Enlaces accesibilidad

Ambulancias sin espacio, rampas estropeadas y otros 'errores' que lastran la accesibilidad en silla de ruedas

  • "Vamos con retraso” en el cumplimiento de la ley española, denuncian las asociaciones de personas con discapacidad
  • El transporte es uno de los servicios críticos, pero los afectados echan en falta también más información y educación inclusiva

Por
Un joven en silla de ruedas se topa con unas escaleras, en una imagen de archivo
Un joven en silla de ruedas se topa con unas escaleras, en una imagen de archivo

Llamar a una ambulancia, pero no poder subirse a ella. Le pasó a Cristina Chacón el mes pasado. Tenía la pierna izquierda muy hinchada y, al verlo, su médico temió que se tratara de un trombo vascular y pidió que se le trasladara del centro de salud al Hospital Universitario de A Coruña. Pero cuando llegó, se dieron cuenta de que no podía llevarla: la silla de ruedas a motor que ella necesita para moverse no cabía en el vehículo.

“No podía dejar la silla allí porque no tenía a nadie cercano que la pudiera recoger. No sabía cuán grave era la situación y si me iba a tener que quedar ingresada o no”, cuenta a RTVE.es. “No puedo estar sin mi silla porque son mis piernas”.

Cristina acabó pidiendo y pagando un taxi adaptado que la llevó al hospital. Pagó esa carrera y también la de vuelta a su casa, una ‘anécdota’ que para ella forma “parte del día a día”, pero que muestra que la accesibilidad no está aún garantizada en España en los servicios más básicos.

“Tenemos una ley de accesibilidad universal desde hace muchos años (2013) y se supone que es ilegal que un lugar público sea inaccesible, pero sigue ocurriendo en comisarías, etc.”, denuncia Margarita Cánovas, del colectivo de mujeres con discapacidad FRYDAS.

Porque no consiste -solo- en colocar rampas para que las personas con discapacidad física y orgánica puedan entrar, sino en disponer lo necesario para una participación plena, con la máxima libertad, seguridad y autonomía posible.

“Creo que falta mucha más conciencia por parte de la administración que por parte de la sociedad”, lamenta Javier Font, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid (FAMMA-COCEMFE). Algunas de sus barreras siguen siendo invisibles para la sociedad.

“Vamos con retraso” en el cumplimiento de la ley española

Y entre los obstáculos por delante, hay uno que siempre sale en la conversación, el transporte. La reclamación de Rafael Ibáñez después de que una aerolínea perdiera su silla de ruedas se viralizó en Twitter por lo llamativo del error. No era una maleta cualquiera. “Tuve unas horas de incertidumbre e indefensión, pero la actuación de la compañía fue diligente y en 24 horas la tenía en casa”, relata el afectado.

El diablo está en los detalles y un cambio mínimo en el diseño o funcionamiento de un proceso tiene un impacto muy importante en la vida de las personas para las que la silla de ruedas es imprescindible. Rafael no tarda en agregar otros ejemplos: “es indignante que solo haya dos plazas adaptadas para personas que viajan con silla eléctrica en los trenes de Renfe, sobre todo, cuando parece algo técnicamente fácil de solucionar, como es habilitar más espacio”, comenta.

Los problemas se ceban en el ámbito del transporte, según el testimonio de todas las personas consultadas para el reportaje. Estaciones de metro y Cercanías que no son accesibles en silla de ruedas, rampas para bajar del autobús o del tren que no existen o están perpetuamente estropeadas…

“Vamos con mucho retraso”, denuncia Óscar Moral, del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), puesto que la Ley de Accesibilidad Universal marcó diciembre de 2017 como final de plazo para acometer las reformas, aunque reconoce un avance importante en el transporte público urbano.

Pocos datos para dimensionar muchos de los problemas

Sin embargo, la falta de datos y la opacidad impiden saber el estado de la situación en otros sectores, como el taxi. El último informe que existe al respecto lo elaboró CERMI junto a Fundación ONCE en 2017. Seis de cada diez ciudades no cumplían el 5% de taxis adaptados que exige la ley y, según Moral, incluso se ha reducido cinco años después. Pero no existen datos a nivel estatal o autonómico. “Conocer la realidad debería ser lo primero. Si no, la aplicación de los recursos puede conllevar errores en la ejecución”.

