Oriol Paulo y el peso de adaptar 'Los renglones torcidos de Dios'
- El cineasta estrena su adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena que protagoniza Bárbara Lennie
- "Alica Gould es un personaje femenino avanzado a su época y capaz de desafiar muchas cosas", explica
Los renglones torcidos de Dios fue una novela-fenómeno que conectó con distintas generaciones. Era un retrato de la desconocida realidad de los sanatorios mentales en plena Transición, pero esencialmente una intriga con muchos giros argumentales. Un '¿quién lo hizo?' que descansaba sobre una pregunta: ¿está o no está realmente enferma Alice Gould?
Por eso Oriol Paulo era la opción perfecta para su adaptación cinematográfica: es un apasionado de las novelas de intriga desde su niñez y su cine (El cuerpo, Contratiempo, Durante la tormenta) es puro suspense que, como ocurría con Hitchcock, no necesita sujetarse del realismo sino de la verosimilitud. Paulo solo tenía una condición: contar con Bárbara Lennie para encarnar a la misteriosa mujer que entra en una institución mental con un diagnóstico de paranoia y sostiene que tiene la misión de investigar un crimen cometido intramuros.
PREGUNTA.: ¿Cuándo leíste 'Los renglones torcidos de Dios'? ¿Intimidaba que fuese un superventas?
RESPUESTA.: Sí, de hecho tardé casi seis meses en aceptar el proyecto por el vértigo que sentí. La había leído porque mi abuela era una gran lectora de novelas de misterio. Con 14 años ya me había ventilado todo Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. Al releerla se hacía todavía más grande. Lo que al final me decidió a aceptar el proyecto era el impulso de llevar el personaje de Alice Gould. Tenía muy nítido el recuerdo de esta mujer de clase alta, tan brutal, tan inteligente y con esa capacidad argumentativa verbal.
P.: ¿Había que actualizar a un personaje femenino como Alice Gould 40 años después?
R.: El reto, junto al coguionista y dramaturgo Guillem Pluma, era coger esta novela escrita hace más de 40 años en una España tan distinta, con un público tan distinto, en un medio tan distinto, con un lenguaje muy peculiar y adaptarla a la actualidad sin traicionar su espíritu. Y, sí, la respuesta estaba en Alice, que es un personaje femenino avanzado a su época, empoderado, que desafia muchas cosas. Una mujer a la que por ley pueden encerrar en un sanatorio. Ahí sí que había una cosa que a mí me tiraba mucho a la hora de hacer la adaptación.
P.: El libro es famoso también porque Torcuato Luca de Tena ingresó en un sanatorio para documentarse.
R.: Ángel Blasco, que es uno de los productores y quien tenía los derechos de la novela, me pasó muchísima información del propio Torcuato a través de su familia. Luego, obviamente, nos rodeamos de psiquiatras para que nos asesorarán y supervisarán el guion. Y los actores, tanto Bárbara como Eduard han tenido sus fuentes. La madre de Bárbara se dedica a la salud mental, aunque igualmente habló con otros psiquiatras. También, para la puesta en escena, hicimos un gran trabajo con el archivo fotográfico y de la filmoteca para ver cómo era un sanatorio realmente en 1979. Y, por último, siempre destaco la figuración especial: hemos explotado la novela entera por patología y teníamos un couching para cada uno de ellos.
P. ¿En términos psiquiátricos, chirriaba algo del original?
R.: Sí, por ejemplo, en la novela practican el choque insulínico, que ya en la época estaba considerado una auténtica barbaridad. Lo hemos actualizado por el electroshock que se siguió practicando en esa época.
P.: ¿Por qué no podía concebir la película sin Bárbara Lennie?
R.: Las cualidades como actriz de Bárbara están fuera de toda duda. Y había algo al leer el material que me llevaba impulsivamente a Bárbara, porque como actriz, y como persona, tiene toda la clase, la dualidad, la capacidad verbal. Es extremadamente inteligente como actriz y hace pequeño lo grande. Por el tipo de tratamiento que vamos a darle a la historia, estábamos buscando a alguien que pudiera trabajar muy bien en los matices y ahí no había ninguna duda. Ella no conocía la novela, se la leyó y una semana más tarde me llamó encantada con el proyecto y con una pregunta: ¿Y esto cómo coño se hace? Es la primera vez que un actor ha entrado en una fase muy inicial del proyecto y para mí eso ha sido gloria bendita.
P.: ¿Hasta qué punto de interesaba señalar que España estaba justamente en un momento de cambio?
R.: Era condición indispensable de para hacer la adaptación. Íbamos a respetar la época y el contexto histórico porque es verdad que algo bonito en que mientras España está cambiando, nosotros estamos entre cuatro paredes de este sanatorio, con estos personajes que estaban estigmatizados en aquel momento. Pero dentro de esas cuatro paredes también empieza a producirse un cambio. Hay una vieja psiquiatría que se está ya viendo empujada fuera de alguna manera por la nueva psiquiatría que encarna un poco el personaje de Loreto Mauleón, que en muchos momentos no aprueba muchas de las cosas que hace el personaje de Samuel Alvar (Eduard Fernández).
P.: Sin hacer spoilers, has dejado tu sello en el final.
R.: El objetivo era dejar al espectador con ganas de salir y revisar lo que ha visto. El libro no deja de ser un monólogo interior. Nos costaba muchísimo. Era un final que no nos entraba. Le hemos dado 10.000 vueltas a cómo abordarlo y en cambio, ese final sí que nos parecía más un final que enlazaba con lo que estábamos buscando. Quería hacer una película que se sintiera actual y que a la vez conectara con mi cine. Es reconocible dentro de mi código.