Bolsonaro, el capitán ultraderechista que se juega la Presidencia frente a Lula en Brasil
- Los brasileños acuden a las urnas este domingo en unos comicios que enfrentan a Bolsonaro con Lula da Silva
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En octubre de 2018, el ultraderechista Jair Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales en Brasil con el 55% de los votos. El candidato del Partido Social Liberal, que prometía regeneración política y mano dura, se vio beneficiado del descrédito que sufrían los partidos tradicionales, del apoyo recibido por los evangélicos y del rechazo al Partido de los Trabajadores, embarrado entonces por los escándalos de corrupción.
El exmilitar de 67 años, que en esta campaña ha asegurado que "solo Dios le sacará del poder", se mostraba entonces como un ferviente católico que defendía hasta la saciedad los valores tradicionales y la familia y acabó cosechando un 78% del voto evangélico. En mitad de una caótica situación política tras la destitución de Dilma Rouseff y el encarcelamiento de Lula da Silva, la victoria del ultraderechista fue transversal, conquistando incluso el voto de las mujeres, sector en el que ahora apenas cosecha apoyos.
Cuatro años después, el contexto es bien distinto. Lula salió de la cárcel y recuperó sus derechos políticos después de que el Tribunal Supremo revocara las condenas que se le habían impuesto, alegando que el juez que analizó el caso, Sergio Moro, el después ministro de justicia de Bolsonaro, no contaba con la "competencia jurídica" requerida.
Ahora, pese a los intentos del mandatario por recordar la estancia entre rejas de su adversario, las encuestas apuntan a una victoria del líder del PT ante un Bolsonaro que ha perdido muchos apoyos y ha generado rabia e indignación entre distintos colectivos. Su gestión de la pandemia, marcada por su negacionismo y su insensibilidad ante las víctimas, así como su ferviente apoyo a la tenencia de armas o sus actitudes machistas, han sido algunos de los motivos.
Nacido en Campinas en 1955, un pequeño municipio a poco menos de 100 kilómetros de Sao Paulo, Bolsonaro es descendiente de inmigrantes italianos nacidos en Brasil tras la Segunda Guerra Mundial. Inició su carrera en el ejército con 18 años, llegando a convertirse en capitán, y su andadura política allá por los años noventa, cuando se postuló como diputado por Río de Janeiro.
El Brasil de Bolsonaro lleva pistola
"Un pueblo armado jamás será esclavizado". Esta frase, pronunciada por el líder brasileño sirve para entender sus esfuerzos en facilitar e incentivar el uso de armas en Brasil donde, desde que Bolsonaro llegó al poder, las licencias de armas como cazadores, tiradores o coleccionistas ha crecido un 500%.
Desde el comienzo de su mandato, Bolsonaro ha facilitado la compra de armas en Brasil, pero defiende que su discurso no incentiva a la violencia en mitad de una campaña en la que dos de sus seguidores han matado a simpatizantes de su principal adversario, Lula da Silva.
Comparte su apoyo al uso de armas de fuego con Donald Trump, que se refirió a él como el 'Trump tropical' mientras alababa el "gran trabajo" realizado por el líder brasileño; pero también ha llevado a cabo una estrategia que recuerda a la seguida por el expresidente de los EE.UU. en la carrera electoral librada (y perdida) contra Biden, que desembocó en el Asalto al Capitolio.
Mientras las encuestas seguían colocando como ganador a Lula, Bolsonaro se ha ido esforzando en desacreditar esas predicciones, así como en poner en cuestión el sistema electoral brasileño. Llegó a decir, incluso, que aceptaría los resultados de las urnas "siempre y cuando" las elecciones fueran "limpias y transparentes". Por ello, el temor a su reacción tras una posible derrota, ha ido creciendo.
"Las amenazas de golpe de Estado han estado presentes durante todo el gobierno de Bolsonaro y la elección tiende a mantener este patrón" apunta a RTVE.es el profesor de políticas en la Universidad Federal de Río de Janeiro, Jorge Chaloub.
"El evento del Capitolio es un modelo, pero también otras experiencias más cercanas, como el golpe boliviano. Sin embargo, es probable que no cuente con un amplio apoyo de las Fuerzas Armadas, que son una pieza clave para el éxito de un golpe en Brasil", añade.
El recuerdo de la pandemia que un día llamó "gripecita"
La pandemia de Coronavirus llegó a Brasil en pleno gobierno de Bolsonaro, que enseguida se unió al club de los negacionistas. El presidente se refirió en múltiples ocasiones a la enfermedad que ha acabado con la vida de 685.000 brasileños como una "gripecita".
El dirigente, que contrajo el viurs, se convirtió en uno de los líderes más escépticos sobre la gravedad de la situación, y llegó a afirmar que pese a "lamentar" los fallecimientos, "la gente muere todos los días" y que "así es la vida".
"Públicamente, se ha reído de los muertos y ha hecho burla con el dolor de las familias", argumenta a RTVE.es la doctora en Ciencias Sociales y profesora en la Universidad Federal de Sao Paulo, Esther Solano. "Ha mostrado una deshumanidad muy fuerte, sobre todo para un candidato que fue elegido, siendo, en teoría, el representante de la familia, de la moral y de la fe cristiana".
"La debilidad de Bolsonaro es su gobierno, de malos resultados, pero también su violencia verbal, y el hecho de que no es capaz de mostrar empatía con los brasileños que están sufriendo a causa del Covid-19, que han perdido a sus seres queridos, que han perdido sus trabajos", expone a RTVE.es la profesora de ciencias políticas en la Universidad de Brasilia, Flávia Biroli. "Abunda el sentimiento de que ni siquiera le importa lo que le pasa a la gente".
Las mujeres se reducen entre sus seguidores
Pese a que, a lo largo de su carrera política haya afirmado que las mujeres no pueden ganar lo mismo que los hombres "porque pueden quedarse embarazas en cualquier momento", en las elecciones de 2018 conquistó el voto del 50% de las mujeres del país.
En esta ocasión, sin embargo, ese apoyo habría disminuido de manera notable. La retórica misógina de Bolsonaro y sus políticas han generado un fuerte rechazo entre muchas de las mujeres brasileñas hacia el candidato ultraderechista.
Según la última encuesta publicada por Atlas Intel, mientras que un 58,8% del electorado de Lula son mujeres, ellas solo suponen un 29,1% entre los votantes de Bolsonaro.
"Su sexismo y misoginia son muy importantes para entender por qué las mujeres no quieren votar por él. Ellas valoran peor su gobierno si se compara con el índice de desaprobación por parte de los hombres”, expone Biroli.