáculos, que muchas veces tienen más de un siglo de antigüedad, es "técnicamente una chorrada", asegura Rodríguez

De todas las actuaciones que ha llevado a cabo la Confederación Hidrográfica del Duero para restaurar sus ríos hay dos de las que este técnico se siente especialmente orgulloso. El desmantelamiento en 2011 de la presa de La Gotera, en el río Bernesga de León, fue algo "muy atrevido en su día". "Había detrás una empresa potente, hubo que pelear. Ellos alucinaban, decían ‘estáis locos’, pero se les había acabado la concesión y decidimos que su mejor destino era la demolición. Punto", recuerda.

Otra actuación "impresionante" es la permeabilización de la presa de Santa Lucía (Ávila), un proyecto pionero en Europa para permitir el paso de peces y del resto de fauna entre los tramos del río separados. "Rompe el mito de que estas actuaciones no se pueden hacer en presas grandes", reivindica, y recuerda que costó apenas 200.000 euros. Con la construcción de esta pista de 1,4 kilómetros, que zigzaguea desde el embalse a la zona inferior salvando una altura de 29 metros, han buscado además recuperar la población de una especie endémica muy desconocida, el desmán ibérico, un pequeño mamífero acuático en peligro de extinción debido, en parte, a los obstáculos humanos que se encuentra en su hábitat.

Los especialistas consultados coinciden además en destacar otro referente, en este caso en las ciudades: la renaturalización del Manzanares en Madrid. En 2016, la reapertura de las compuertas que encajonaban el tramo urbano de este río permitió la recuperación de la vegetación y la fauna autóctona antes de lo esperado y sin apenas acometer más intervenciones. Aquel éxito llevó a Ecologistas en Acción a presentar 15 planes similares en otros pueblos y ciudades, de los cuales nueve ya tienen "buena pinta", según Barajas, principal impulsor del proyecto de Madrid y de otros por todo el país.

Una línea divisoria norte-sur en el derribo de presas

En el mapa de Dam Removal en el que se recogen todas las eliminaciones de barreras el pasado año se puede observar claramente una división entre el norte y el sur del país. Además de la Confederación del Duero, la del Cantábrico ha sido muy activa -además de la otra gran pionera- en la demolición de presas, así como también se han implicado las agencias autonómicas del agua de Cataluña, Galicia y País Vasco.

Al otro lado de esta línea divisoria están las confederaciones del Ebro, el Guadiana o las Cuencas Mediterráneas Andaluzas, entre otras, donde se han llevado a cabo muchas menos actuaciones. La diferencia entre unas y otras se debe, simplemente, a la "voluntad política", según Fernández, y al "cierto tabú social y técnico" que todavía rodea el derribo de presas, como apunta Brufao.

En las últimas décadas la legislación española ha avanzado a grandes pasos, hasta el punto de llegar a ser "una de las mejores de Europa", según la portavoz de World Fish Migration. Contempla, por ejemplo, que una vez terminada una concesión la empresa que la tenía está obligada derribar la presa que haya utilizado y pagar de su propio bolsillo la restauración de ese tramo de río. Además, según la recién aprobada estrategia de biodiversidad de la Unión Europea, de aquí a 2030 al menos 25.000 kilómetros de río deben estar libres de obstáculos.

Sin embargo, la percepción social no ha cambiado a la misma velocidad que la legislación. En algunas zonas donde se han demolido presas, los técnicos del Duero se han encontrado con "mucha resistencia" según Rodríguez. "La gente quiere el paisaje de su niñez. Como dijo Delibes, la infancia es la patria común de todos los mortales. Entonces, que venga un iluminado a quitártelo produce a veces un rechazo visceral", admite. Para evitarlo, ponen en marcha procesos de participación pública en los que la mayoría de la gente se termina convenciendo de los beneficios de estas acciones.

En Teruel, la orden de demolición en 2020 de la presa de Los Toranes en el río Mijares ha desatado una lucha entre asociaciones ecologistas y algunos vecinos de la zona, que piden mantener la central eléctrica a pesar de que haya caducado la concesión de Iberdrola. "La gente clama al cielo, pero todos los días se eliminan pabellones industriales y se tiran viviendas simplemente porque están en ruina y no pasa nada", defiende por su parte Brufao.

Victorias judiciales tras décadas de lucha

A pesar de la oposición popular, Rodríguez reivindica el cambio a mejor allí donde han actuado. En cuanto a la calidad del agua, han registrado una "cierta mejoría en varios indicadores", mientras que los pescadores de estas zonas han notado un aumento en la cantidad de peces que nadan en estas aguas.

Para Barajas, la recuperación de ríos en los últimos años es muy positiva, pero apunta a los mayores obstáculos: las grandes presas. "Los embalses inundan valles y todo lo que queda dentro del recinto del embalse desaparece para siempre. Si se quema un bosque es una tragedia, pero en 100 años habrá ahí otro bosque; en cambio, si inundas un valle en 100 años seguirá inundado", ilustra. En Ecologistas en Acción calculan que, con la construcción de presas a lo largo del siglo XX, se han inundado unos 500 pueblos y se ha desplazado a 50.000 personas.

Por su clima mediterráneo y las lluvias irregulares, España ha recurrido tradicionalmente a la construcción de grandes embalses, unas obras que se aceleraron especialmente a mediados del pasado siglo. Reconoce, como todos los expertos consultados, que muchos de ellos son necesarios para garantizar el funcionamiento de centrales hidroeléctricas, el riego o el suministro de agua potable, pero "se han pasado de frenada", según denuncia el activista, y la "mayoría de los últimos construidos o los que están en construcción no sirven para nada". Cita, por ejemplo, el costoso y polémico recrecimiento del embalse de Yesa, en Aragón - conocido como el "mar de los Pirineos" por su enorme tamaño- unas obras que se han alargado dos décadas tras varios retrasos, con un presupuesto que se ha multiplicado por cuatro y en una zona geológicamente inestable.

Ahora, ya prácticamente no se construyen estos proyectos porque "no caben más" en los saturados ríos españoles, subraya Brufao. "Las grandes presas son más obras políticas que obras que demuestren una racionalidad económica y territorial", algo que ha ocurrido tanto en la España franquista como en países democráticos como Francia o Estados Unidos, recalca.

El jurista recuerda algunas de las largas batallas en las que ha litigado para recuperar los ríos de estas obras. La reciente victoria judicial que obliga a la energética Enel a desmantelar la presa de Hozseca, en el Tajo, por ejemplo, se ha logrado gracias a una demanda interpuesta a principios de los 90 por la asociación Ríos con Vida y WWF. Ahora "se empieza a ver la luz", señala, y espera que con futuras sentencias se multipliquen los ríos recuperados tras décadas separados por barreras. Porque, como dice citando a Unamuno, "los ríos son el alma del paisaje".

Sobre esta información

Los gráficos y visualizaciones se han elaborado a partir de la información proporcionada por Dam Removal Europe, el proyecto AMBER, la Confederación Hidrográfica del Duero (vídeos de La Gotera y Santa Lucía), el Ministerio para la Transformación Ecológica y el Reto Demográfico (división de las cuencas hidrográficas) y el Instituto Geográfico Nacional (ríos españoles de la Península Ibérica).