Igualmente, Javier Font, de FAMMA-COCEMFE, refiere que, ante la falta de voluntad y conocimiento al respecto en la administración, corresponde a las asociaciones andar “pendientes” de si el concurso para incluir nuevas ambulancias incluye una cláusula específica sobre la accesibilidad o no, si los autobuses cuentan con rampas o si se lleva a cabo el mantenimiento. “Muchas veces nos dicen que se da por hecho. Y no, no se da por hecho, tenemos que estar siempre detrás”, sostiene, incluso con denuncias.

Cuestión de inversión...

Adif, por su parte, sí ha mostrado algunas de sus cifras. La compañía pública de infraestructuras ferroviarias asegura que se ha invertido una media anual de más de 12 millones de euros desde 2007 en la accesibilidad universal de las estaciones. Tienen ya itinerario accesible el 58 % de las estaciones, que prestan servicio al 86% de viajeros anuales, señala un informe de 2022, que reconoce que el problema persiste en estaciones “menos transitadas”, es decir, las de la España rural.

El presidente de la Federación madrileña reconoce que la mejora de la accesibilidad en el transporte exige inversión, porque no es solo la infraestructura, sino también recursos humanos. Por ejemplo, “en aviones, el personal no está formado [en discapacidad] y tiene una rotación tan alta que no nos da tiempo a hacerlo”, agrega.

Aun así, Rafael Ibáñez cree importante lanzar también un mensaje positivo. “Pese a todo, se puede viajar. Se ha mejorado mucho y la única manera de que siga mejorando es que las personas con diversidad funcional continuemos haciendo uso de estos servicios”, reivindica. “Somos la cabeza visible de que se puede hacer y hay que demostrárselo a las empresas y a la sociedad en general. Va en beneficio de todos”.

... e información y educación para no crear "ciudadanos de segunda"

Pero otras veces, aligerar las trabas de las personas con movilidad reducida puede ser muy barato. “Una excursión a unas pozas no tiene por qué ser accesible, pero la información sí”, reclama Maite Blasco, a quien este verano se le arruinó un plan rural con amigos.

“Como no hay información, tienes que hacerte un máster en Google Maps e Internet para buscarlo todos. Te vas a unas pozas a pasar el día y parece que te vas un mes a la India. Y, finalmente, por mucho que lo planees encima te puede pasar que haya una barrera que no esperas, como una valla en la carretera”, describe. “Por lo menos dame la información y me quedo en casa”.

Ese día le tocó quedarse en el pueblo de montaña, pero no es la primera vez que la información no se corresponde con la realidad. “Hay alojamientos que me han dicho que son accesibles porque no tienen ningún escalón y me han dado una habitación con bañera, ¡también me gustaría ducharme!”, exclama, y se muestra sorprendida también de que en muchos portales sea necesario que un acompañante entre y saque la rampa.

De nuevo, el diseño de nuestro entorno marca la autonomía de los más de 2,4 millones de ciudadanos con movilidad reducida en España, que se sienten “ciudadanos de segunda”, según denuncia Margarita Cánovas, de FRYDAS, porque la accesibilidad sigue siendo la excepción. “A nadie le molesta una rampa, lo que sí molesta a varias personas son los escalones”, expresa en ese sentido Maite Blasco.

El problema, nos dicen, radica en una mentalidad común, por lo que Margarita Cánovas pide más educación inclusiva para ser tenidos en cuenta: “En general, no somos conscientes. Y me incluyo, porque mi discapacidad llegó a los 45 años cuando me dio un ictus. Antes era como cualquier bípeda caminando por el mundo y recuerdo que no tenía tanta conciencia”.

“Al principio lo llevaba mucho mejor. Tenía la mentalidad que tiene todo el mundo de que somos secundarios”, coincide Maite Blasco. “Es verdad, y aunque nadie lo dice en alto, con los años te das cuenta de que tú misma tenías esa mentalidad”.