Enlaces accesibilidad
España

Más silencios que memoria en la primera exhumación de civiles en Madrid: "Sea quien sea, es ya el abuelo de todos"

  • La falta de presupuesto hace que apenas se haya localizado a 13 de los 108 represaliados de Colmenar Viejo
  • El Gobierno central promete más dinero para terminar los trabajos

Por
Recuperan los cuerpos de 13 fusilados en la primera exhumación en la Comunidad de Madrid

Lo llaman el paseo. Es una lámina gris cuesta arriba ribeteada de tumbas. A un lado y al otro hay crucifijos, letras que forman nombres, números que forman fechas, alegorías dolientes, alguna flor de tela y tanto mármol como puede caber en una calle estrecha de un cementerio pequeño.

Como nombre, el del paseo es uno excesivo si lo que uno precisamente busca es pasear. Un minuto de ida y vuelta que parece que dura menos si se compara con la unidad internacional de medida del tiempo en estos sitios: la eternidad.

El paseo, en realidad, es una fosa común. Dieciocho de los 108 fusilados contra las tapias del cementerio de Colmenar Viejo al acabar la Guerra Civil terminaron ahí. Sepultados en una zanja que se enlosó para que cualquiera pudiera plantar sus pies encima y echar a andar. Pasear, en definitiva, sobre los vecinos vencidos.

Sin dinero para más

No sabemos mucho más del paseo, salvo que está en campo santo y que ahí fueron a parar, solo quienes en el último minuto antes del tiro aceptaron confesarse. Y no sabemos más porque, tras la primera exhumación civil que tiene lugar en la Comunidad de Madrid-en Arganda del Rey, en 2014, se desenterró a tres militares-, esta fosa seguirá cerrada.

“No ha habido presupuesto para más”, explica Luis Pérez, presidente de la asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes, que ha impulsado esta excavación al norte de Madrid.

La fosa que sí se ha abierto está unos metros más abajo, pegada a uno de los costados del cementerio, en la zona civil. También es estrecha y en ella se amontonan 90 cuerpos desde hace ya, casi, un siglo. Los cerca de 20.000 euros que esta asociación ha recibido a través de la Federación Española de Municipios y Provincias han servido para coordinar un equipo de una docena de profesionales, voluntarios incluidos.

Han trabajado a pico y pala porque no había espacio para maquinaria pesada y en diez días les ha dado tiempo a localizar apenas los huesos de trece hombres. Ahora, los laboratorios de la Universidad Complutense los analizarán para cotejar sus genomas con las tomas de saliva que han practicado a las familias. Pérez lamenta que el Gobierno de Comunidad de Madrid no haya querido colaborar en el proceso.

El abuelo de todos

“El primer día lo pasamos muy mal. Lloramos mucho. Yo nunca había visto desenterrar a nadie”, cuenta Gema López, nieta de Facundo Navacerrada, líder local de la UGT entonces y al que, asegura, los cabecillas eclesiales y políticos mandaron exterminar. “No tenía delitos de sangre, como ninguno”, añade. “Todavía no sabemos si ese primer cuerpo que salió será el suyo. Sea quien sea, ese es ya el abuelo de todos”.

“Llevamos 83 años esperando”, insiste Esther Mateo. En su familia, ciertamente, esa espera se multiplica por tres: buscan a Cecilio Sanz, Cipriano Mateo y Manuel Mateo. Para este último saben ya que tendrán que aguardar todavía más: “Mi padre siempre nos contó que estaba ahí, en la parte de arriba, en el paseo, no en lo que ahora se ha abierto”.

Jornalero y albañil, Manuel fue alcalde durante unos meses de San Sebastián de los Reyes. Encontrarle, dice, es “un derecho” y una experiencia “sanadora”: “Siempre están acusándonos de que reabrimos viejas heridas, pero es mentira: esas heridas siguen abiertas porque los nuestros siempre estuvieron ocultos y no nos dejaron recogerlos”.

Terminar la tarea

Antes de que se apruebe en unas semanas la nueva ley de Memoria Democrática -que, entre otros puntos, obliga al Estado a ser proactivo en la búsqueda de los desaparecidos-, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ha prometido financiación suficiente para culminar la tarea en Colmenar y exhumar hasta el último represaliado.

Además, hay que acabar la investigación para tener todos los datos de lo que ocurrió. Por ahora, se sabe que las zanjas cruzan de este a oeste, que algunos tuvieron ataúd, pero otros no, que a unos la bala les dio en la cabeza y a otros en el brazo. Y, también, se sabe que aquí las ejecuciones no fueron todas a la vez, sino que olió a pólvora doce días (o noches) durante los siete meses de venganza que siguieron a la entrada de Franco en Madrid.

No hay fechas aún para esa segunda fase, pero los familiares quieren que sea cuanto antes, toda vez que se han retirado toneladas de tierra para destapar los primeros cuerpos. Su color, el de la tierra, revela uno de los hallazgos más simbólicos de esta excavación. “Era muy oscura”, describe la osteoarqueóloga Almudena García-Rubio, directora del equipo.

“El primer metro de tierra estaba lleno de basura, de cascotes, de basura cementerial, de lápidas, flores, jarrones”. El pueblo, ha podido confirmar, usó durante un tiempo esa fosa como vertedero. Para Luis, como ocurre con el paseo, fue otra humillación más: “Se quisieron asegurar de que no salieran nunca”.