Lula da Silva, el líder obrero que quiere volver a reescribir la historia de Brasil
- El candidato del PT parte como favorito para lograr el que sería su tercer mandato presidencial si triunfa frente a Bolsonaro
- Es recordado por los logros de su gobierno, pero también por su estancia en prisión, relacionada con la corrupción
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Luiz Inácio Lula da Silva aspira a volver a primera línea de la política brasileña. Tras 19 meses encarcelado, el 9 de noviembre de 2019, el expresidente de Brasil salía de prisión. Dos años después, vuelve al ruedo político y parte como favorito para lograr el que sería su tercer mandato presidencial si logra triunfar en unas elecciones marcadas por la crispación a las que se enfrenta al presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro.
El exlíder sindicalista, que hace pocos días cumplió 76 años, se convirtió en el mandatario más popular de su país cuando gobernó entre 2003 y 2011, pero esa popularidad cayó en picado al destaparse los escándalos de corrupción que le llevaron a acabar entre rejas.
Ahora, frente a los intentos de su adversario por recordar su encarcelamiento, Lula da Silva ha tomado la nostalgia por bandera y ha basado su campaña en el recuerdo de los éxitos cosechados durante su mandato. Compara, además, la crisis que atraviesa Brasil en la actualidad con la delicada situación en la que se encontraba el país cuando llegó al poder y promete restaurar los logros sociales que marcaron su gobierno.
Entre sus promesas también figura la de sacar a Brasil del mapa del hambre de la ONU y la de preservar la Amazonía, cuya destrucción ha aumentado durante el mandato de Bolsonaro, en el que el ultraderechista ha impulsado políticas económicas para monetizar la zona.
Un viejo conocido de la política brasileña
Lula ganó sus primeras elecciones hace ya 20 años, cuando popularizó el lema "sin miedo a ser feliz", que ha rescatado para estos comicios. De orígenes humildes, nació en 1945 en un pequeño pueblo del noreste de Brasil y se convirtió con los años en el primer miembro de su familia en tener un título tras realizar un curso técnico de tornero mecánico.
Trabajó durante años como obrero metalúrgico y se convirtió después en líder sindical del sector. Después de pasar un mes en la cárcel por oposición a la dictadura militar brasileña, fundó el Partido de los Trabajadores, comenzando entonces una andadura política que le aupó años después a convertirse en uno de los presidentes mejor valorados de Brasil.
Cuando finalizó su mandato, Lula da Silva contaba con un 87% de aceptación por parte de los brasileños. Durante su gobierno, la economía del país creció y avanzó en el terreno social, siendo rescatados de la pobreza millones de ciudadanos.
"Los puntos fuertes de Lula son sus gobiernos, lo que la gente vivió entre 2003 y 2011", expone a RTVE.es la profesora de ciencias políticas en la Universidad de Brasilia, Flávia Biroli. "La gente vivía mejor porque la economía mejoró, pero también por las políticas de redistribución que incluyeron varias cuestiones y que tuvieron efecto en la vida de las personas".
Ahora, Lula da Silva es apoyado por parte de la clase obrera y cuenta con la simpatía de gran parte del electorado femenino (en torno al 58% de sus votantes son mujeres, según las encuestas), que reniega de la actitud y políticas sexistas de Bolsonaro. Asimismo, el izquierdista se ha blindado con una amplia y variada coalición e incluso ha elegido como candidato a vicepresidente al que fue su adversario en los comicios de 2006, el exgobernador de centroderecha Geraldo Alckmin.
La huella de su paso por prisión
"Mentiroso", "expresidiario" o "traidor a la patria" fueron algunos de los ataques que le lanzó Bolsonaro en el último cara a cara entre ambos candidatos antes de las elecciones. Con ello, el actual mandatario hacía referencia al giro de guion que comenzó allá por marzo de 2016, cuando el popular expresidente se vio envuelto en una operación policial, Lava Jato, que le investigaba por corrupción y blanqueo de capitales. Una investigación sobre la trama de la petrolera estatal Petrobras que salpicaba a varios miembros del PT y que acabó con su ingreso en prisión.
En abril de 2018, el expresidente fue condenado por corrupción y lavado de dinero, lo que le sacó de la carrera presidencial en la que Bolsonaro se alzó victorioso. Sin embargo, en 2019, el Tribunal Supremo revocó todas las condenas alegando que en el proceso judicial, liderado por el juez Sergio Moro, que se convertiría después en ministro del actual presidente, no se habían respetado los derechos de Lula.
Añadía, además, que el magistrado no contaba con la "competencia jurídica" necesaria. Lula da Silva salía entonces de prisión, recuperaba sus derechos políticos y volvía a la carga con "sed de justicia".
"La mayor fortaleza de Lula es la buena memoria de su gobierno, mientras que su debilidad son las acusaciones de corrupción en su contra, aunque fuera absuelto por la justicia", recuerda a RTVE.es el profesor de políticas en la Universidad Federal de Río de Janeiro, Jorge Chaloub.
"Fue absuelto de todos los procesos judiciales y, especialmente entre las clases más pobres, es visto como el líder de un gobierno exitoso", añade el profesor. "Sin embargo, también arrastra un fuerte rechazo en determinados sectores sociales, como los empresarios y parte de las clases medias".
"Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran". Fueron las palabras del líder del PT a su salida de prisión. Lula siempre se declaró inocente y ha defendido su encarcelamiento como parte de una conspiración política que favorecía al ultraderechista Bolsonaro de cara a conquistar a las clases populares en las elecciones de 2018. Sin embargo, no ha conseguido convencer de ello a todos los brasileños.