Los países árabes evitan apoyar a Ucrania en la guerra: no es el amor por Rusia, es el resentimiento hacia Occidente
- El resentimiento anti Estados Unidos persiste, en Siria han sufrido también el intervencionismo ruso
- Las monarquías del Golfo consolidan sus relaciones con Occidente sin incomodar a Moscú
La guerra de Ucrania ha aislado a Rusia de Occidente, que ha impuesto fuertes sanciones económicas contra el país dirigido por Vladímir Putin. Pero Rusia no está arrinconada: encuentra apoyos en África y Oriente Medio donde persiste el sentimiento “antiyanqui”. La dependencia de la importación de materias primas como el trigo, la energía, así como de armamento, se suma a que en la memoria colectiva perviven las intervenciones militares estadounidenses. Entre la población de estas regiones, según analizan voces expertas, se tiene una visión menos crítica con Rusia, a la que se percibe como “un mal menor”.
“La influencia de Estados Unidos en Oriente Medio durante décadas, particularmente, su apoyo unilateral a la ocupación israelí de territorios palestinos, las invasiones de Irak y sus relaciones con monarquías que reprimen los derechos humanos hacen que, esa influencia que se plantea como una especie de salvación, sea tan perniciosa que esto lleve a ver con lógica sospechosa, todo lo estadounidense”, explica la escritora, experta en Magreb y Oriente Medio y profesora de comunicación en la Universidad Carlos III de Madrid, Leila Nachawati Rego.
Una encuesta realizada por Arab News, un diario angloparlante de Arabia Saudita, concluye que hay un escepticismo árabe generalizado sobre la guerra de Ucrania, y asegura que “no es tanto por acierto de la propaganda rusa, sino más bien por la disminución constante de la confianza hacia Occidente durante las últimas dos décadas”. Este sondeo realizado en 14 países árabes destaca que: el 24% de los encuestados culpa del conflicto de Ucrania a la OTAN, el 10% acusa directamente al presidente estadounidense, Joe Biden, como el responsable, y el 16% culpó a Rusia.
“Este rechazo a la influencia e injerencia estadounidense que, seguramente se debe a que buena parte de la población considere a Rusia como un mal menor o como una alternativa, no tanto por apoyo al proyecto de Putin, como por que pueda inclinar la balanza en contra del lado estadounidense”, asegura Nachawati Rego. Por otro lado, este estudio revela que el 66% de los encuestados dijeron que no tenían una posición concreta sobre la guerra, mientras que los que se posicionaron quedaron empatados en un 18% a favor de cada contendiente.
Nadie, ningún dirigente político, presume de ser amigo de Vladimir Putin, pero tampoco de Joe Biden. El discurso antiimperialista y anticolonialista aún está muy presente, aunque suene a un pasado muy lejano. “La memoria colectiva de los pueblos árabes tiene sus propios tiempos, su propia dinámica y además su propia lógica; aún pesa mucho el papel que Occidente ha jugado durante el último siglo y medio en la región”, coincide la arabista y catedrática de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Luz Gómez.
El resentimiento en el magreb por el fracaso de la Primavera Árabe
La amistad rusoargelina es de larga data, siendo Argelia su tercer comprador de armamento, por detrás de India y China. La mitad del armamento que Moscú vende en el continente africano va para el país magrebí. “La prensa argelina en sus análisis justificaba la invasión rusa sobre Ucrania alegando que Putin no quería bases militares de la OTAN en un país fronterizo, pero con el paso de los días nos fuimos dando cuenta de que se trataba de una invasión”, explica a RTVE.es la periodista y profesora en la Universidad de Argel, Asma Zahraoui.
Sin embargo, en estos seis meses de guerra, las familias en Argelia han notado cómo el conflicto ha ido haciendo mella en sus bolsillos. La escasez del trigo y el aceite de girasol es cada vez más palpable, además, según Zahraoui, las redes sociales también han contribuido a equilibrar la balanza entre partidarios y detractores de Ucrania.
Por su parte, Marruecos, al igual que sus vecinos de Argelia, intenta mantener un equilibrio entre Occidente y Moscú. Así en la pasada resolución de la ONU que pretendía condenar la agresión rusa a Ucrania, la representación permanente marroquí se ausentó en el momento de la votación. Egipto encabeza la lista de compradores de trigo del mar negro. En un primer momento condenó la invasión, pero a medida que ha ido avanzando el conflicto ha intentado acomodarse en un frágil equilibrio marcado por la neutralidad.
En Túnez, prácticamente nadie habla de la guerra de Ucrania, explica a RTVE.es Ahmed Lamloumi, un periodista de la radio tunecina. El periodista asegura que en su programación apenas se habla de esta guerra. “Nos interesamos los primeros días, sobre todo por la comunidad tunecina presente en tierras ucranianas, pero después dejó de interesar”, sin embargo, destaca que “en las calles se escucha más la voz de los prorrusos”. Las relaciones entre Túnez y Washington no gozan de muy buena salud. Los jóvenes se sienten traicionados por Occidente, argumenta Lamloumi que ello es debido al intento de frenar los avances democráticos en el país. “Occidente sólo ha tratado de salvaguardar sus intereses geoestratégicos a costa de todo el proceso revolucionario”, asegura Gómez.
