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La inflación aprieta a los hogares de madres solteras: menos comida y más control en el número de lavadoras y duchas

  • Muchas de estas mujeres tienen que pedir ayuda a sus familias para poder pagar la luz y el gas y comprar comida
  • Las asociaciones piden que se apruebe la Ley de Familias para equiparar los derechos de las familias monoparentales al resto

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La inflación amenaza la crianza de los hijos de madres solteras
En España hay 1,9 millones de hogares monoparentales, y más del 80% están sustentados por mujeres.

Kenia vive con sus tres hijos adolescentes. Con la inflación disparada al 10,4% en agosto, se ha visto obligada a recortar gastos en la cesta de la compra, controlar las lavadoras y reducir las duchas en casa para ahorrar en electricidad.

Sonia es madre de dos mellizos de dos años, a quienes tuvo por reproducción asistida. Consigue llenar la nevera cada mes gracias a la ayuda económica de su madre y se ha planteado, incluso, dejar de pagar las facturas de gas porque no llega a final de mes.

Ambas son madres solteras y afrontan todos los gastos solas, sin la ayuda de otro progenitor. Intentan sacar adelante a sus familias mientras el coste de la vida se ha disparado por la guerra de Ucrania, sobre todo en alimentos y energía. Según la última Encuesta Continua de Hogares del INE, con datos de 2020, en España hay 1,9 millones de hogares monoparentales, y más del 80% están sustentados por mujeres.

Estas madres afrontan solas la tarea de criar a sus hijos y trabajar en un mercado laboral que las coloca en una posición más precaria, lo que aumenta su riesgo de caer en situación de pobreza, tal y como señala el informe Madre no hay más que una: monoparentalidad, género y pobreza infantil del Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil.

Por ello, aunque la inflación afecta a todas las familias con hijos, impacta con mayor intensidad en las sustentadas por una madre, que ya tienen dificultades propias.

“He llegado a plantearme no pagar una factura porque no podía asumirlo”

Aunque la pandemia ya supuso un revés para las economías domésticas, la inflación disparada por la guerra de Ucrania ha dificultado mucho comprar comida y pagar la electricidad y el gas. A lo largo de los meses de invierno, Sonia tuvo que pagar facturas de gas de 240 euros. “He llegado a plantearme no pagar una factura porque no podía asumirlo”, nos cuenta, y teme que la situación se repita el próximo invierno.

Ella ingresa 1.450 euros cada mes, de los que 800 van al alquiler y 300 a la escuela infantil. Por tanto, tiene 350 euros para pagar luz, gas, comida, ropa… algo que no puede hacer sin la ayuda económica de su madre.

“La subida la he notado en todo, solo me falta poner velas en casa”

La subida la he notado en todo, solo me falta poner velas en casa”, nos cuenta Kenia, que pagó 140 euros por la luz el mes pasado. Pone menos lavadoras y controla más las duchas en casa para que el termo eléctrico no consuma tanto, pero también introduce el ahorro en la actitud de sus hijos: “Antes decía a los niños que recogieran la ropa y ahora, además, les digo constantemente que apaguen la luz”.

Con sus dos empleos a media jornada ingresa 1.000 euros al mes, pero 610 se van al alquiler, dejando casi 400 para el resto de gastos de energía, comida, ropa e imprevistos.

Según la Encuesta de Condiciones de Vida del INE de 2021, la más reciente, el 54,3% de las personas que viven en hogares formados por un adulto con hijos está en riesgo de pobreza o exclusión social. Esto empeora en hogares sustentados por una madre, ya que "estas mujeres se enfrentan a un mercado laboral que las discrimina y las sitúa en una posición más precaria e inestable", señala el informe Madre no hay más que una: monoparentalidad, género y pobreza infantil, elaborado por el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil del Gobierno.

"Nunca había sido tan difícil comprar comida"

Ambas tienen problemas para llenar cesta de la compra. Sonia compra lo necesario para desayunos y meriendas, pero no podría dar de comer a sus mellizos si no fuera por la ayuda de su familia: “Mi madre hace la mitad de la compra y, además, me da algo más de dinero porque no llego a final de mes”.

“Nunca había sido tan difícil comprar comida”, se queja Kenia, que tiene que descartar alimentos cada vez que va al supermercado: “De las cuatro cosas que escojo, al final me llevo dos para que me sobren, al menos, cinco euros”. También han dejado de salir, gastar en ocio y comprar ropa y calzado nuevo, por lo que sus hijos reutilizan lo que tienen.

Las dos han pedido ayudas para afrontar la subida de precios. Sonia ha solicitado el bono social térmico y becas para la guardería de sus hijos. Kenia, que ya ha acudido a los Servicios Sociales, ha pedido el Ingreso Mínimo Vital (IMV). En su caso, nos cuenta que se siente “totalmente desamparada” por parte de las administraciones y ha tenido que acudir, incluso, a terapia psicológica por su situación.

