El duelo entre Lula y Bolsonaro: Brasil decide su futuro en las elecciones más tensas y cruciales
- Lula o Bolsonaro, el país se debate entre dos modelos antagónicos
- El gigante sudamericano se enfrenta a los comicios más enconados de las últimas décadas
Son las elecciones más cruciales, más tensas y más violentas en tres décadas de democracia en Brasil. El duelo entre Bolsonaro y Lula se mueve entre dioses, demonios y amenazas y una gran inquietud recorre al país pensando en el día después. Y en la Amazonía: la urgencia de salvar el pulmón del planeta y proteger a los pueblos indígenas. Brasil vive inquieto y preguntándose si habrá un desenlace electoral sin sobresaltos.
La polémica gestión de Bolsonaro
Recordemos algunas declaraciones del presidente Jair Bolsonaro: "Solo Dios me saca del poder"; "si fuera necesario, iremos a la guerra por la libertad de los brasileños"; "nos enfrentamos a una lucha entre el bien y el mal. Un mal que duró 14 años (en referencia al Partido de los Trabajadores), y que ahora quiere volver a la escena del crimen", o su afirmación: "No es un sistema confiable porque no se puede auditar. Es imposible hacer una auditoría en las elecciones de Brasil". Difícil olvidar cuando se burló de la vacunación contra la COVID-19: "Si usted se convierte en caimán, es problema suyo".
Las frases polémicas marcan la gestión de este exdiputado y ex capitán del ejército que ganó la presidencia en 2018. El ultraderechista Bolsonaro logró capitalizar entonces una ola de desencanto hacia la clase política, el hartazgo de los brasileños ante la corrupción y el odio al Partido de los Trabajadores.
Cuatro años después lidera el gobierno más militarizado de la historia, con cerca de 8.000 militares en cargos de la administración. Dios, patria, familia y libertad son sus banderas. Defiende al pueblo armado y acumula ataques a periodistas y discursos sexistas y homófobos.
Logró evitar un impeachment o juicio político a pesar de que el Senado le acusó de crímenes contra la humanidad por su manejo de la pandemia. Esa "gripezinha" acabó con la vida de más 680.000 brasileños.
Bolsonaro no es el favorito en estos comicios. Sorprendió que dos semanas antes de las elecciones dijera en un podcast que pasará la banda presidencial en caso de derrota. Han sido constantes sus amenazas y embestidas contra los jueces y las autoridades electorales.
Llegó a instigar motines contra el Tribunal Supremo ante varias investigaciones de los jueces contra él y su familia. Y alimentó las dudas, sin pruebas, sobre la fiabilidad del sistema de voto electrónico insinuando fraude y que están amañadas en su contra. El temor a que no reconozca los resultados siempre rondó en el escenario.
"El presidente, su familia y los influencers de las redes sociales que están en su entorno hace meses que se dedican casi a diario a atacar el proceso electoral de Brasil. Hay como una misión de propagar mentiras sobre la seguridad de las elecciones. Fraude que nunca hubo en Brasil" afirma Daniel Bramatti, editor de Estadão Verifica, la unidad de verificación de hechos del diario O Estado de S.Paulo.
Brasil utiliza el voto electrónico desde hace más de 25 años y goza de fiabilidad. Pero simpatizantes bolsonaristas como Antônio Custódio desconfían: "No tengo forma de saber si el voto que tecleé será ese. Todo el mundo sabe que se puede manejar un ordenador. Hay hackeo. Entran en el Pentágono, ¿no van a entrar en una urna electrónica?”.
"Mito, el enviado por Dios", repite este ganadero del estado amazónico de Rondonia, uno de los bastiones del bolsonarismo. No quiere pensar en un regreso del expresidente Lula: "Mucho robo, corrupción. Mira cómo está Venezuela, Argentina o Chile. No queremos el comunismo aquí".
Bramatti se pregunta por qué los militares difunden desinformación sobre las urnas electrónicas y por qué reclaman fiscalizar. Y responde: "es como un golpe en cámara lenta, un golpe que empezó hace mucho y no sabemos cómo será el final".
¿El Trump tropical?
El escenario es similar a las últimas elecciones en Estados Unidos, cuando Donald Trump convenció a muchos de sus partidarios de que le robaron la victoria. Una gran mentira que llevó al asalto al Capitolio.
“La gran preocupación es que Bolsonaro haga un llamamiento a no aceptar el resultado de las urnas“
"La gran preocupación es que Bolsonaro motivado por el ejemplo de Trump haga un llamamiento a no aceptar el resultado de las urnas e incite a sus simpatizantes a salir a las calles" advierte Esther Solano, socióloga y profesora de la Universidad Federal de São Paulo. Pero el grado de violencia y el caos puede ser mayor.
En los últimos meses dos militantes del PT fueron asesinados por bolsonaristas. Hay una base más radical y más fiel a Bolsonaro que está más armada que nunca. El presidente abrió la mano a la compra y uso de armas. Según el Sistema Nacional de Armas, en manos de particulares hay 4,4 millones de armas de fuego.
"Si pudiéramos ver que las elecciones se hacen honestamente, sin trampas, no habría ningún problema" asegura Giovani Falcone, convencido de que los tribunales traman impedir la reelección del presidente. Sin dudarlo añade: "si no se muestra lo que realmente se está votando, y lo que yo voté salió en las urnas y hoy es Bolsonaro, creo que habría un gran problema. Hoy tenemos más de 600.000 licencias de armas en Brasil. Esas personas estarían a favor de los soldados de Bolsonaro. La población brasileña apoyaría al presidente".
