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Elecciones Brasil

Bolsonaro vs. Lula: las claves de las elecciones más polarizadas y violentas en Brasil

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Toallas con los carteles de los candidatos a la presidencia en Brasil
Toallas con los carteles de los candidatos a la presidencia en Brasil

Los brasileños acuden a las urnas este domingo para votar en la primera vuelta de las primeras elecciones que celebra Brasil tras la pandemia de COVID-19 que azotó al país. Pese a que concurren más de 10 candidatos, los comicios se presentan como un duelo histórico entre el actual presidente, Jair Bolsonaro, y el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que gobernó hace más de diez años y que parte como favorito para tomar, de nuevo, los mandos.

A continuación, algunas de las claves de las elecciones en Brasil.

Un sistema electoral con voto obligatorio y a posible doble vuelta

El sistema brasileño es presidencialista, pero el Congreso nacional, que es bicameral, juega un papel importante en la política del país. El domingo, no solo se elige al próximo presidente y vicepresidente, sino también a los 513 miembros de la Cámara de Diputados y a 27 de los 81 senadores; así como a los gobernadores y vicegobernadores estatales y los miembros de las Asambleas legislativas de los estados.

El voto en Brasil es obligatorio para todos los mayores de edad en plenas facultades y, aunque la multa a la que se enfrentan los abstencionistas es irrisoria, los ciudadanos que se abstengan sí que necesitan presentar una justificación para realizar trámites como la emisión de pasaporte. Para los jóvenes de entre 16 y 18 años y los mayores de 70, acudir a votar es opcional.

"Ha contribuido a incentivar una mayor cultura de voto en el país, aunque la abstención suele rondar el 20%", expone a RTVE.es Esther Solano, doctora en ciencias sociales y profesora en la Universidad Federal de Sao Paulo. En la primera vuelta de las elecciones de 2018, la tasa de participación rondó el 80% y, como apunta Solano, quizás aumente este año, no tanto por la obligatoriedad del voto, sino por la polarización "afectiva y simbólica" de estos comicios.

El sistema contempla una segunda vuelta para las elecciones a gobernador y presidente, en la que los ciudadanos eligen entre los dos candidatos con más votos en la primera ronda, siempre y cuando ningún aspirante obtenga la mayoría absoluta en la primera votación. Algunas encuestas, sin embargo, plantean la posibilidad de una victoria directa de Lula este domingo.

Lula, favorito para convertirse de nuevo en presidente

Concurren hasta 11 candidatos, pero las encuestas muestran un país dividido entre dos opciones. La continuidad del actual mandatario, el polémico y ultraderechista Jair Bolsonaro; o la vuelta al pasado que supondría el regreso al poder del izquierdista Lula da Silva, que fue presidente entre 2003 y 2011.

El actual presidente es un nostálgico de la dictadura militar que se vende a sí mismo como un ferviente católico defensor de la familia. Durante su mandato, entre otros asuntos, ha facilitado e incentivado la tenencia de armas en el país, tomando como ejemplo el modelo estadounidense, y ha sido duramente criticado por su gestión de la pandemia, acusado de haber mostrado escasa empatía hacia las víctimas con su actitud negacionista.

El candidato del Partido de los Trabajadores (PT), por su parte, está tratando de apelar a la nostalgia de un tiempo mejor, recordando los años de prosperidad que trajo su mandato frente al caos que deja a su paso la presidencia de su adversario. Dos décadas después de su primera victoria, con una estancia entre rejas por el camino, el ex líder sindical cuenta con el apoyo de diferentes partidos progresistas y hasta ha elegido como candidato a vicepresidente a un antiguo adversario, el conservador Geraldo Alckmin.

Los sondeos sitúan como ganador al expresidente, aunque la mayoría apunta a que habrá una segunda vuelta el 30 de octubre para la que también parte como favorito. Por sectores de población, los ciudadanos de rentas bajas y una destacable mayoría de mujeres prefiere a Lula que, de cumplirse los pronósticos, alcanzaría su tercer mandato presidencial, mientras que Bolsonaro se enfrentaría a una derrota que puede no querer aceptar.

Crispación y polarización en un enfrentamiento histórico

Bolsonaro se ha referido a los comicios como "la lucha del bien contra el mal"; Lula ha hablado de “la democracia contra el fascismo”. Las acusaciones entre ambos no han faltado en una campaña ha estado marcada desde su inicio, o incluso desde antes, por la polarización y la crispación entre los candidatos y sus respectivos seguidores.

Para Solano, esta crispación, que si bien puede estar presente en cualquier democracia, es novedosa, y habla de "una polarización específica". Primero, porque es la primera vez que un presidente se enfrenta a un expresidente; y segundo, "y más importante", porque ambos son "personajes carismáticos, con una gran fuerza movilizadora de afectos y pasiones políticas".

"Tanto Lula como Bolsonaro no se representan solo a sí mismos, son campos sociopolíticos, campos movilizadores, con una potencia afectiva muy grande, que mueven contenidos muy pasionales. Amor, odio, esperanza, resentimiento, rabia. Eso sí que es algo específico de este momento", argumenta.

Sérgio Rodrigo Marchiori, doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Escuela de Ciencias Sociales de la Fundación Getulio Vargas, considera que la presente polarización se debe a que Bolsonaro es un "presidente de derecha radical" que está "tratando de convencer a sus partidarios y al público en general de que Lula es tan radical como él, pero al otro lado del espectro ideológico".

