El caso de Hosra: menores vendidas para el matrimonio, una práctica que se ha multiplicado en Afganistán
- Unicef denuncia que esta práctica se ha multiplicado en los últimos años, tras varias décadas de guerra
- Las familias usan a las menores para pagar deudase, en un contexto de grave crisis social
Hosra tiene 13 años y vive en Herat, en el noroeste de Afganistán. Su padre ha decidido que se case con un hombre al que debe 3.000 euros, para saldar así su deuda. Ella ha conocido al hombre y no quiere, pero su opinión no cuenta en la férrea sociedad patriarcal de Afganistán. Los matrimonios infantiles ya existían en el país, pero en los últimos años - según organismos internacionales - se han hecho más habituales, pues las familias usan a las menores como bien para negociar, en medio de una grave crisis que se prolonga durante décadas.
Hosra quiere estudiar, pero su destino está ya escrito
El caso de Hosra es el de cientos de niñas. Su padre es un antiguo vigilante de seguridad que ha perdido el trabajo y se dedica a la venta callejera. Apenas si consigue dinero para sobrevivir y tiene una deuda cuantiosa, que será cancelada con el matrimonio forzoso de su hija. La menor tiene claro que no quiere casarse con el hombre al que su padre debe dinero, pero de poco vale su opinión en un país donde las mujeres han perdido todos sus derechos.
El deseo de Hosra es seguir estudiando, pero tampoco vale de nada, pues los talibanes han prohibido la educación de las niñas. La niña conoce la historia de otra menor, casada en las mismas circunstancias, y que terminó suicidándose al ser entregada a un hombre mucho mayor que ella, contra su voluntad.
Unicef denuncia que estos casos se están multiplicando
Afganistán sufre una crisis social y económica total, originada por una guerra que se inició el siglo pasado. La situación no ha dejado de empeorar tras la invasión de las tropas occidentales (2001) y su posterior retirada, que devolvió el poder a los talibanes el verano pasado. Las infraestructuras y coberturas del Estado han desaparecido casi por completo y la población se vale de tradiciones como esta, la del matrimonio infantil, para luchar por sobrevivir. El matrimonio forzoso de menores está, por tanto, lejos de poder erradicarse y supone cargar al eslabón más débil de la sociedad todo el peso de un Estado fallido.