La juventud rusa que se manifiesta contra la movilización de Putin: "Mejor la cárcel que combatir en la guerra"
- Los jóvenes en edad de ser llamados a filas aseguran que pese a haber hecho el servicio militar no saben ni quieren combatir
- Se preguntan si la UE les dará asilo si deciden huir tras la detención de 1.400 personas en las protestas contra el Kremlin
- Guerra Ucrania-Rusia, en directo
"Por favor, vete. Si pasa algo, te sacamos del país en el maletero". Este fue el mensaje que John recibió de sus amigos el pasado miércoles. En un primer momento, no entendía nada, le sugirieron ver las noticias y comprobó que Vladímir Putin acababa de anunciar un decreto de "movilización parcial". El ministro de Defensa se apresuró en aclarar que solo afectaría a unos 300.000 reservistas con experiencia militar previa y que no incluía a estudiantes ni a los que estuvieran haciendo el servicio militar obligatorio.
Él hace tres meses terminó el servicio militar y cree que le pueden reclutar en cualquier momento. Tiene 22 años. Se toma tiempo para responder a las preguntas de RTVE.es. Ha tardado horas en acceder a la entrevista, exige que la llamada se realice en una plataforma segura. Sus ojos no ocultan el miedo y su voz se entrecorta. Todo era más o menos soportable, dice, hasta que la guerra ha entrado en sus vidas. "Lo primero que hice fue avisar a toda mi familia que vive en la localidad en la que estoy empadronado, para que no recogieran ningún papel ni firmaran ninguna notificación por mí", relata. Inmediatamente, se borró la cuenta de Gosuslugi, donde llegan todos los avisos oficiales, aunque legalmente no es un medio vinculante.
El conflicto cumple este sábado siete meses. En Rusia lo vivían con cierta distancia, pero ahora no soporta la idea de que le puedan llamarle a él, a su padre o a cualquiera de sus amigos para combatir. A medida que pasa el tiempo, la población analiza la letra pequeña del decreto: no se refiere solo a los militares de reserva, tampoco especifica una fecha de finalización y se ha omitido el párrafo siete que, según el portavoz del Kremlin, se refiere al número de movilizados. John, a medida que pasan las horas, tiene más claro que ni su edad ni la falta de experiencia le pueden amparar para no ir a la guerra. "Tengo mucho miedo a la movilización y a volver a la vida militar. Me afecta profundamente. No quiero morir".
"Sigo sin saber empuñar un arma"
Explica que él hizo el servicio militar durante el curso pasado: "Lo decidí por voluntad propia para dejarlo atrás de una vez por todas". Justo ahora se cumple un año del comienzo de una vivencia que define como "un mal sueño". Reconoce que fue fácil y sin grandes incidentes. "Lo peor fue el invierno, nevaba todo el día y nos pedían limpiar la nieve las 24 horas del día en tres turnos", asegura.
Estudiaba informática, pero nada importa, todo lo que hace y logra uno en la vida civil, en la militar se vuelve irrelevante. Todos los días hacía lo mismo: entrenamiento físico matutino, desayuno, formación, izado de bandera, himno, más entrenamiento, almuerzo, limpieza de armas, cena, ejercicios de calibración y apagar las luces. "Además, tenía la tarea de limpiar las zonas, asegurarme de no entrasen extraños en las instalaciones de seguridad. Dormía cuatro horas, me agotaba mentalmente y el mundo exterior era inaccesible. Los teléfonos están estrictamente prohibidos y no se podía acceder a Internet", describe su experiencia. John ha servido en tres unidades, pero no se siente preparado para alistarse a un ejército. "Sigo sin saber empuñar un arma", dice. Mientras entrenaba, el pasado 24 de febrero comenzó la invasión rusa a Ucrania: "Yo era un muchacho inmaduro y no tenía ni idea de lo que pasaba en el mundo".
"Lo que puede suponer el decreto, lo vimos en la represión de las manifestaciones pacíficas", asegura María (nombre ficticio) a RTVE.es. Es una joven de 28 años que, en medio de este incierto panorama, está en búsqueda activa de empleo. "Vi con mis propios ojos cómo la policía le decía a un detenido que iban a mandarle a la guerra", añade. Este jueves, asegura que "sacaron a chicos directamente de las aulas en diferentes ciudades y no les dejaron ni siquiera ver a sus familiares".
María afirma que su primera reacción tras escuchar el discurso de Putin fue buscar si se habían convocado manifestaciones. "Supe que debería haber protestas por toda Rusia" por lo que buscó información sobre las ubicaciones exactas y "un medio independiente publicó que en Moscú iba a ser en la antigua calle Arbat". Se detiene en detallar el periplo que vivió el pasado miércoles. Invadida por la angustia y las ganas de gritar. "Envié un mensaje de texto a mis amigos y todos nos reunimos para ir", dice con orgullo, además da gracias por haber vuelto a casa sana y salva.
"Hemos perdido la esperanza de que vaya a terminar la guerra"
Unas 1.400 personas han sido detenidas en varias ciudades del país, durante las distintas manifestaciones celebradas contra el presidente ruso, según el grupo independiente de monitorización de protestas OVD-Info. Esta organización ha denunciado detenciones, en la capital y en al menos otras 37 ciudades rusas, las protestas organizadas por el movimiento pacifista Vesná, cuyo nombre significa primavera.