"Nos enfrentamos a una de las elecciones más, si no la más, polarizadas que se han celebrado en Brasil", expone a RTVE.es Matthew Taylor, profesor de estudios internacionales especializado en Brasil en la American University de Washington. "Se ha reflejado en actos de violencia extrema, desinformación y en una variedad de actos agresivos entre los candidatos y sus partidarios, incluidos asesinatos".

Solo durante el mes de septiembre, en mitad de una tensa campaña electoral cargada de acusaciones entre ambos candidatos, dos seguidores de Bolsonaro han matado a simpatizantes de Lula motivados por sus diferencias políticas. Poco antes, en el mes de julio, un funcionario del PT también fue asesinado a tiros por un partidario del actual presidente al grito de: "¡Aquí somos de Bolsonaro!".

Más preocupación por la economía y menos por la corrupción

La corrupción siempre se ha situado como un tema central en las elecciones brasileñas y esta vez no ha sido distinto. Sin embargo, los expertos coinciden en que ya no tiene la capacidad movilizadora que tuvo en los comicios de 2018.

"En comparación con las últimas elecciones, el discurso de la corrupción ha perdido algo de espacio ante la profunda crisis económica y la pandemia", expone a RTVE.es Jorge Chaloub, profesor de políticas en la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Estas elecciones son las primeras que se celebran en Brasil tras el azote del coronavirus, que ha dejado más de 680.000 muertes y graves estragos en la economía del gigante sudamericano, que todavía no ha podido recuperarse de su paso. Según un estudio de la Red Brasileña de Investigación en Soberanía y Seguridad Alimentaria (Penssan), el número de brasileños que pasa hambre ha aumentado significativamente en los últimos dos años, pasando de 19 millones en 2020 a situarse por encima de los 33 en 2022.

Una encuesta publicada por Atlas Intel del 27 de septiembre arroja que el 19,7% de los encuestados ve en la pobreza y la desigualdad social el principal problema del país, seguido de la corrupción (16,6%) y la inflación (12%).

"Bolsonaro está tratando de cambiar el tema hacia la corrupción, y los casos de corrupción de Lula y el Partido de los Trabajadores, pero no está teniendo demasiado éxito", asegura Marchiori. "Ahora 30 millones de brasileños están pasando hambre y ese es el tema que importa".

El líder del PT pasó 580 días en la cárcel al ser declarado culpable de corrupción y lavado de dinero, lo que impidió que participara en las elecciones de 2018, que dieron la victoria a Bolsonaro. Sin embargo, en 2021, el Tribunal Supremo revocó las condenas alegando que no se habían respetado los derechos del izquierdista en un proceso que fue llevado a cabo por el juez Sergio Moro, quien fue nombrado después ministro de Justicia por Bolsonaro.

Asimismo, recuerda Solano, el actual presidente "tiene varios procesos pendientes contra él y su familia" que, hacen que "no tenga la legitimidad para hablar de corrupción".

Según Taylor, la campaña ha sido “escasa” en cuanto a objetivos políticos específicos. Lula ha adoptado un enfoque político vago, en parte porque ha compuesto una coalición amplia “y no puede permitirse crear divisiones”. Por ello, sus mensajes han versado sobre la preservación de la democracia y la incompetencia de su adversario.

Por su parte, “Bolsonaro ha hecho campaña sobre cuestiones de moralidad social y ha tratado de agitar el espectro de un "retorno" de la corrupción bajo Lula”, explica el experto. “Depende de los votos de los votantes evangélicos, esenciales para su victoria en 2018, y ha pintado al PT con una brocha de radicalismo, señalando su "comunismo", "ideología de género" y otras pesadillas conservadoras".

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El miedo a que Bolsonaro no acepte la derrota

"Los resultados de las urnas serán respetados siempre y cuando las elecciones sean limpias y transparentes". Son palabras de Jair Bolsonaro que, siguiendo una estrategia no muy diferente a la utilizada por Donald Trump en las últimas elecciones estadounidenses, ha preparado el terreno para una posible derrota, sembrando dudas sobre el funcionamiento del sistema electoral brasileño y la fiabilidad de unas encuestas que sitúan a Lula como vencedor.

"Hay dos estrategias que Bolsonaro y sus aliados utilizan. Una es el descrédito a las elecciones, a los procedimientos electorales y a la justicia electoral. Otra es el descrédito, la desconfianza en los sondeos", explica a RTVE.es Flávia Biroli, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Brasilia.

La politóloga todavía ve posible un intento golpista por parte de Bolsonaro en caso de perder las elecciones, aunque reconoce que el presidente "no tiene hoy la fuerza que quizá podría tener si hablásemos de un año atrás". Ahora bien, sí que tiene "la capacidad de generar mucha confusión, mucha violencia, lo que hace que la situación se vuelva muy difícil''.

"No creo que acepte la derrota fácilmente, aunque eso no significa que sus partidarios vayan a atacar las instituciones", expone al respecto Marchiori. "Es menos probable que suceda en Brasil que en los EE.UU. por una simple razón, Bolsonaro no tiene detrás un sistema completo, un partido político, que es el partido republicano en EE.UU".