La primera ministra sueca Magdalena Andersson dimite tras la victoria electoral de la derecha
- El bloque de centroizquierda ha perdido por tres escaños frente a la hasta ahora oposición conservadora
La primera ministra sueca, la socialdemócrata Magdalena Andersson, ha presentado este jueves su dimisión tras la derrota del bloque de centroizquierda frente a la oposición de derecha en las elecciones legislativas del pasado domingo.
Una vez escrutados el 99,7% de los distritos electorales, la oposición conservadora, liderada por Ulf Kristersson, ha ganado las elecciones por tres escaños, 176 a 173, según el recuento actualizado este miércoles por la Autoridad Electoral, que incluye el voto exterior y los votos anticipados enviados dentro de plazo, pero que no llegaron a tiempo.
De esta forma, Andersson ha decidido renunciar como primera ministra. "Se han contabilizado casi todos los votos, pero el resultado electoral preliminar es lo suficientemente claro", ha señalado en rueda de prensa. Andersson ha vaticinado que será una legislatura "dura" y "complicada" por la escasa diferencia y se ha mostrado preocupada por el ascenso del partido ultraderechista Demócratas de Suecia (SD). "Eso intranquiliza a muchos suecos. Veo esa intranquilidad y la comparto", ha expresado la primera ministra.
El presidente del Parlamento, Andreas Norlén, se reunirá ahora con los líderes de los ocho partidos políticos con representación en la Cámara y luego encargará previsiblemente la formación de gobierno a Kristersson. "Le he comunicado (a Norlén) que si los conservadores cambian de idea y quieren colaborar conmigo en vez de con el SD, mi puerta está abierta", ha indicado este jueves Andersson, que encabezará ahora un gobierno en funciones hasta que haya nuevo ejecutivo.
Por su parte, Kristersson, líder del Partido Moderado, ha declarado que desde ahora comienza a "trabajar en la formación de un nuevo Gobierno".
Un duelo de bloques
El partido de la primera ministra, los socialdemócratas, ha conseguido mantener su lugar como fuerza más votada en el último siglo, defendiendo su primera posición con el 30,3% de los votos, dos puntos más que en 2018. Sin embargo, en segunda posición ha quedado el SD, con el 20,5%, tres puntos más que las pasadas elecciones; por delante de los conservadores del líder opositor Ulf Kristersson, que han bajado siete décimas hasta el 19,1%.
Por lo tanto, el resultado final coloca al bloque opositor con el 49,6% de los votos frente al 49% del centroizquierda y la diferencia entre los bloques pasa de uno a tres escaños, con respecto al resultado difundido el lunes, cuando faltaban por contabilizar los llamados "votos del miércoles".
El SD ha resultado el gran ganador de los comicios: no solo ha sido la fuerza que más ha crecido, sino que le ha arrebatado a los conservadores el liderazgo en el bloque de derecha, que detentaba desde 1979, y tendrá influencia directa en la formación de gobierno tras una década de aislamiento. Esta formación de ultraderecha, con raíces neonazis en su origen a finales de los ochenta, ha sido sometida a un "cordón sanitario" por el resto de fuerzas desde su entrada en el Parlamento en 2010.
Aun así, los medios suecos rumorean con la posibilidad de que conservadores y democristianos formen un ejecutivo de minoría, encabezado por Kristersson y apoyado desde fuera por las otras fuerzas del bloque. Sin embargo, el SD ha reclamado un papel "central" y ambiciona "formar parte del gobierno", según dijo en la noche electoral su líder, Jimmie Åkesson.