El caso paradigmático de Siria: “También vive el imperialismo ruso”
Tras diez años de guerra en Libia y la perpetuación de un Estado fallido, Rusia ha jugado un papel importante sosteniendo al mariscal Khalifa Haftar. Moscú le reprocha a Washington su propensión a la injerencia en otros países. De hecho, las consecuencias de la intervención militar en Libia y el derrocamiento de Gaddafi en 2011 han sido argumentos esgrimidos por Rusia para justificar su apoyo a la dictadura de Bashar Al Asad La participación de Rusia en la guerra de Siria ha sido clave para la supervivencia Al Asad, explica Nachawati Rego: “La pervivencia de este régimen viola todos los derechos humanos y ha elevado las cuotas de impunidad a unas cuotas sin precedentes, y no habría sido posible sin la participación de Rusia. Rusia en Siria ha llevado una política de tierra quemada, de bombardeos sobre núcleos de población civil e infraestructuras civiles, de no distinción entre civiles y combatientes”, añade, sin embargo, su imagen no se ha desgastado porque no ha sido equiparado al “imperialismo norteamericano”.
“Rusia en Siria ha llevado una política de tierra quemada, de bombardeos sobre núcleos de población civil e infraestructuras civiles“
“Rusia había perdido a un aliado importante como lo fue Libia, y no quería perder a la Siria de los Asad. Por eso Rusia ha apoyado a Bachar Al Asad. La posición de Siria es estratégica y por esta razón hizo frente a todo lo que amenazara a la dictadura de damasco”, asegura Imad, periodista iraquí. La guerra de Siria ha provocado que millones de personas se desplazaran de su hogar en busca de refugio. Líbano acoge a la mayor parte de estas personas pese a sufrir un colapso económico sin precedentes.
“En Iraq estamos pagando otros fuegos provocados por la guerra de hace años”, asegura. “No entiendo cómo se ha normalizado el discurso militarista en los medios occidentales cuando nosotros seguimos sin levantar cabeza por el conflicto”, añade. La guerra de Ucrania ha tenido una repercusión mediática que no han tenido otras guerras en Oriente Medio. “La comunicación sobre Ucrania ha puesto el foco sobre las historias con nombres y apellidos, sin embargo, la guerra de Iraq se contó en clave geopolítica, hubo una deshumanización de las víctimas”, recuerda la profesora de la Universidad Carlos III. Además, añade que las redes sociales y el canal de Russia Today en Árabe están siendo claves para el Kremlin para hacer llegar su mensaje en los países árabes. “Ha conseguido una plataforma para influir en geopolítica y geoestrategia”, concluye.
Países como el Líbano llevan tres años viviendo en una crisis sin precedentes. La guerra de Ucrania llega después de la pandemia y en medio del desplome de la moneda libanesa, que ha perdido más del 90% de su valor. “Lo primero que le afecta son las guerras de Oriente Medio, pero también los conflictos que están más lejos. Ahora en los medios se habla de las consecuencias de la guerra de Ucrania, de los efectos que se están viviendo”, argumenta la socióloga libanesa, Marie Hardan.
“Aquí tenemos un gobierno inestable, muchas divisiones políticas, la corrupción, las administraciones están muy debilitadas y nos cuesta vivir“
Este pequeño país lleva un tiempo pidiendo auxilio a la Comunidad Internacional y teme que, lo que ocurre en Ucrania, desvíe la atención sobre la ayuda que necesita. “Aquí tenemos un gobierno inestable, muchas divisiones políticas, la corrupción, las administraciones están muy debilitadas y nos cuesta vivir. No tenemos los servicios básicos cubiertos. Necesitamos comida, electricidad y medicinas”, añade. Cree que esta situación lleva a la apatía y la indiferencia por la guerra en Ucrania.
La doble cara de las monarquías del golfo
Los estados del Consejo de Cooperación del Golfo se abstuvieron durante la votación el pasado mes de abril de suspender a Rusia del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU. “Tanto Arabia Saudí como las demás monarquías del Golfo, algo en lo que usaron doble lenguaje y han seguido manteniendo excelentes relaciones con Rusia. El propio Israel ha hecho lo mismo. Y creo que en el caso de estos regímenes también tiene que ver con su apuesta autocrática y con la falta de libertades que exista”, explica Gómez. Catar es probablemente el gran ganador de la guerra de Ucrania.
Están jugando sus cartas en la región en un intento de normalizar relaciones con Israel, consolidar las relaciones con Occidente y no incomodar al aliado ruso. La situación ahora les permite mantener un medio de presión y potenciar sus relaciones al estar menos subyugados por Occidente. Las dos analistas coinciden en que tanto a Arabia Saudí como a Irán les interesa el conflicto. “Cuando Teherán da un paso Riad hará lo contrario para mantener su influencia en el terreno para mantener sus intereses”, explica Nachatawi. A los dos les conviene el conflicto en el nivel de las relaciones exteriores y luego en política interna. “También les interesa porque la tensión social, que es una tensión acumulada durante años, en este caso se va a encontrar con una válvula de escape por la vía exterior que a ellos les libera de sus responsabilidades”, añade Gómez.
“Es difícil y con un micrófono preguntando a la gente cuál es la opinión pública. Porque en estas situaciones tan represivas, es muy difícil saber a ciencia cierta dónde está la lealtad de la gente, cuando están viviendo bajo dictaduras atroces”, concluye Nachtawi Rego. Coinciden en que, en estos contextos, lo que le interesa a los regímenes no siempre coincide con la voluntad o deseos de sus pueblos.