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Francia se abre ahora a estudiar el proyecto del gasoducto Midcat tras la presión de España y Alemania

  • Sánchez y Scholz habían reclamado poco antes mejorar las interconexiones ibéricas con el resto de Europa
  • París había mostrado reticencias en un primer momento al considerar que el proyecto tardaría años en estar operativo

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Planta regasificadora de Enagás en Barcelona
Planta regasificadora de Enagás en Barcelona

Francia da un paso atrás respecto a sus reticencias iniciales y se abre ahora a estudiar la construcción del gasoducto Midcat. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, ha asegurado este martes que analizarán la propuesta de España y Alemania de retomar esta infraestructura. El proyecto, que quedó enterrado en 2019 sobre todo por el escaso interés de París, ha vuelto a coger fuerza en las últimas semanas en plena crisis energética en Europa a raíz de la guerra en Ucrania.

Las declaraciones de Le Maire llegan apenas unas horas después de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el canciller alemán, Olaf Scholz, pidieran acelerar las interconexiones gasísticas entre la Península Ibérica y el resto del continente tras reunirse en Alemania para tratar la cuestión energética. Concretamente, Scholz ha subrayado el "apoyo total" de su Gobierno al Midcat como solución "a largo plazo" al suministro europeo de gas.

"Es una cuestión muy antigua, pero desde el momento en que Sánchez y Scholz, representantes de dos países amigos de Francia, nos hacen esta petición, vamos a examinarla", ha asegurado el titular de Economía francés. Hace poco más de una semana el país adoptó una postura más reticente hacia el proyecto, ya que el Midcat "tardaría mucho en estar operativo" y "por tanto, no respondería a la crisis actual", según el Ministerio galo de la Transición Energética. Por detrás subyace también la apuesta decidida de París por la energía nuclear, que aporta cerca del 70% de la electricidad al país, pese a que ahora casi la mitad de reactores están parados por varios motivos.

España ha celebrado el cambio de parecer de París. Se trata de "un movimiento en la buena direccion y pone de manifiesto el compromiso europeísta del Gobierno de Francia", según ha señalado la ministra para la Transición Ecológica y vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. En una rueda de prensa, ha asegurado que las palabras de Le Maire ponen de manifiesto la voluntad de "dar una respuesta inequívoca europea y trabajar conjuntamente por encontrar una solución" a la actual crisis energética motivada por "el chantaje de la guerra de Putin".

El Midcat, enterrado en 2019 y resucitado por la crisis energética

Esta infraestructura permitiría doblar la capacidad de transporte de gas actual entre los dos países, que actualmente se limita a dos conexiones al otro extremo del Pirineo, una en el País Vasco y otra en Navarra. España ha reivindicado resucitar el proyecto desde el inicio de la guerra de Ucrania para dar salida a su gran capacidad regasificadora -tiene seis plantas activas para regasificar gas natural licuado, más que cualquier otro país de la UE-. Este verano se ha unido también a esta propuesta Alemania, para la que resulta esencial encontrar nuevos proveedores de gas por su dependencia energética de Rusia.

El Midcat "hubiera contribuido masivamente a relajar la situación actual", señaló en agosto Scholz. Bruselas también contempla estudiar la posibilidad de retomar la infraestructura en su plan REPower EU para reducir la dependencia del gas ruso. Sin embargo, un estudio de la Comisión Europea en 2018 determinaba que el gasoducto, que empezó a construirse en 2012, no sería rentable ni necesario dados los planes de transición ecológica, que incluyen dejar de utilizar este combustible fósil en un futuro cercano.


Además de su apuesta por la nuclear, Francia también es poco entusiasta con el Midcat porque requeriría por su parte una gran inversión en ampliar la red de gasoductos que circulan por el país. A diferencia de España, el país vecino tiene una red poco mallada y una escasa conexión con Alemania, que es el principal interesado en recibir el gas procedente de la Península Ibérica.

La condición española para potenciar el Midcat es que pueda utilizarse en un futuro para transportar hidrógeno verde, que se produce a partir de las renovables. A día de hoy esta prometedora energía es cara y poco eficiente, pero los planes de transición energética de Europa confían en que tenga un papel clave a la hora de sustituir a los combustibles fósiles.