"Si no me dan una ayuda, mi hijo no podrá ir al comedor"

Tras las vacaciones de verano llega la ‘vuelta al cole’, que este año será más cara. A partir de septiembre, las familias hacen sus esquemas para afrontar gastos de comedor y material escolar, como los libros de texto, que se han encarecido un 12% con respecto al curso pasado.

Aunque Sonia no necesita libros, ha tenido que pagar en agosto 130 euros de material (mochila, cuadernos, babys…) por cada uno de sus hijos para la escuela infantil. Para ella, es el peor mes del año porque todavía no ha recibido el cheque guardería y ha pedido al centro que le fraccionen el pago en tres cuotas para poder afrontarlo.

A Kenia, sin embargo, le preocupa más dónde va a comer su hijo pequeño mientras ella trabaja. “Si no me dan una ayuda, mi hijo no podrá ir al comedor”, señala, algo que supondrá una dificultad más para la conciliación en los próximos meses. Pilar Orenes, directora general de la ONG Educo, explica al Canal 24 Horas que más de la mitad del gasto escolar se centra en el comedor y, según sus estudios, se ha encarecido 100 euros este año.

Este servicio asegura una comida saludable, pero también es un espacio donde los niños se relacionan y resuelven conflictos, "y por eso tiene que ser accesible y gratuito para todos", explica.

La conciliación: una dificultad añadida

Kenia tiene tres hijos, uno de 22, otro de 19 y el más pequeño, de 12 años. Aunque hace unos meses estaba en paro y podía cuidarlos, ahora estudia osteopatía y tiene dos trabajos. “Estoy deseando empezar a cobrar para comenzar a pagar deudas”, confiesa, pero indica que, al mismo tiempo, es también un problema para poder atender a sus hijos.

“Los empleos no están hechos para conciliarlos con la familia”

Los empleos no están hechos para conciliarlos con la familia”, explica, “porque no estás en el momento en el que hacen los deberes o necesitan ayuda para algo”. Ella, que no puede permitirse pagar a un canguro, tiene que recurrir a amigos que no siempre pueden estar disponibles.

“Que nos consideren familias monoparentales, no hogares monoparentales”

En su situación, piden más comprensión por parte de las instituciones. “Lo primero es que nos consideren familias monoparentales, no hogares monoparentales”, nos aclara Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS).

Hace esta aclaración porque muchas madres comparten piso con familiares y les deniegan ayudas porque contabilizan los ingresos de todas las personas convivientes, sin tener en cuenta que las sustentadoras son ellas. “Si vives con un hermano o un primo, la responsabilidad familiar la tiene en exclusividad la madre, no las otras personas”, aclara. Además, señala que “hay muchas que incluso comparten piso, precisamente las más vulnerables, y son las que enseguida se quedan fuera de ayudas como el IMV”.

Más cerca - Las familias monoparentales piden medidas de apoyo urgentes - Escuchar ahora

A raíz de la pandemia, creció el número de madres que acudían a FAMS en busca de apoyo económico y emocional. Aunque todavía no han realizado estudios sobre el impacto de la inflación disparada en los últimos meses, cree que es probable que esta situación vuelva a repuntar.

Por ello, desde FAMS piden una legislación inclusiva con una fiscalidad para todas las familias que elimine su desventaja frente al resto. También facilitar el acceso a la vivienda y adecuar los permisos por nacimiento, maternidad y lactancia “para que nuestros niños y niñas no tengan la mitad de permisos que el resto de menores”.

En definitiva, “pedimos que salga adelante la Ley de Familias” que no solo incluya una definición de su situación, sino un reconocimiento y una protección real, matiza.

El pasado mes de febrero, la OCDE sugirió a España que impulsara una prestación universal por hijo y que ampliara los derechos a diferentes tipos de familia. En esta línea, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 busca tramitar a partir de septiembre una nueva Ley de Familias en la que se incluya una prestación universal por hijo a cargo de 100 a 125 euros al mes, además de igualar los derechos de las familias monoparentales al resto de familias, tal y como señaló en mayo la ministra Ione Belarra.

Piden "un empujón" para poder afrontar los precios de energía y comida

No obstante, nos cuentan que no buscan vivir del Estado, sino un impulso para poder salir de su situación de vulnerabilidad. “Una madre que está sola y tiene a cargo a sus hijos no quiere vivir de las ayudas, lo que busca es estabilidad”, explica Carmen, pero para lograrla necesitan el apoyo de las entidades públicas.

“Necesitamos solo un empujón, no estamos pidiendo que nos pongan todo en la mesa”

Por ello, Kenia insiste: lo más necesario ahora es una pequeña ayuda para pagar la comida, el transporte y la energía. En definitiva, hacer su situación un poco más fácil: “Necesitamos solo un empujón, no estamos pidiendo que nos pongan todo en la mesa”, matiza.

De esta forma, estas mujeres piden que se contemple su situación, que se garantice la conciliación y se vele por su bienestar. Un objetivo que, para Kenia, no solo mira al presente, sino también a las familias futuras: “Nuestros niños van a ser los futuros padres y madres. Si nosotras no les podemos enseñar y estar ahí en los momentos importantes, después ellos no van a poder hacer lo mismo”.