García Montero lleva a un poemario el adiós a Almudena Grandes: "Es un libro escrito sin ninguna máscara"
- RNE entrevista al poeta Luis García Montero sobre su nuevo libro, que verá la luz el próximo 14 de septiembre
- Se trata de una recopilación de los poemas que ha escrito a raíz de la pérdida de su pareja, Almudena Grandes
Un año y tres meses, el nuevo libro de Luis García Montero en el que se recogen los poemas que ha escrito a raíz de la pérdida de su mujer, Almudena Grandes, verá la luz el próximo 14 de septiembre bajo el sello editorial Tusquets. En el Informativo 24 horas de RNE, han conversado con su autor, que además es ensayista y catedrático de Literatura Española, sobre su obra y cómo la poesía le ha ayudado a encontrarle sentido al vacío que deja un pérdida. Una entrevista que comienza con el bolero Contigo aprendí de Los Panchos y en el que se dará un avance de algunos de los versos más representativos.
Pregunta: Dice la faja de tu nuevo libro Un año y tres meses, en el que se recogen los poemas que has dedicado a Almudena, que es uno de los libros de amor más hermosos de la literatura reciente. Creo que esta frase se queda corta, porque se desprende una gran sensibilidad. ¿Cómo ha sido su elaboración para ti?
Respuesta: Los poemas que he ido haciendo en el tiempo en el que Almudena vivió su enfermedad y en su muerte son la manera que he tenido de dialogar con la vida para encontrarle un motivo, una razón, un sentido. Cuando una pérdida te deja en el vacío, en mi caso, mi vocación poética es la que me ha facilitado ese camino en el que se dialoga con la esperanza, con el miedo, con la posibilidad, con el naufragio. Por ahí fui buscando camino y es un libro escrito sin ningún tipo de máscara, porque se trata de resolver cosas que están muy en el fondo de la propia intimidad.
P.: Supongo que también eres consciente o debes saber que algunos de los versos por sí mismos pueden ser perfectos aforismos. "Una historia de amor es un viajero que se sienta en la mesa para hablar de la vida..."
R.: En poesía, uno intenta que el libro tenga un sentido y una unidad. Pero, también que cada poema conserve su sentido y pueda leerse de manera independiente y dentro del poema, que haya versos que se afirmen a sí mismos y que puedan ser recordados. Se busca una unidad, pero muy diversificada, con autonomía en cada uno de los aspectos.
En ese sentido, me alegro lo que me dices, ya que es una de las estrategias de la poesía. Me encanta también que hayas puesto el bolero de Los Panchos al principio, porque, yo en mis clases lo he utilizado mucho con los alumnos para ver cómo la poesía se mete en la vida cotidiana, en la sentimentalidad. Ese bolero me ha llevado a recordar muchas veces a Garcilaso. "Yo no nací sino para quererme. Mi alma se acortaba". Ese "yo no nací sino para quererme" de la poesía renacentista acaba en un bolero de Los Panchos.
P.: Decía Teresa Pàmies que todo lo que nos pasa en la vida antes ya lo había cantado un bolero y creo que es una máxima importante a tener en cuenta. Por ejemplo, "el amor es también una luz negociada", escribes tú y con ese verso está todo dicho.
R.: Es verdad. Fíjate, hay una anécdota y es que cuando una pareja convive y está en la cama, a veces ella tarda en dormir, él se despierta antes de tiempo, sobre todo cuando hay una preocupación. Entonces hay que negociar si se puede o no encender la luz para leer o hay que apagarla. Eso te lleva a trascender la anécdota y a darle al sentido de la luz lo que tradicionalmente tiene de iluminación de la vida, de mirada hacia el futuro. Y el amor es una luz negociada.
P.: ¿El poeta tiene que sufrir para hacerse mayor?
R.: Yo creo que no. El ser humano tiene una dimensión donde la alegría es tan importante como el dolor. No me gustan nada las sociedades hedonistas que se creen que todo es alegría y que el cliente siempre tiene razón y que se olvidan de la sombra. Tampoco me gustan nada las sociedades catastrofistas que piensan que sólo la vida se define en la catástrofe.
En ese sentido, me gusta mucho que el ser humano reivindique su derecho a la felicidad. En la tradición de Madame de Yate, ley de Voltaire y de la Ilustración y del humor, porque somos dueños de nuestro destino. No hay que olvidar que en nuestro destino tiene mucho peso, también el dolor y la conciencia de la muerte, que es algo que nos define a los seres humanos.
P.: "La veo en el espejo mientras se arregla los cabellos como quien hace cola en la puerta de embarque en busca de un destino. No sé lo que baraja su paciencia ni lo que cabe en mi silencio. Me vigilan a mí los maniquíes con su sombra de ojos y sus pelucas educadas con el verbo buscar y en la razón del arte. Cabellos en el viento de la vida. Tristeza. Rubias, pelirrojas, negras ordenadas por la quimioterapia. ¿Eres tú? Le comento y me sonríe. Ninguno de los dos, ninguno. Nunca habíamos sentido de este modo que existe la verdad en las ficciones. Nunca tuvieron las miradas tanto amor a la vida".
R.: Cuando se convive con el cáncer, el enfermo tiene muchas posibilidades de salir adelante. Yo insisto mucho. Nosotros hemos tenido mala suerte y una gran cantidad de enfermos salen adelante porque existen los cuidados, existe la sanidad y existe la disciplina. A lo largo de nuestra historia ha tenido importancia el momento de los cuidados, el momento de la disciplina.
