Jesús Quintero, el arte de entrevistar con silencios
- El periodista, presentador de El loco de la colina, ha fallecido a los 82 años
- Su particular estilo como entrevistador se hizo popular durante más de tres décadas en la televisión
En un alegórico cuento sobre tiburones, Bertolt Brecht escribió que aunque los peces hablen el mismo idioma, pueden callar en idiomas muy distintos. Jesús Quintero, fallecido a los 82 años, hizo del silencio algo más que su rasgo de estilo: el tiempo que dejaba respirar sus entrevistas antes de lanzar su pregunta era un modo de revelar a su entrevistado y, también, de crear el clima para lograr cualquier confesión.
En ese sentido, Jesús Quintero no es ya un periodista del pasado sino atemporal. Decía que cuando se sentaba en un plató se sentía “un enano” y que “se le caían los palos del sombrajo”, pero la suya era una presencia gigante, omnipotente frente al entrevistado.
[El loco de la colina, en el Archivo de RTVE]
Flamenco total –fue representante de Paco de Lucía-, Quintero saltó a la fama en la madrugada radiofónica, terreno perfecto para su estilo íntimo. Pero su salto a la televisión no quitó un ápice al misterio: su mirada no hizo sino añadir profundidad al espectador.
En los años 80, sus entrevistas a la Pasionaria o Rafael Escobedo (condenado por el asesinato de los marqueses de Urquijo) fueron hitos de una época con audiencias millonarias incluso en las franjas nocturnas. Decía que sus únicas entrevistas frustradas fueron Fidel Castro y Juan Pablo II.
En El loco, Jesús Melgar, uno de los periodistas que trabajó como guionista para Quintero, trazó una biografía no autorizada en la que explicaba su método: perfeccionista, partía de mucha preparación previa, con 3 o 4 guiones repletos de preguntas de las que el periodista escogía sus preferidas.
“Los silencios comenzaron como un despiste buscando la pregunta más adecuada, porque tenía mucha coquetería al formularla”, ha recordado Melgar en TVE. “Luego se descubrió como una metodología más interesante para extender la respuesta. Formaba parte de su compás flamenco, algo acaso imperceptible, pero que se servía para entender cómo se abría de par en par la compuerta de los entrevistados”.
El profesional obsesivo tras 'el loco'
'El loco' fue su personaje, pero tras la ficción estaba el profesional meticuloso. “Él fue un aspirante a ‘loco de la colina’, un personaje de diseño maravilloso que era una forma de poder pagar bien a guionistas, que entonces no estaban tan bien pagados. Tras ese loco bohemio estaba el profesional con 10 o 12 horas de obsesión diaria”.
La independencia total fue su bandera y su privilegio. “Cuando le hicieron una oferta de la Cadena Ser puso dos condiciones: que no intentaran influir en los contenidos y que no hubiese publicidad a la que rendir pleitesía”, recuerda Melgar.
¿Hombre de tele o de radio? “La radio era su pasión, estaba más en su universo, a flor de piel. Es un medio caliente, más instantáneo. En la televisión el equipo es muy numeroso, pero fue una buena alternativa a sus negocios de comunicación". Fue en la pequeña pantalla donde explotó sus entrevistas a personajes marginales, alejados de cualquier fama o relevancia periodística.
Recientemente, un vídeo de hace algunos años de Quintero criticando la pérdida de calidad del periodismo en general, y las entrevistas en particular, se hizo viral. Quintero tenía mucho que decir, pero prefería callar: el hombre de las 1000 preguntas no concedía entrevistas porque decía que “no era un hombre de respuestas”.