María asegura que en estos siete meses de contienda ha perdido la esperanza en que la guerra vaya a terminar pronto. Confiesa que tiene un 25 % de sangre ucraniana, no es la única en Rusia, y por esto muchos no quieren ir a combatir contra los suyos en el Donbás. Pero en la manifestación también se dio cuenta de que "no nos escucharán y que la población civil no puede detener ni la guerra ni la movilización". Su objetivo, dice, es mostrar al Gobierno "que estamos en contra" y por eso, asegura que participará en las protestas convocadas para el sábado. Una decisión que no es fácil, pues "los antidisturbios están en todas partes". "Vi detenciones muy crueles", mientras gritaban "no a la guerra" o "Putin a las trincheras". En la manifestación se respiraba el miedo y la impotencia. "Vi a muchas mujeres y niñas, la escena que más me impactó fue la de las madres y esposas, de los hombres que debían ser llamados a la movilización", concluye.
"La decisión de Putin me causa ira, dolor, desesperación, lágrimas. Esto es una locura que continúa y no se vislumbra un final", denuncia. La movilización forzada es una escalada de la guerra, y según esta joven, demuestra una vez más que "las personas son solo carne de cañón que necesita para lograr sus objetivos y realizar sus ambiciones.
Las limitaciones para huir
"He estado en todas las manifestaciones importantes contra la guerra, pero la del miércoles fue la más grande y terrible", coincide Kristina (nombre ficticio), que tiene 25 años. Graduada en Economía, lleva desde junio sin trabajo y buscando la manera de abandonar el país. "Tengo miedo de vivir en un país donde tengo que buscar una resignificación para palabras viejas, donde no puedo emplear la palabra 'paz'". Enumera todos los derechos que echa en falta. La falta de libertad de expresión, afirma, ha erosionado un pensamiento crítico gracias a la propaganda. "Es muy difícil estar bien emocionalmente en Rusia ahora por la fractura social". El miedo, asegura, no es solo a las autoridades. Nunca se sabe quién es quién, qué pensamientos tiene la persona que se sienta al lado en el transporte público, la que vive en el apartamento de al lado o trabaja en tu oficina. "Por eso siempre hay miedo y ansiedad, miedo de decir algo públicamente, pero lo sigo haciendo para apoyar a mis amigos", dice.
La represión es tal que, según Kristina, el espíritu de la oposición decae, muchos se han ido al extranjero y están tratando de ayudar desde fuera, ya que se sienten más seguros en otro territorio. Ahora mismo no sabe lo que va a ocurrir. Putin, dice esta joven, no tiene un objetivo claro y ha cambiado "cien veces sus estrategias". Kristina tiene miedo de que algún ser querido sea llamado a filas. "Mi padre y mi hermano van a caer en seguida", asegura. El decreto pone una cosa, pero en la práctica "solamente están excluidas las mujeres". Por esta razón. Ella sabe que su plan de emigrar tendrá que esperar. "Ahora toca evitar que nos fuercen a ir a la guerra", sentencia.
"Mejor la cárcel que combatir en esta guerra"
"La gente ha entrado en pánico", retoma María. De hecho, se han visto imágenes de muchos que intentan salir del país para evitar la movilización. Incluso gente que apoyaba la "operación especial" en Ucrania, ahora se opondrá a mandar a sus hijos a la guerra. "Estoy segura de que la popularidad de Putin ha bajado significativamente". El pasado mes de marzo, el secretario de Prensa del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró que los ciudadanos rusos otorgaban un "apoyo absoluto" tanto al jefe del Estado ruso como a su campaña militar en Ucrania, tras publicar una encuesta de opinión que señalaba un "crecimiento sin precedentes" del apoyo al presidente.
Maria tiene un primo que sirvió en ejército y que ahora no puede evitar ser llamado al frente. "No sabemos nada al respecto, pero por supuesto no permitiremos que se lo lleven al frente", zanja. Es posible que lo encarcelen solo porque es un joven que sirvió en el ejército antes, pero "mejor la cárcel que combatir en esta guerra". De hecho, los billetes para viajar de Rusia se agotan, mientras se forman largas caravanas de coches con padres, hijos y hermanos que quieren huir.
Es difícil medir el termómetro de la población rusa en un territorio tan extenso en el que viven unas 140 millones de personas. Estos días, quizá sea cuando más división social se respira. Frente a la voz de María y Kristina hay otras tantas que defienden que hay combatir por "la integridad territorial de Rusia".
Todo se reduce a la guerra o la paz, Putin o el mundo, aceptar combatir en las filas o intentar huir del país. Las voces jóvenes se preguntan si alguien les ayudará a salir de este impasse, y lo que es más importante, si lograrán salir: "¿Habrá una acogida a los desertores que hayan logrado huir? ¿Qué mecanismos se establecerán para su protección? ¿Qué respuesta dará Europa cuando muchos de sus estados miembro han limitado los visados turísticos?". Con estos interrogantes e incertidumbre vive la población rusa contraria al Kremlin, aseguran las entrevistadas. “Cualquiera que se oponga valientemente al régimen de Putin y, por lo tanto, corra un gran peligro, puede solicitar asilo por persecución política”, ha asegurado la ministra alemana del interior, Nancy Faeser en una entrevista con Frankfurter Allgemeine Zeitung. Mientras el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad para la Unión Europea, Josep Borrell, ha anunciado este jueves más armas a Ucrania y más sanciones a Rusia. Un castigo también para la población rusa que se asfixia ante sus efectos y se pregunta que papel jugará Europa en esta nueva fase de la guerra.