Los artistas y los escritores siempre defendemos que la ficción puede tener que ver con la vida, pues para esos versos yo recordé el momento donde la quimioterapia hizo que ella perdiese su cabellera y quiso ponerse una peluca. De pronto encontró una peluca que le daba una verdad a ella misma. Era ella misma. Y de pronto, quise decirle que la ficción tenía ya razón y es capaz a veces de conectar con la vida y con la verdad.
P.: "Mirar con otros ojos las tallas de las camisetas, escuchar con oídos diferentes los rumores del baño, soportar las llamadas ajenas, los avisos por no dejar el móvil en silencio, vivir el suelo, vigilar un orden que evite las caídas y los sustos. Pensar en la comida sin ganas de comer, masticar la palabra nutrición, el miedo, la diarrea, los horizontes de la hemoglobina, la ropa sucia. Deja de oler mal porque ya se ha mezclado con todo lo que somos y sentimos. Son cosas de la vida, suburbios del presente, domicilios de amor que se habitan lo mismo que un recuerdo y nada quise más que tus cuidados..."
R.: Joan Margarit, cuando estaba enfermo y se acercaba la muerte, escribió un libro de poemas Animal de bosque, y en unos versos dice que, pensándolo bien, ese año lo cuenta entre los más felices de su vida porque se encerró con su familia, se sintió cuidado, cuidó él a los demás. Yo creo que los cuidados son muy importantes. Nos confundimos los seres humanos cuando queremos defender nuestra convivencia en lo prepotente, porque nos define la vulnerabilidad, la necesidad de cuidar y de ser cuidados. Me gusta darle la razón, desde esta ladera, a Joan.
Se pasa mal y con la pérdida, la muerte y la enfermedad se pasa muy mal. Pero pasado el tiempo y cuando ya se convive con el recuerdo, la verdad es que en uno de los momentos más felices. Lo que da sentido a la vida es recordar que uno ha podido cuidar, incluso que ha podido sentirse cuidado por el enfermo cuando intenta hacerte la vida más esperanzada, menos dolorosa. Ese cuidar y ese ser cuidado, yo creo que define las relaciones de una sociedad, las relaciones de una pareja, las relaciones de las personas. Ese poema lo escribí para agradecer los cuidados y ponerlos en valor.
P.: Introduces precisamente un fragmento del Animal de bosque de Margarit. "No te los ofrezco hoy, acabando este año, que para mí ya está entre los que fueron los más felices de mi vida".
R.: Así es .Cuando él dice que se acerca a la muerte y se queda con la gente que más quiere, pero al mismo tiempo descubre todas las cosas que la vida tiene de importancia, deja muchas cosas superficiales y se queda con las tres o cuatro cosas que definen a la condición humana y esa posibilidad de encerrarse con lo verdaderamente importante y con la gente que quiere. Esto define un año que ha sido uno de los más felices de mi vida. Yo ahora lo recuerdo como un momento que nunca olvidaré y que cumple el itinerario de la felicidad de una relación que fue feliz. El haber podido cuidar a Almudena cuando lo necesitó.
P.: "Las botellas están en la despensa, la ropa en el armario, las horas en los días, los coches circulando por las calles con un sentido regular del tráfico más precisos que nunca. Los recuerdos, cada uno a su año y su ciudad. Las tierras y los mares son los mapas. La bandera en la selva. La luna en los poemas. Sus ideas, las dudas. Las pasiones hechas a resistir consigo mismas por géneros de libros. Los números por orden alfabético en las agendas del teléfono. Las letras con cifras en los ordenadores. Las dos almohadas en la cama. Las zapatillas simulando espera con su tranquilidad de buen rebaño. Que todo esté en su sitio es el mayor desorden que pueda imaginarse". ¿Es lo que tú has encontrado? ¿Te conforta que todo está en su sitio?
R.: Ahí la cara y la cruz. Por una parte, cuando pensamos en la muerte, somos conscientes de que representamos un momento en una vida de siglos y que al morir nosotros, todo va a seguir, va a seguir amaneciendo y la historia va a continuar. Nos hace en ese sentido conscientes de la vulnerabilidad. Pero después esa vulnerabilidad encuentra una manera de consuelo en la posibilidad de que todo siga y que tendremos que volver a encontrarle sentido a la vida en nuestros hijos, en nuestros amigos, en nuestra familia. Hay que seguir navegando. Somos un instante en el tiempo, pero mientras duramos, somos conscientes de que el tiempo sigue a pesar de las pérdidas.
P.: El hecho de que se diga que has escrito uno de los libros de amor más hermosos de la literatura reciente, pero que sea el resultado del dolor, no sé hasta qué punto es un elogio envenenado.
R.: Yo hubiera preferido no escribir el libro y la verdad es que nunca pensé que fuese yo el que iba a seguir vivo y que Almudena iba a cerrar la puerta antes que yo. Nunca lo pensé, pero agradezco la generosidad de los que dicen que este libro no ha sido simplemente un desahogo personal ni algo patético, sino una manera de buscar en la poesía algo que ayuda a los demás, que es la esperanza, el diálogo con la vida y la necesidad de seguir adelante.
P.: ¿Eres consciente que puedes volver a poner la poesía en el top del ranking de lo más leído o eso te tiene sin cuidado?
R.: Sí, pues mira, desconfía del poeta de verdad que dice "A mí no me importan que me lean". Ya lo dijo Cervantes cuando hablando con un padre, le dijo "Mi hijo es poeta, pero no es vanidoso" y le dice. "No se lo crea usted". No he conocido a ningún poeta que no sea vanidoso. Siempre gusta pertenecer a la educación sentimental de la gente y yo estoy muy agradecido a mis lectores.