No hay ruido de sables. Pero si Bolsonaro pierde puede movilizar a una parte del ejército, la policía y las milicias.
Lula, de la cárcel a la resurrección política
Brasil vive el duelo electoral que no se dio hace cuatro años. En 2018, Luiz Inázio Lula da Silva también era el favorito para vencer a Jair Bolsonaro. Pero las condenas por corrupción terminaron dejando fuera de la contienda al líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Pasó 580 días entre rejas. Su resurrección política quedó despejada cuando el Tribunal Supremo anuló en 2021 las condenas que le llevaron a la cárcel de Curitiba. Una decisión explosiva que volvió a colocar al antiguo líder sindical al frente de un PT sin una figura de reemplazo que le eclipsara.
Dos décadas después de ganar su primera presidencia, Lula da Silva acaricia un tercer mandato. Su victoria culminaría el nuevo giro a la izquierda de la región.
“Quiere pasar a la historia de Brasil como el Lula que resurge de un proceso persecutorio “
"Lula quiere pasar a la historia de Brasil primero como inocente, porque los juicios fueron anulados" afirma la socióloga Esther Solano. "Pero sobre todo está pensando en su legado biográfico. Quiere pasar a la historia de Brasil como el Lula que resurge de un proceso persecutorio y que consigue devolver a Brasil la imagen internacional y nacional de dignidad después del proceso de destrucción bolsonarista".
A sus 76 años, Lula suele decir que se siente con la energía de un joven de 30. Y se presenta como el salvador de Brasil ante la deriva autoritaria: "Queremos volver para que nadie se atreva a desafiar nunca más a la democracia y que el fascismo sea devuelto a la cloaca de la historia". Durante la campaña llegó a decir que "si hay alguien poseído por el demonio, ese es Bolsonaro".
Lula promete restaurar los logros sociales para las clases más vulnerables que caracterizaron su gobierno. Y exalta todo lo que fue su legado, como sacar a Brasil del mapa del hambre de la ONU. Hoy, 33 millones de brasileños, un 16 % de la población, están hambrientos. Otros 125 millones tienen obstáculos para garantizar un plato de comida. Un retroceso de tres décadas.
Las imágenes que abundan en las calles de São Paulo son conmovedoras. Enormes filas de personas esperando algún reparto de alimentos, precarios colchones junto a los edificios más emblemáticos de la capital financiera o tiendas de campaña donde miles de personas duermen cada noche.
"Estamos con el pueblo en una inmensa tasa de hambre y desempleo y el presidente se pasea en moto de agua. Es una crisis humanitaria agravada por un gobierno inhumano. Hoy Brasil es tierra arrasada", resume el padre Júlio Lancellotti, que cada día cambia su sotana por un delantal para distribuir ropa y alimentos a los sin techo en el barrio de Mooca.
Salvar la Amazonía
La inmensidad de la Amazonía brasileña deslumbra. Llegar no es rápido. Son miles de kilómetros, horas de vuelo, de coche, de lancha, hasta la aldea de los Karipuna, uno de los pueblos indígenas de Brasil. Lo que sobrecoge no es oír el sonido de la selva sino escuchar que sus vidas están en peligro. Y que la deforestación avanza sin control. En 2021 se perdieron más de 13.000 kilómetros cuadrados de árboles.
“Tenemos miedo de que nuestras tierras desaparezcan, porque Bolsonaro ha hecho todo lo posible por destruirlas“
"Tenemos miedo de que nuestras tierras desaparezcan, porque Bolsonaro ha hecho todo lo posible por destruirlas. Incluso nosotros los karipuna. Temo por nuestras vidas", relata Eric Karipuna, mientras nos muestra cómo organizan labores de vigilancia y cuenta cómo dos de sus líderes ya sufrieron amenazas de muerte.
El año pasado, 176 indígenas fueron asesinados, según el informe Violencia contra los Pueblos Indígenas de Brasil, publicado por el Consejo Indígena Misionero.
Las invasiones de tierra, los madereros y mineros ilegales, la deforestación, los incendios, los asesinatos, no son nuevos. Pero la destrucción de la selva, su explotación y los ataques a indígenas se han disparado durante el mandato de Bolsonaro, arduo defensor del desarrollo económico de la Amazonía. Desmanteló los organismos de control y la impunidad reina en este escenario de crímenes. Los indígenas ya han denunciado al presidente de Brasil en el Tribunal de La Haya por genocidio y ecocidio.
"Llevo sufriendo amenazas desde 2008" afirma Neidinha Surui, activista con toda una vida dedicada a defender los derechos indígenas. Estos cuatro años de Bolsonaro los define como una auténtica tragedia para la Amazonía.
Y desolada, Surui advierte que el culmen de la violencia fue el asesinato en junio del indigenista Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips: "Si nos sentíamos inseguros, ahora nos sentimos mucho más inseguros. Porque si estos grupos tienen el valor de matar a una persona como Bruno, que está junto a un periodista británico, ¿Qué no pueden hacernos a nosotros? Es como una luz roja que se enciende para todos".
Muchos ojos están puestos en el pulmón del planeta. Que siga respirando estará en manos de Bolsonaro o Lula. Estos días sigue ardiendo.