Preguntas y respuestas sobre el gas licuado
- El gas licuado cobra importancia por la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania
- Los costes operativos y logísticos encarecen el gas en estado líquido
- España hace acopio ante el 'invierno del gas': la compra de gas licuado se dispara y las reservas alcanzan máximos
A pocos días de que comience la temporada de uso de la calefacción, la Unión Europea continúa haciendo esfuerzos para enfrentar un posible corte del suministro del gas por parte de Rusia. En ese escenario, el gas licuado se ha convertido en un elemento fundamental en el abastecimiento para el invierno. A continuación repasamos la información clave sobre este carburante del que estaremos pendientes en los próximos meses.
Qué es el gas licuado
El gas natural licuado (GNL) es gas natural en estado líquido. La transformación se hace para su transporte, lo cual permite utilizar esta materia prima en países a gran distancia de los productores o que no cuentan con conexión a la red principal de gasoductos.
El gas natural disminuye su volumen 600 veces cuando se procesa y se convierte en gas natural licuado. De esta forma, puede llevarse en barcos o camiones cisterna, también conocidos como metaneros, y se abaratan los procesos de almacenamiento y transporte.
También, en forma de GNL, el gas puede ser cargado de nuevo en otros buques para reexportarlo a otros países.
Por qué importa ahora el gas licuado
Desde que estalló la guerra en Ucrania el pasado mes de febrero de 2022, el conflicto con Rusia, el principal proveedor de Europa hasta el año pasado, ha estado en riesgo. La incertidumbre sobre el suministro en los próximos meses ha llevado a los países europeos a almacenar gas para hacer frente al invierno.
El gas natural licuado es un elemento fundamental para este objetivo de abastecerse en mercados ajenos a la inestabilidad generada por el hecho de que un país como Rusia tenga la capacidad de cerrar el grifo del gas a todo un continente. El gas natural licuado permite mirar a otros países productores, entre los que destacan Estados Unidos y Argelia.
En este contexto, el recurso al gas licuado es vital para países que, como España, no tienen reservas naturales propias de esta sustancia y se encuentran además a gran distancia de los países productores. De hecho, aprovechando que el GNL estaba más barato, en 2019 y 2020 España importó más gas en estado líquido que en estado gaseoso.
Además, la ubicación estratégica de España en el continente le convierte en un suministrador de gran importancia estratégica para otros países de Europa, a los que puede hacer llegar gas procedente por vía marítima de Estados Unidos y África, gracias a sus infraestructuras de regasificación, almacenamiento y distribución.
El uso del GNL responde a una necesidad estratégica de abastecimiento. No obstante, los elevados costes que suponen licuar, transportar y regasificar el gas natural requieren grandes inversiones en infraestructura, y su uso a gran escala lo limita a lugares accesibles a través de un puerto marítimo.
Para qué sirve el gas licuado
El gas natural licuado se utiliza como fuente de energía para diferentes aplicaciones, entre las que destacan los usos industriales y el transporte.
Como fuente de energía para la industria, puede emplearse en una amplia variedad de procesos de transformación en los sectores de la cerámica y el vidrio (una de las principales industrias consumidoras de gas en España), metalúrgico, químico (como combustible), textil o alimentario (para alimentar hornos industriales). En general, el gas natural licuado es una opción interesante de suministro energético para industrias con un alto consumo de propano, gasoil o fuel.
El uso del gas natural como combustible se está incrementando en la búsqueda de una movilidad más sostenible. En el caso del gas natural licuado, para el transporte en carretera se usa exclusivamente en camiones y autobuses, para los que ofrece hasta 1.500 kilómetros de autonomía.
Cómo se transforma el gas licuado en gas natural
Para su uso, el gas licuado se somete a un doble proceso: primero, el gas se enfría hasta los -160º, su punto de ebullición a presión atmosférica, en un proceso de licuefacción que lo hace pasar de su estado gaseoso natural al líquido para poder transportarlo. Después, ya en el país de destino, se somete a un proceso de regasificación para volver a transportarlo por tuberías.
Ese proceso de vuelta al estado gaseoso se realiza en las plantas de regasificación que forman parte de los sistemas de abastecimiento energético de muchos países. España es el país de Europa con mayor capacidad para importar gas en estado líquido y convertirlo en gas natural: cuenta con siete plantas de regasificación -actualmente están activas seis de ellas- en las que recibe ese GNL y lo devuelve a su estado gaseoso para su posterior inyección en la red de gasoductos.
Cuánto cuesta el gas natural licuado
Comprar el gas en estado líquido es más caro que conseguirlo en su estado natural, debido a que los costes operativos y logísticos son más elevados. Si a través de un gasoducto el gas puede tardar en llegar tres o cuatro días a España, hacerlo a través de barcos, con todos los procesos que implica, es mucho más costoso.
A consecuencia de la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania, el gas licuado se ha vuelto un producto más caro de lo que era antes de la pandemia de COVID-19. También cuando la actividad económica se recuperó después del parón provocado por la pandemia, el aumento de la demanda, sobre todo en Asia, elevó los precios a máximos históricos. Y se teme que en el próximo invierno los precios puedan subir aún más, ya que se prevé que la demanda siga aumentando entre los países que ya no se abastecen del gas de Rusia o Ucrania.
De dónde sale el gas licuado
Para convertir el gas de su estado natural en líquido, hay que eliminar de su composición impurezas como el agua, hidrocarburos pesados y otras partículas -como helio, dióxido de carbono, azufre y mercurio-. Como resultado de este proceso, en el que la concentración de metano (CH4) llega al 97%, el gas natural licuado es un combustible fósil relativamente puro y limpio, que permite reducir en un 15% la emisión de dióxido de carbono, en un 35% la emisión de óxidos de nitrógeno y en un 95% la emisión de partículas finas.
Como ventaja para su transporte, en caso de derrame en tierra o en agua, el gas natural licuado es inocuo, porque se evapora sin dejar residuos, ya que es entre un 35 y un 40% más ligero que el aire y tiene una densidad de 0,45 respecto a la del agua. Además, es menos inflamable que otros combustibles, porque para que se produzca la combustión debe mezclarse con oxígeno, haber una concentración de gas natural entre el 4,5% y el 14,5% y un elemento calorífico que produzca la ignición.