Jean-Luc Godard en 10 películas
- El cineasta, fallecido a los 91 años, rodó sus cintas más reconocidas en los años 60
Al final de la escapada (1959)
Godard debutó con un auténtico puñetazo. 1959 es un año bisagra en la historia del cine, cuando el cine clásico se apaga y brotan ‘nuevos cines’ en todos los países. La Nouvelle vague francesa fue la más influyente y, sobre todo, dos películas: Los 400 golpes, de François Truffaut, demostró que se podía hacer un cine íntimo en primera persona, pero Al final de la escapada mostraba que se podía ser también formlamente radical.
Fiel a su máxima de que “todo lo que se necesita en una película es un arma y una mujer“, retrató a Jean Seberg como una vendedora de periódicos a y Jean Paul-Belmondo como un boxeador fugitivo que huye tras un crimen. El guion partía de una idea de su entonces amigo Truffaut, pero lo único que importaba era el cómo: cámara en mano y saltos de plano que cortaban la hasta entonces sagrada continuidad de la escena. Nacía una nueva era para el lenguaje cinematográfico.
Vivir su vida (1962)
Su película más realista y ligada al naturalismo que cultivaba buena parte de la Nouvelle Vague. Protagonizada por su entonces pareja, Anna Karina, la cinta acompaña a Nana, una mujer que deja a su marido para convertirse en actriz y decide dedicarse a la prostitución tras chocar con la industria.
El desprecio (1963)
Un giro estético en su carrera, renunciando al blanco y negro y abrazando el color y el Cinemascope. Reclutó al mayor icono francés de entonces, Brigitte Bardot, que interpreta a Camille, mujer de un guionista que trabaja en una adaptación de La Odisea.
Cine dentro de cine rodado en un sensual paisaje mediterráneo que le sirve para explorar el amor, la literatura, el cine, y el dinero. La sublime banda sonora de Georges Delerue casi eclipsa el legado de la propia película.
Una banda aparte (1964)
El Godard más lúdico. Protagonizada por Anna Karina, es una película sobre tres personas que cometen un robo en París. Teóricamente un thriller, pero en el fondo un divertimento que reflejaba bien la frescura de la juventud de los 60. La escena del baile dentro del bar es una de las más icónicas del cine francés. Un ejemplo de que Godard también podía no tomarse demasiado en serio.
Alphaville (1965)
Con Alpahaville su cine se abre de par en par a sus inquietudes filosóficos y su pulsión de teórico. Una combinación de cine negro con ciencia ficción situada en una ciudad llamada Alphaville donde no cabe el individualismo ni la expresión personal. La premisa argumental es un agente llamado Lemmy Caution cuya misión es destruir una supercomputadora.
Pierrot el loco (1965)
Basada en la novela Obsession de 1962 y protagonizada por Anna Karina y Jean-Paul Belmondo, Pierrot el loco es un thriller de género negro que toca temas que incluyen la Guerra de Vietnam y las luchas artísticas del individuo. La película sigue a Ferdinand, un hombre que decide dejar atrás su aburrida vida de casado y escapar de su existencia burguesa. Junto a El desprecio, su película más elegante visualmente.
Masculino, femenino (1966)
Solo alguien como Godard podía armar una cinta pensada directamente para la juventud y adolescencia y terminar recibiendo una calificación de ‘prohibida’ para menores de 18 años. Masculino, femenino explora las luchas de la cultura juvenil francesa a mediados del siglo XX con un enfoque abiertamente posmodernista en el que caben todo tipo de referencias: desde James Bond, Bob Dylan o Charles DeGaulle.
Week-End (1967)
Entra en escena el Godard más político. Roland y Corinne Durand (Mireille Darc y Jean Yanne) son una pareja burguesa, cada una con su amante, que conspira para asesinar al otro. Cuando conducen a la casa de la campiña de los padres de Corinne inician un viaje caótico, criminal, caníbal y picaresco, con muchos accidentes de coches: el colapso de la sociedad francesa de clase media.
La Chinoise (1967)
Su película maoísta. Sigue a un estudiante de filosofía y a otros cuatro miembros de un grupo maoísta mientras intentan convertir el mundo en una especie de paraíso comunista mientras Godard indaga en la ideología.
El cineasta desnuda la trama para, al modo del teatro épico de Bertold Brecht, el espectador reflexione. Una película hija de un tiempo extremo que avanza el estallido de Mayo del 68.
Adiós al lenguaje (2014)
Premio especial del jurado en Cannes que puede considerarse como su testamento, al menos a nivel teórico, del cine. Aunque contaba con 83 años, su radicalidad es total y compendia bien sus obsesiones: destrucción de la gramática y sintaxis cinematográfica, experimentación de apariencia caótica, marxismo y mujeres.
Para presentarla elaboró un poema a modo de sinopsis que comienza así: "La idea es simple/ Una mujer casada y un hombre soltero se conocen/ Se aman, discuten, los puñetazos vuelan / Un perro está entre la ciudad y el campo". O, como alguien dice en la película: “Llegará un día en que todos necesitaremos un intérprete, aunque no sea más que para entendernos a nosotros mismos”.
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