La memoria se distorsiona en los cuadros autobiográficos de Javier Erre
- Su exposición Rosa no es un color estará en la galería Isolina Arbulú, de Marbella, hasta el 11 de noviembre
- "Mi obra aborda la cuestión de la memoria y cómo su influencia pervive hasta el presente", asegura el pintor
El artista zamorano Javier Erre (1981) ha participado en más de 25 exposiciones individuales y colectivas en España y Alemania; y ha sido reconocido con el Premi Centelles en 2017 y el Premio Ciudad de Martos en 2020. Actualmente, desarrolla pintura figurativa con el recurso de la distorsión, planteando una reflexión sobre la memoria y los recuerdos. Lo podemos comprobar en su nueva exposición, Rosa no es un color, que puede visitarse en la galería Isolina Arbulú de Marbella, hasta el próximo 11 de noviembre.
Preguntamos a Javier ¿Qué importancia tienen la memoria y los recuerdos en su obra? "Toda mi obra artística aborda la cuestión de la memoria, cómo su influencia pervive hasta el presente y qué hacemos con ella. Del mismo modo, toda mi obra tiene un carácter autobiográfico, al menos como memoria ficcional, que me sirve como mecanismo para presentar aquellos temas que me preocupan, como las imposiciones de la autoridad, los conflictos inherentes a las relaciones o la relectura de la masculinidad".
"Mi serie más reciente, Rosa no es un color, creció como un spin off a partir de un personaje, un niño vestido de conejo rosa, que apareció un día entre álbumes de fotos y que ha ido haciéndose mayor en mi pintura", añade el artista.
¿Una exposición o un álbum de fotos familiar?
Lo curioso de la exposición es que está montada casi como si fuera un álbum de fotos familiar. "Cada obra mía se corresponde con un recuerdo real que en algún momento formó parte de un álbum familiar -nos comenta Javier-. Estos álbumes eran la manera que teníamos de relacionarnos con la memoria, con la nuestra y la de nuestro círculo más cercano. Inicialmente, comencé trabajando con mis propios álbumes familiares para entenderlos mejor. Después fui incorporando imágenes de otros álbumes".
"Y más recientemente he comenzado a recrear esas imágenes -añade-. Su estructura, sus poses, lo que se registran tanto como lo que excluyen, constituyen modelos estereotipados de formas de relación social. Me sirvo de sus características, insertando disonancias como modo de generar una extrañeza hacia lo conocido que nos detenga y nos facilite releer su contenido".
Ese niño que llevamos dentro
"Rosa no es un color parte de mis vivencias de infancia -confiesa Javier-. A partir de ellas construyo un relato visual que es más amplio, rico en matices y universal. Partiendo del propio título como frase incompleta de Rosa no es un color para niños -aunque habría otras formas o terminaciones- lo que emerge son las imposiciones y limitaciones que nos llegan desde fuera, con la intención de definirnos y acotar lo que podemos ser y hacer, que están tan interiorizadas que ni las vemos. Algo que tiene que ver con el proceso de enculturación, pero no solo".
En cuanto a cómo ve ese niño desde la cuarentena, Javier nos comenta: "La obra más reciente la inicié después de la cuarentena. Es posible que haya enfatizado las ganas de libertad de este niño. El arte nos ofrece un lugar fundamental para reflexionar sobre nosotros mismos con un enfoque no solo analítico y racional, también emocional, intuitivo y sensorial, más próximo a lo que entendemos, que es ese “niño que llevamos dentro”, a dejarnos llevar, a probar".
Una espectacular distorsión de las imágenes
Lo que más nos llama la atención de la exposición es ese efecto tan potente de la distorsión de las imágenes. "Como otras muchas cosas, la distorsión apareció de manera fortuita -confiesa Javier-. Ya la había empleado con frecuencia en mi pasado como diseñador, pero nunca pensé que fuera a tener un papel tan importante en mi creación artística".
"La utilizo para comunicar la fragilidad de la memoria -añade-, para manifestar malestar ante una situación o señalar que sucede algo que no llegamos a ver. Paradójicamente, también la empleo para lo contrario: para manifestar felicidad, para dar sensación de ligereza e incluso para que emerja el color, que está cobrando un protagonismo cada vez mayor en mi pintura".
Pintura, fotografía y artes digitales
La obra de Javier Erre es una mezcla de pintura, fotografía y artes digitales. "Las tres son necesarias en mi obra -confiesa-. Trabajo con fotografías propias o encontradas que me sirven como referente. Los medios digitales me permiten incorporar la distorsión. Y la pintura vuelve sobre los pasos de las dos. Teniendo en cuenta que es un proyecto sobre la memoria, la superposición de estos estratos tiene mucho sentido porque nos remite al tiempo".
En cuanto a por qué acaba las obras con óleo, Javier asegura: "El óleo es un medio maravilloso que ofrece una enorme versatilidad y aporta gran potencia cromática. En mi pintura me ocupo mucho en lograr la factura adecuada. Son piezas de acabado muy minucioso y una pincelada barrida, sin prácticamente presencia. Mis últimas obras las construyo a partir de una variación de la grisalla de la pintura tradicional indirecta, sobre la que trabajo de diferentes maneras, no solo con las clásicas veladuras, sino sobre todo con masas de colores muy puros, casi primarios, que modifican parcialmente esa grisalla inicial".
La exposición
La exposición incluye 21 obras sobre madera, lino y lienzo. "Se puede ver en la galería Isolina Arbulu de Marbella -nos comenta Javier- y se articula en torno a dos series de obras interrelacionadas, como son Distorsiones familiares y la más reciente, Rosa no es un color, que es la que le da nombre".
"Podríamos decir que son dos capítulos que nos sitúan ambos en la mirada del niño recogida desde el adulto que rememora -añade-. La primera como falso álbum familiar intervenido. La segunda como relato ficcional. Como en la memoria, hay personajes que se repiten y saltan de uno a otro, aunque “recordados” de manera distinta. Al tiempo que la suma de ambas nos presenta el conjunto de búsquedas que he desarrollado en los últimos años en torno a la distorsión".
En cuanto a sus proyectos, Javier Erre nos comenta: "Estoy comenzando a trabajar en las nuevas piezas de esta serie que podrán verse en la feria de arte Urvanity, en Madrid, en febrero de 2023. Ahora mismo mi objetivo es seguir descubriendo las peripecias de este niño-conejo-rosa y los personajes que aparecen a su encuentro".